Ucrania: Cuanto más se prolonga la guerra, más empeora la barbarie
Dos hechos han destacado recientemente. Las tropas rusas deshicieron el cerco de Kiev y se han concentrado en el este de Ucrania, en la región de Donbass. Y las negociaciones para un acuerdo de paz se han roto.
La decisión de Putin y su mando militar de renunciar a la toma de la capital ucraniana indicó que el reconocimiento de que el cumplimiento de este objetivo ampliaría y profundizaría la guerra. Y el mayor problema sería cómo mantener la ocupación militar del país.
Los Estados Unidos han hecho todo lo posible, de acuerdo con las condiciones políticas de Europa, para garantizar la prolongación de la guerra. El desangramiento de los ucranianos se convertirá en la forma de laceración económica y social de Rusia.
La grieta en el orden mundial posterior a la Segunda Guerra Mundial está abierta y tiende a ampliarse con la necesidad del imperialismo de mantener y avanzar en la guerra comercial. Lo mejor para las directrices de Estados Unidos sería que Ucrania se integrara de una vez por todas en la Unión Europea y se convirtiera en miembro de la OTAN, sin que Rusia reaccionara. Si eso ocurriera, Estados Unidos podría concentrar sus fuerzas económicas, políticas y militares en el asedio a China.
El fin de la larga ocupación de Afganistán y el enfriamiento del intervencionismo en Oriente Medio apuntaban a esta estrategia. A ello se sumó la escalada militar en la región Indo-Pacífica, impulsada por el acuerdo Alkus entre Estados Unidos, Gran Bretaña y Australia. La creación de una flota de submarinos atómicos para controlar el Mar de la China Meridional, a través del cual se produce un potente flujo de mercancías, ha puesto de manifiesto las tendencias militaristas de la guerra comercial, que a su vez ha reflejado la ampliación del proceso de descomposición del capitalismo mundial.
China amenaza la supremacía económica de Estados Unidos, y también se ha visto obligada a reforzarse militarmente. Rusia es importante porque posee vastos recursos de petróleo y metales. Con las antiguas repúblicas soviéticas, constituye un poderoso complejo de recursos naturales. Ucrania se ha convertido en un país clave para la penetración del capital financiero en el vasto territorio antes controlado por la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS). Al imperialismo no le bastó con militarizar Europa del Este, que había pasado al control de la URSS, como resultado de la Segunda Guerra, en forma de repúblicas populares. Era y es necesario, para los intereses del imperialismo, desmantelar el predominio de Rusia sobre la región.
Alemania aprovechó las ventajas comerciales del colapso de la URSS y la aceleración del proceso de restauración capitalista en Rusia y en todas las antiguas repúblicas soviéticas, especialmente en relación con el gas. Pero los intereses particulares de esta potencia económica europea acabaron entrando en conflicto con los intereses generales del imperialismo. Por eso crece la presión sobre el gobierno alemán para que sea más ofensivo en su apoyo a Ucrania.
Estados Unidos e Inglaterra no tardaron en tomar violentas medidas económicas y financieras para bloquear el flujo de petróleo y gas y así ahogar la economía rusa. Se llegó a la conclusión de que, sin golpear los ingresos de la exportación de productos básicos, las otras medidas, por sí solas, no hacen tambalear al gobierno de Putin, que sigue contando con el apoyo de la población. Zelenski, a instancias de Biden, exige cada vez más que Alemania se libere de su dependencia energética de Rusia. La Unión Europea discute las formas de lograr este objetivo bélico. Se espera la elección de Macron, para ver si se consigue una posición más ofensiva de Alemania.
Estados Unidos se inclina por enviar armas más sofisticadas a Ucrania. Finlandia y Suecia contribuyen a las directrices del imperialismo estadounidense y británico asintiendo al ingreso en la OTAN. Es sintomático que hayan abandonado su antigua posición de neutralidad. Es una indicación más de que el reparto del mundo de la Segunda Guerra Mundial se ha agotado, y que Estados Unidos, para mantener su dominio, necesita guerras. No podrán -por el momento, parece- transformar la intervención de Rusia en Ucrania en una guerra europea, pero la semilla está plantada. Ahí están las bases de las dificultades para abreviar la guerra y establecer un acuerdo que, aunque sea provisional, suspenda la entrada de Ucrania en la OTAN, la mantenga desmilitarizada y sometida a la órbita de influencia de Rusia, como ocurre con una parte importante de las antiguas repúblicas soviéticas.
El problema fundamental radica en la crisis de dirección revolucionaria. La guerra emprendida por los intereses capitalistas divide a la clase obrera y enfrenta a un pueblo con otro. Si no se convierte en una guerra civil, dirigida a establecer gobiernos revolucionarios, contra los gobiernos, la clase capitalista y las oligarquías burguesas, no hay manera de derrotar al imperialismo y acabar con la opresión nacional. Esa posibilidad no existe. Pero la vanguardia con conciencia de clase tiene que trabajar bajo esta estrategia histórica, para dar pasos hacia la superación de la crisis de dirección.
Las posiciones programáticas y el conjunto de banderas del Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional (CERCI) trazan el camino seguro del internacionalismo proletario.
¡Luchemos por el fin de la guerra! ¡Luchemos contra la barbarie de la guerra de dominación!
(POR Brasil – MASAS nº662 – editorial, 17 de abril de 2022)