Las mujeres oprimidas deben levantarse contra la guerra en Ucrania bajo la política del proletariado
Día Internacional de la Mujer
Manifiesto del Partido Obrero Revolucionario de Brasil
Este 8 de marzo -Día Internacional de la Mujer- se enfrenta a una crisis mundial sin precedentes desde la Segunda Guerra Mundial. Sus nefastas consecuencias ya están cayendo sobre los explotados de todo el mundo. En particular, sacrificando al pueblo ucraniano, que se encuentra indefenso ante el enfrentamiento entre el imperialismo, encabezado por Estados Unidos, y la Rusia restauracionista, opresora de nacionalidades.
De los acontecimientos se desprende que Estados Unidos y las potencias europeas, al no aceptar la petición de Rusia de no vincular a Ucrania a la OTAN, precipitaron la guerra. La justificación de Rusia, que no podía aceptar pasivamente el asedio militar promovido por Estados Unidos a través de la OTAN, es concreta.
Hay que desenmascarar la campaña del imperialismo para ocultar el origen y el desarrollo del enfrentamiento. Sin embargo, la vía rusa de la autodefensa, de desencadenar la guerra en Ucrania y someterla militarmente, tiene como resultado la intensificación de la opresión nacional de una de las antiguas repúblicas soviéticas. Esta contradicción ha sido utilizada, tanto por Biden como por Putin, para confundir y dividir a la población mundial. Esto explica la división de la izquierda entre apoyar o condenar la invasión de Ucrania.
¿Es posible tener una causa justa y defenderla con medios y métodos injustos? Sí, es posible. Pero en este caso es necesario identificar el contenido de clase del conflicto y de la guerra. Por un lado, la desorganización y el desarme programático de la clase obrera en Rusia, Ucrania, las antiguas repúblicas soviéticas y las antiguas repúblicas populares de Europa del Este -especialmente después de la Segunda Guerra Mundial- hicieron imposible que las masas reaccionaran ante las fuerzas contrarrevolucionarias alimentadas por Estados Unidos, ante la expansión de la OTAN impulsada por la «Guerra Fría» y ante la estrategia del imperialismo para imponer la plena restauración capitalista en Rusia y sus 15 repúblicas soviéticas. Y, por otro lado, les impidieron luchar contra la opresión nacional que se restableció aún bajo la URSS burocratizada y restauracionista, y por el derecho real a la autodeterminación.
Está clarísimo que la guerra de Ucrania expresa la necesidad de Estados Unidos de imponer a Rusia una sumisión semicolonial; y la necesidad de Rusia de mantener su independencia, como potencia regional, oprimiendo a las innumerables nacionalidades. Se trata de una contradicción que se deriva de las relaciones de producción capitalistas, la dominación de clase y la opresión nacional. Ningún estado basado en estas relaciones puede expresar las necesidades de las naciones explotadas y subyugadas. Por eso, la clase obrera y la vanguardia combativa no pueden someterse y dejarse guiar por esa contradicción, so pena de fortalecer en última instancia el imperialismo occidental.
Sólo la clase obrera organizada, armada con su programa para la transformación revolucionaria del capitalismo en socialismo, apoyada en sus propios organismos de lucha, movilizada y unida pudo y puede romper la columna vertebral del imperialismo en Europa, desmantelar la OTAN y poner fin a las bases militares estadounidenses. Esto le permitiría y le permite derribar la oligarquía rusa restauracionista, condición para la reanudación del derecho de autodeterminación de las antiguas repúblicas soviéticas y el restablecimiento de las relaciones de producción socialistas.
No tenemos una respuesta proletaria a la altura de la crisis mundial, cuya guerra en Ucrania es uno de sus síntomas más significativos de la posguerra, debido a la crisis de dirección mundial, que resultó de la regresión histórica expresada en la liquidación final de la URSS en 1991 y la interrupción de la transición del capitalismo al socialismo, que, a su vez, reflejó la liquidación del Partido Bolchevique y la Tercera Internacional por el estalinismo. Esta constatación obliga a la vanguardia con conciencia de clase que lucha por la revolución socialista a trabajar por la organización de los partidos marxista-leninistas-trotskistas y por la reconstrucción del Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional. Para mostrar el camino correcto y ponerse a la cabeza de las luchas, la vanguardia está obligada a tener una posición programática y una práctica internacionalista frente a la guerra en Ucrania.
Quien no defienda, en este 8 de marzo, las banderas proletarias, antiimperialistas y anticapitalistas, contra la guerra, no podrá sin duda expresar el programa y la lucha de las mujeres oprimidas por el fin de su opresión. Debemos rechazar los festejos que, por regla general, prevalecen en las manifestaciones del Día Internacional de la Mujer.
Los explotados de todo el mundo se enfrentan a una guerra que recaerá principalmente sobre los más pobres, los miserables y los hambrientos. Y también caerá sobre los países semicoloniales. Los efectos nocivos de las sanciones económicas y financieras de Biden y su alianza imperialista sobre Rusia ya se están dejando sentir. El alto coste de la vida se hará aún más insoportable. La escalada inflacionaria es descargada por la burguesía sobre la vida de la mayoría oprimida.
Las manifestaciones de este 8 de marzo deberían levantar la bandera de la derogación inmediata de las sanciones económicas de Biden y el fin de la guerra.
Hemos visto cómo las mujeres -y en Brasil, principalmente las mujeres negras- siguen soportando las consecuencias de la crisis económica, agravada por la pandemia, con la pérdida de empleos, el aumento del trabajo informal, la reducción de los salarios y la discriminación racial. Millones de mujeres son el sostén de la familia y apenas pueden mantener sus hogares e hijos. Por ello, la lucha de las mujeres debe partir de las necesidades acuciantes de la mayoría oprimida, en defensa del empleo, los salarios, los derechos, la vivienda, la sanidad pública y la educación. Cualquier medida aplicada por los capitalistas, que agrave aún más la dramática situación de la población, debe ser rechazada y respondida con la lucha.
Los ataques de Biden a la economía rusa son también un ataque a la economía mundial. La caída del crecimiento trae consigo el desempleo. Las subidas de los precios de los alimentos, la energía, el agua, los alquileres y el transporte público traen consigo más pobreza, miseria y hambre. Las mujeres y los hombres explotados deben unirse en defensa de su propio programa de reivindicaciones. Deben emprender la lucha contra la guerra en Ucrania y contra las medidas violentas de Biden.
El Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI), del que forma parte el POR, viene realizando una campaña sistemática, a través de Declaraciones, dirigida a la clase obrera, a otros trabajadores y a la juventud.
Este manifiesto del POR, en el Día Internacional de la Mujer, refuerza la lucha contra la guerra en Ucrania y plantea la tarea de superar la crisis de dirección revolucionaria.
Las banderas que han guiado la campaña internacionalista son: ¡Abajo las medidas económico-financieras de Biden contra Rusia y la economía mundial! ¡Por el desmantelamiento de la OTAN! ¡Por el fin de las bases militares estadounidenses en Europa y en el mundo! ¡Retirada de las fuerzas armadas rusas de Ucrania! ¡Por la autodeterminación y la unidad territorial de Ucrania! Estas banderas expresan el programa y la estrategia de los Estados Unidos Socialistas de Europa.
El POR llama a las direcciones sindicales y políticas a formar un frente único en torno a la política de independencia de clase y a las banderas que permitan a la clase obrera levantarse sobre la base de su propio programa contra la guerra en Ucrania.