Chile y una nueva capitulación del centrismo
Los últimos episodios de la situación política latinoamericana han revelado con inusitada crudeza el contenido de clase de distintas organizaciones que se reclaman infundadamente del trotskismo. La agudización de la lucha de clases fundamentalmente desde el 2019 para acá han colocado a la orden del día la obligación de una delimitación política. La forma en la que interviene cada organización no tiene cómo escapar a su propio contenido programático. Chile es, ni duda cabe, donde con mayor claridad se ha expresado este fenómeno desenmascarando el carácter liquidacionista de estos partidos.
La rebelión popular iniciada el 18 de octubre de 2019 transformó la situación política, propinando un duro golpe a la dictadura civil pinochetista. Las primeras movilizaciones masivas, que llevaron a los paros generales, a la estructuración de Asambleas populares, a ollas en cada uno de los barrios, colocaron a la clase dominante en la necesidad de estructurar todo tipo de mecanismos para frenar, bloquear y desviar este proceso de radicalización de la lucha de clases.
El estallido social significó un punto de inflexión en la situación política. Las masas coparon las calles de las principales ciudades del país, iniciando un proceso a espaldas de la política partidaria tradicional. Se puso en jaque los cimientos mismos del régimen capitalista en Chile con la Constitución Nacional pinochetista de 1980 como principal apuntada. El mito del oasis de “progreso” y “democracia” latinoamericano comenzó a desmoronarse.
Comprender este elemento es central: desde el 18/10/2019 la burguesía chilena, con la abierta colaboración del imperialismo y de los distintos gobiernos de la región, utilizó todos los recursos a su alcance para apagar la llama de la extraordinaria lucha. Existen entonces dos grandes procesos simultáneos que corren en paralelo: el constituyente y el presidencial. Ambos comparten la máxima de encauzar la rebelión por la vía institucional. Las últimas elecciones de diciembre de 2021 deben analizarse bajo esa lógica.
El papel de la Convención Constituyente
No fueron las masas enardecidas que explotaron en octubre de 2019 quienes levantaron la consigna de Asamblea Constituyente, sino la oposición burguesa quien la negoció. Los partidos patronales salieron unitariamente a ofrecer las mieles de la democracia burguesa y sus instituciones a cambio de aplacar el levantamiento. El 15/11/2019 todos los partidos del régimen avalaron el “Acuerdo por la paz” (si no lo firmaron como en el caso del Partido Comunista, tampoco movieron un dedo para evitarlo). Allí se comprometían a mantener a Piñera como punto fundamental y la convocatoria a una reforma constitucional.
La Asamblea Constituyente es una herramienta del propio régimen democrático burgués para salvaguardar su dominación, su dictadura de clase, dando la ilusión de cambios discutidos por la población. Incluso la presencia de 17 representantes indígenas intentan fomentar, en vano, esta ilusión, haciendo creer que la nueva Constitución sería el impulsor de una nueva República Plurinacional. Esa píldora edulcorada sirvió por un tiempo para entrampar la lucha que seguía desarrollándose. Pusieron mayores esfuerzos en mostrar que es a través de la institucionalidad donde podremos conquistar nuestros reclamos y terminar con el pinochetismo.
La izquierda fue impulsora de la Asamblea Constituyente como receta impertérrita ante cada situación de crisis, y en Chile no fue la excepción. La izquierda centrista de Argentina se ha dejado ver de cuerpo entero en torno a la caracterización de la crisis chilena, por ejemplo, podemos tomar al azar distintas fechas y veremos cómo están a contramano de la tendencia de lucha de las masas. El PO Tendencia sostiene “la vigencia de la asamblea constituyente libre y soberana” (17/12/2021), el PO Oficial habla de “conquistar una asamblea constituyente libre, soberana y con poder” (24/09/2021), el MST habla de “poner en pie una Asamblea Constituyente libre y soberana, con potestad de cambiarlo todo (¿?)” (21/05/2021). También el NuevoMAS expresa que la “única forma de garantizar” que la “rebelión no sea derrotada, pasa por luchar para que la Convención Constitucional sea verdaderamente libre y soberana” (21/11/2021). ¡La Asamblea Constituyente centrista como panacea universal!
La izquierda reformista ante la ausencia de planteos de poder, consecuencia de la ausencia de política revolucionaria, tiene como mayor atrevimiento la Asamblea Constituyente, sea cuales sean los adjetivos que puedan agregársele (“soberana”, “con poder”, “libre”). La crítica de estos partidos a la Convención Constituyente no pasa de cuestionamientos a la forma que adquirió, sin intentar dilucidar su contenido. Pasaron por alto que este elemento del régimen burgués sería utilizado para engañar a las masas y sortear la crisis en curso. De ahí que, hasta el día de hoy, ante su evidente fracaso e impotencia a todas luces demostrada, no dudan en seguir levantando la misma consigna inconducente.
Al perderse en cuestiones secundarias y discusiones sobre la forma, pasaron por alto el fenomenal desarrollo de embriones de doble poder: asambleas populares a lo largo y ancho del país en oposición a esta Convención Constituyente, aunque carentes de definición política, ante la carencia de dirección revolucionaria. Esta era la tendencia a desarrollar y a impulsar con todas nuestras fuerzas.
Elecciones presidenciales
De los 7 candidatos presidenciales no era una sorpresa que pasarían al ballotage Boric y Kast. Así lo anunciaban la mayoría de las encuestas y los propios portales de la izquierda centrista. Es decir, el “peligro de Kast” era una realidad evidente tanto en la primera como en la segunda vuelta. Esto es importante tenerlo presente para lo que pasaremos a desarrollar.
El resultado de la primera vuelta fue de victoria para el ultra-derechista y pinochetista Kast con una participación electoral del 47,3% superando a las elecciones de convencionales constituyentes en mayo 2021 (41%) y apenas inferior a la del plebiscito constituyente de octubre 2020 (50,9%). Es decir, hubo cierto reanimamiento de las ilusiones democráticas, que se vería consolidado en la segunda vuelta con una participación récord del 55,6%.
Gran parte del centrismo logró su gran anhelo de emular la fatídica experiencia argentina: dio nacimiento al Frente por la Unidad de la Clase Trabajadora (FUCT). Este FUCT fue integrado por el PTR (PTS en Argentina), MST (Izquierda Socialista), Fuerza de Unidad y Lucha, Revista El Porteño, Socialismo Revolucionario y la Fuerza 18 de Octubre (Partido Obrero). Este Frente logró intervenir en el terreno electoral exactamente a la inversa de como intervienen los revolucionarios: alimentando las ilusiones democráticas, en que un diputado o senador podrían conquistar las reivindicaciones de las masas. Su resultado ultra-marginal no los exime de la tremenda responsabilidad política de actuar CONTRA las tendencias instintivas de las masas.
Con la primera vuelta finalizada tomó su fisonomía definitiva la Cámara de Diputados y Senadores. Curiosamente el PTS, celoso guardián de la institucionalidad burguesa, señaló que el “empate de fuerzas” en el Senado, constituiría un “bloqueo a cambios claves” (28/11/2021). ¿Significa que había que votar por las fuerzas “progresistas” como el Partido de Boric que SÍ podían realizar esos cambios claves a través del Senado? No lo dicen. Solo podemos afirmar que el PTS pretende sus “cambios profundos de los que se reclamaron en el levantamiento” desde el Congreso.
El voto a Boric en la segunda vuelta
Finalizada la primera vuelta apareció una novedad en el escenario político chileno: había que enfrentar al fascismo… votando por Boric. El centrismo tributario del nacional-reformismo introdujo esta conclusión en sus análisis. En Argentina el PO salió aceleradamente a explicar que “debemos valernos del recurso (¿?) que tenemos a nuestro alcance en la segunda vuelta electoral” (02/12/2021), es decir Boric. La Tendencia del PO marcó su “apoyo electoral a Boric en segunda vuelta” (23/11/2021). Izquierda Socialista llamó a “¡Todos a votar por Boric!” (20/12/2021). Y el NuevoMAS llama “a votar contra Kast en el balotaje (…) esto se traduce en un voto ultra-crítico (¿?) por Boric” (27/11/2021).
Pero si revisamos las prensas anteriores al resultado de la primera vuelta electoral, donde como dijimos ya se conocía el “peligro” de la victoria de Kast, la izquierda inconsecuente marcaba posiciones diametralmente opuestas: PO que Boric ofrecía un “recurso no despreciable” que era su “capacidad de contención”, por lo que había que votar “en blanco o nulo en la categoría presidencial” (18/11/2021); Izquierda Socialista que “Boric no es alternativa” (26/07/2021); NuevoMAS “la coalición Apruebo Dignidad no es una alternativa real para los sectores explotados (…) llamamos a no votar por ninguna de las candidaturas en la primera ronda” (21/11/2021). La Tendencia del PO llega hasta el extremo de aclarar que si “un fascista puede llegar a La Moneda” sería por el bajo porcentaje de votantes que “acuden a las urnas” (16/11/2021). Mayor cretinismo parlamentario en el conjunto del centrismo no es posible.
El voto crítico, “ultra-crítico”, o re-contra crítico a Boric, no deja de ser seguidismo al nacional-reformismo, y renuncia a la independencia de clase. No era posible ocultar el contenido de clase de un posible Gobierno de Boric y pronosticar sus posibilidades reales. Boric fue el instrumento para bloquear el desarrollo de las tendencias de lucha de las masas, y no una vez finalizada la primera vuelta electoral, sino desde muy tempranamente iniciada la rebelión de octubre 2019. No había forma de pasar por alto esta cuestión.
La carencia de bases teóricas sólidas se observa también en otras organizaciones de izquierda. Una de los interrogantes que resulta interesante para comprender esto es la explicación acerca de cómo Boric obtuvo el triunfo. La argumentación en este sentido desprende, en última instancia, una aceptación y hasta la celebración del resultado electoral. Socialismo Revolucionario (SR) explica que la principal razón habría sido que las masas escogieron entre “democracia o fascismo”, y que el rol preponderante en la lucha contra la ultraderecha es de los jóvenes: “Muchos de los que votaron por Boric en realidad lo estaban haciendo en contra de Kast y sus políticas oscurantistas, los jóvenes claramente se oponen a la ultra derecha, esa que reivindica la dictadura” (21/12/2021). No hay mucha diferencia entre esto y un seguidismo débil y cómodo, que no se posiciona contra las ilusiones democráticas ni colabora con la formación de una vanguardia verdaderamente consciente y revolucionaria. Más bien son un obstáculo en este vital proceso.
Boric, de Apruebo Dignidad (coalición del Frente Amplio y el Partido Comunista) había emergido como un intento de sofocar la rebelión, de bloquearla. De ninguna manera podía aparecer como un resultado de esa lucha. Representa el desvío y no la continuidad de la misma. Al apoyarlo se renuncia a la política revolucionaria, como ya sucedió en Brasil con Haddad, en Bolivia con Arce o en Perú con Castillo. El centrismo ancló su suerte y evolución a la del propio Boric como recurso para liquidar la acción directa de masas.
La trampa de la institucionalidad
Tenemos que dar una colosal batalla. Por todos los medios, infatigablemente, todos los días y a toda hora, la clase dominante chilena y los distintos gobiernos de la región, batallaron unitariamente para que la rebelión se amolde al marco burgués. Eso explica en parte la participación récord y votación histórica a Boric. Es importante hacer una diferencia: las masas pueden quedar presas de estas presiones, indudablemente que puede ocurrir. Pero el Partido Revolucionario no. Debe delimitarse, criticar, mantener una posición de independencia de clase, aunque eso signifique aislarse circunstancialmente. Quien no sepa trabajar en un período de aislamiento no sirve para dirigir una revolución, donde las presiones se multiplican al infinito.
Boric quedará encerrado en su propia impotencia porque, aunque no provenga de un partido orgánico del gran capital, tampoco puede expresar al movimiento en lucha, del que fue su antítesis, ni combatir las tendencias derechistas de la burguesía. Encarna la traición al movimiento, ese es su rol.
La cuestión chilena plantea la necesidad de una dirección revolucionaria capaz de unir a las masas. Lo que debilitó a los sectores más radicalizados del proletariado, de la pequeña burguesía urbana y de la nación mapuche, terminó fortaleciendo a los sectores democratizantes ilusionados en una “salida ordenada”. El Comité Constructor del Partido Obrero Revolucionario de Chile, junto al CERCI, batalló para desenmascarar estas ilusiones en la institucionalidad burguesa, como herramienta para conquistar sus reclamos. Intervino en primera y segunda vuelta llamando a anular el voto, a destruir las expectativas, como solo puede intervenir una organización revolucionaria.
La alta abstención, pero sobre todo los votos nulos y blancos constituyen importantes reservas de lucha, permeables a la política comunista. También se debe acompañar el lento proceso de desencanto en los que votaron a Boric, tal y como sucedió con el acelerado agotamiento de las expectativas en la Convención Constituyente. Ante la total capitulación del centrismo, debemos responder fortaleciendo la militancia revolucionaria del CERCI y su sección chilena, el CC-POR.