Elecciones en Salta: un balance engañoso del centrismo
El pasado 15 de agosto se realizaron las postergadas elecciones provinciales en Salta. Se eligieron diputados y senadores provinciales; concejales en algunos distritos; y convencionales constituyentes para la Provincia (esto como novedad). El frente del actual Gobernador Gustavo Sáenz fue el vencedor en términos generales, mientras que Juntos por el Cambio, el Frente de Todos y otra lista del propio Sáenz alternaron el resto de los primeros lugares. Es decir, los candidatos más votados fueron de los partidos tradicionales de la burguesía provincial.
Un dato por demás saliente resultó el alto abstencionismo electoral, que muestra su continuidad con lo sucedido en Jujuy, Misiones, y el último en Corrientes. Esta vez no llegó al 65% la participación, siendo una de las cifras más bajas de la historia, solo comparable a la del 2009. Los 50.000 votos en blanco y nulos para diputados, si bien importantes porcentualmente -aproximadamente 10%- estuvieron lejos de los casi 100.000 en el 2019 (aunque en ese caso fueron elecciones nacionales y no provinciales).
El centrismo electoralista se presentó en dos frentes: por un lado PO-PTS-MST y por el otro Partido Obrero (Tendencia)-NuevoMAS. Como sucedió en Jujuy (véase Masas nº 396) estos frentes democratizantes continúan con magros resultados que no logran capitalizar el descontento y desinterés electoral en la población. Aunque quieran convertirse en la expresión a esa apatía fracasan porque orientan su política a las salidas electoralistas, quedando a contramano de esas mismas tendencias.
Sin embargo su carácter autoproclamatorio y exitista ha intentado maquillar las derrotas haciéndolas pasar por considerables triunfos. El NuevoMAS ha señalado la “recuperación del voto de la izquierda” con un “repunte” significativo. El PTS vaya a saber utilizando qué datos concluyó que se “duplicó el porcentaje de votación del 2019” (vale aclarar que había sido su peor elección desde la creación del FIT). En tanto que la Tendencia del Partido Obrero hizo notar una “elección que consagra una clara recuperación”.
Tal y como realiza la vulgar politiquería burguesa, los datos son utilizados antojadizamente (comparando peras con manzanas) sin poder demostrar absolutamente nada. Vale recordar que las elecciones Legislativas suelen aparecer como más permeables a las buenas votaciones del centrismo, en tanto que son evidentes los retrocesos en las Ejecutivas. Por eso la comparación debe hacerse con las de 2017, cuanto menos. Allí su pregonado “crecimiento” es inexistente.
Se presentaron candidaturas centristas en 5 localidades para Diputados y en 2 para Senadores. Si sumamos todos los votos del 2021 y todos los del 2017 a estas organizaciones solo en San Martín logró mejores resultados (100 votos más, un 3%), en tanto que 5 localidades tuvieron caídas de entre el 10 al 30%. Los cerca de 27 mil votos totales para las categorías de Diputados y Senadores provinciales, están por debajo de los conquistados en 2017, y sobre todo muy pero muy por debajo de los conquistados en 2013 (casi 90 mil).
La algarabía que cada uno de estos frentes presentó por la conquista de algún representante es doblemente engañosa. Por un lado su política socialdemócrata alimentó las ilusiones en salidas institucionales en una provincia con la docencia autoconvocada en las calles; y por el otro porque los dos Concejales del frente PO (T) y la Convencional Constituyente del PTS ocultan el hecho trascendente que por primera vez en 20 años la Legislatura provincial no tendrá representantes de estos partidos. No puede pasarse por alto un hecho de esta magnitud que muestra el retroceso electoral sufrido.
Allí está el quid del balance engañoso. Temen ocultar a la militancia de esas organizaciones cuáles son las causas que determinaron tal retroceso en una Provincia caracterizada en su momento como “la Trotska”. Temen llamar a las cosas por su nombre y se contentan con sacar algún que otro voto o diputado más en tal lugar. Es la más pútrida expresión del cretinismo parlamentario que devora tantas energías militantes, y hasta a las propias organizaciones.
Solo el POR puede colocar este balance a discusión, mostrando que las causas que explican eventuales avances o retrocesos son por demás circunstanciales, ya que surgen sobre bases enteramente oportunistas, y no proletarias, revolucionarias. Es bien manifiesto el contraste entre una y otra política en la intervención electoral. La ausencia de propaganda revolucionaria termina siendo expresión de partidos que renuncian a la política revolucionaria y engendran inevitablemente balances engañosos para auto complacerse.