El gobierno sigue pagando deuda externa mientras una parte importante de la población está hundida en la pobreza, la precarización, el hambre
Miles de millones que se quitan también de la producción, imprescindibles para su crecimiento.
Los pagos de deuda se ubicaron en estos días en 692 millones de dólares, correspondientes a la reestructuración de la deuda en bonos de 2020. Además, en el primer trimestre del año, el país debería pagarle al FMI 3.976 millones de dólares entre capital e interés, de los cuales 1100 millones vencen entre fin de este mes y comienzos de febrero.
Miles de millones que deberían destinarse a resolver los problemas urgentes de la mayoría.
La deuda desnuda toda la impotencia, toda la cobardía e incapacidad de un gobierno, que conoce cuál fue el origen y destino de esa deuda fraudulenta y quiere que la paguemos. Desde que asumió da vueltas y vueltas en negociaciones para reconocer y pagar una deuda impagable.
Las continuas reuniones y viajes a Washington demuestran desde dónde se maneja el verdadero poder. El Ministro de Economía debe explicar cada detalle de las medidas económicas que toma para que le den el visto bueno, debe rendir cuentas de todos los números de la economía para mostrar la buena voluntad con el amo.
La soberanía del país es pisoteada todo el tiempo. Y el coro de los medios de comunicación, los politiqueros y los especialistas arengando todo el tiempo sobre la urgencia de cerrar el acuerdo, que “mejor un mal acuerdo” a un no acuerdo, que hay que “honrar las deudas”, que Argentina será un paria si entra en default y no cumple con los compromisos. Exigen que haya un plan, es decir un mayor ajuste, que el gobierno se decida por dónde va a recortar. Y al mismo tiempo que ni se les ocurra subir los impuestos a los que nunca dejan de ganar.
El FMI, el capital financiero, las grandes potencias, exigen hacer un fuerte ajuste con las masas, una vez más. Aplastarnos completamente. Reducir salarios a trabajadores públicos, reducir presupuestos, bajar más la inversión pública, subir las tasas de interés, liberar el dólar, liberar los precios, eliminar subsidios a la energía y el transporte, etc. así se logaría un equilibrio y estabilidad que permita en un par de años empezar a pagar la deuda externa. Es una política destinada a proteger al capital financiero, a proteger a los grandes capitalistas. Para nosotros es una cuestión de vida o muerte. Aceptar esos planes es una condena por largo tiempo a vivir en la penuria.
Dicen que con todos esos ajustes se bajaría también la inflación. ¡Mentiras! Todas esas medidas ya fueron puestas en práctica en el pasado reciente y fracasaron. Quedó demostrado que no es la emisión ni el déficit de presupuesto lo que genera la inflación, sino fundamentalmente la gran concentración de los medios de producción en muy pocas manos. Esa es la base de la anarquía, donde cada sector se aprovecha de su posición dominante para sacar el máximo de ventaja y nadie se anima a ponerles freno.
El gobierno recorre de rodillas los pasillos del gobierno de EEUU buscando algún apoyo para renegociar con el FMI, pero todos le repiten a coro que deben hacer un plan para poder pagar, ¡y cumplirlo! Eso no significa otra cosa que una nueva rendición del país e ir a un enfrentamiento con la mayoría oprimida para hacer todos los ajustes que reclaman.