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Avanza la escalada militar

Sólo el proletariado puede hacer frente a la escalada militar en el mundo

Ha quedado claro que el mundo está viviendo una escalada armamentística. La guerra es, obviamente, un importante motor de este proceso, pero hay que explicar que esta escalada ya se estaba produciendo, incluso antes del actual conflicto en Ucrania. El capitalismo se debate de crisis en crisis. La expansión del armamento mundial, así como la propia guerra, son producto de estas crisis.

Los estudios, realizados a través de diversas instituciones de investigación, muestran de forma gráfica la escalada del gasto militar de los países. Justo después de la crisis de 2008, alrededor de 2010, el mundo experimentó un pico en el gasto militar. Estados Unidos, por ejemplo, alcanzó la impresionante cifra de 865.000 millones de dólares. Después tuvo un descenso, pero ha vuelto a crecer desde 2017, cuando gastó 674.000 millones de dólares, llegando a 2020 con un gasto de 767.000 millones. Esto expresa el 3,74% del enorme PIB estadounidense. Representa aproximadamente tres veces el gasto del segundo país, China, con 245.000 millones de dólares.

El caso de la carrera armamentística china es importante. Refleja el proceso acelerado de restauración capitalista sobre las antiguas conquistas del proletariado, en un contexto de crisis, en el que China ha asumido un papel protagonista en la economía mundial. Este país ha aumentado espectacularmente su gasto militar desde 1994, cuando gastó 24.000 millones de dólares, hasta 244.000 millones en 2020.

El capital, en su movimiento de autovalorización, necesita constantemente encontrar formas de realizarse. La fase imperialista del capitalismo, su última etapa, es aquella en la que predominan el capital financiero y los monopolios. Los países imperialistas, los que concentran los monopolios, exportan el capital, explotan las semicolonias, etc., luchan constantemente para que sus capitales, represados en tiempos de crisis, penetren en otros mercados. Ahí radica la importancia del capitalismo de Estado, de China y de Rusia, que aparece como un obstáculo a la libre penetración del capital internacional, aunque la burocracia estatal restauracionista china en particular ha facilitado, desde los años 80, la instalación de multinacionales. Es en estos marcos donde se impone una guerra comercial en el mundo y, por el momento, con el potencial de transformarse en una guerras localizadas. En este sentido, el gasto militar aparece como un capital parasitario. En este sentido, el gasto militar aparece como un capital parasitario que crea valor a través de las mercancías de guerra, que cristalizan el trabajo humano, pero que se utilizan para la destrucción de las fuerzas productivas.

La fase imperialista del capitalismo es una fase de guerras, revoluciones y contrarrevoluciones. La Revolución Rusa, en este sentido, abrió la era de la revolución social, contra la que el imperialismo ha estado actuando con todas sus posibilidades. La destrucción de la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) tuvo como consecuencia más profunda la interrupción de la transición del capitalismo al socialismo. La guerra en Ucrania tiene sus raíces en esta regresión histórica. No cabe duda de que también en este caso el imperialismo utiliza el gasto militar para drenar esta inmensa cantidad de valor producido.

En la medida en que Estados Unidos impulsa su industria militar, ligada umbilicalmente al Estado imperialista, provoca un movimiento general de aumento del armamentismo. Rusia ha ampliado su gasto militar y ha alcanzado, en 2020, 67.000 millones de dólares, el 4,26% del PIB; en el Reino Unido, ha pasado de 54.000 millones de dólares, en 2017, a 59.000 millones de dólares, en 2020; en Alemania, de 40.000 millones de dólares, a 52.000 millones de dólares. En relación con el propio PIB del país, lo más destacado es Arabia Saudí, que gasta el 8,5% de su producto interior bruto, más del doble que cualquier otro país.

Si nos fijamos en el gasto per cápita, Estados Unidos sigue ocupando el primer lugar, con 2.350 dólares anuales por habitante. Le siguen Arabia Saudí, con 1.600 dólares, y Noruega, país de la OTAN, con 1.300 dólares per cápita. Este último ha duplicado su gasto militar desde que se unió al brazo armado del imperialismo

No cabe duda de que la OTAN, como expresión militar del imperialismo, representa hoy el centro del conflicto entre Rusia y Ucrania. Su crecimiento y fortalecimiento, tras el fin de la URSS, y su avance hacia Europa del Este, muestran que hoy cumple un doble papel económico: por un lado, el de cercar a Rusia y avanzar hacia China, con el objetivo de eliminar lo que queda en estos países de las conquistas revolucionarias del siglo XX; por otro, la protección del capital financiero y de los monopolios industriales y comerciales, presionados por la profunda crisis económica.

Tomemos, ahora, lo que está ocurriendo en los países bálticos, antiguos miembros de la URSS que se incorporaron a la OTAN hace aproximadamente 20 años. Estonia casi duplicó su gasto militar en relación con el PIB; Lituania lo triplicó en los últimos 10 años (del 0,7% al 2,1%), y Letonia hizo lo propio, pasando del 0,9% en 201,2 al 2,3% en 2020. Los tres forman parte del actual asedio a Rusia, que el imperialismo quiere cerrar con la entrada de Ucrania en el bloque militar.

Sin embargo, lo más destacado del armamentismo fue la decisión del gobierno alemán de rearmar a los más poderosos. Olaf Sholz, primer ministro, anunció 100.000 millones de dólares en gastos de «defensa». Una parte de esta gigantesca cantidad se destinará a la OTAN, que tendrá una contribución superior al 2%. El rearme de Alemania intensificará la carrera armamentística en Europa y en el mundo. El proceso de contención de la carrera armamentística instaurado por Estados Unidos poco antes (julio de 1991) e inmediatamente después de la desintegración de la URSS (enero de 1993), en el que Rusia redujo su capacidad militar y el imperialismo estadounidense siguió ejerciendo su hegemonía bélica basada en las armas nucleares, ha llegado a su fin. En agosto de 2019, Donald Trump anunció la ruptura del acuerdo de no producir misiles nucleares de corto y medio alcance. Fue una advertencia para Rusia. Estados Unidos se preparaba para la ofensiva de su guerra comercial contra China y Rusia. La OTAN, por su parte, a través de Polonia, estaba armando y entrenando a las Fuerzas Armadas ucranianas. Se establecieron las bases económicas y militares para el conflicto de febrero de 2022 en la frontera ucraniana y, en última instancia, para la guerra de ocupación.

Es evidente que la desintegración del capitalismo, dinamizada a partir de la crisis de 2008, ha reforzado las tendencias belicistas, que parecían refluir tras el colapso de la URSS. El imperialismo empuja al mundo hacia la barbarie, y pone en primer plano la tarea del proletariado mundial de reanudar sus conquistas y tradiciones revolucionarias, y destaca que es la propia fase imperialista de descomposición la que establece objetivamente la transición del capitalismo al socialismo, que fue interrumpida por la contrarrevolución, que comenzó con la obra estalinista de destrucción del partido bolchevique, del partido mundial,  la Tercera Internacional, y finalmente por el derrumbe de la URSS. La tarea, por tanto, consiste en retomar el camino de la revolución social construyendo partidos obreros revolucionarios en todos los países, como secciones del Partido Mundial de la Revolución Socialista. Sólo el proletariado organizado, con su propio programa y métodos, puede impedir el avance de la barbarie, representada por el crecimiento del militarismo burgués.

(POR Brasil – Massas nº 660)

 

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