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La incomprensión de la Revolución Boliviana por Nahuel Moreno y sus continuadores

Retomando el artículo elaborado en nuestro último periódico acerca de las difamaciones al Partido Obrero Revolucionario y a la Revolución Boliviana de 1952, tomaremos en el presente artículo al impostor Nahuel Moreno y a sus continuadores.

Señalábamos anteriormente que el Partido Obrero renegó de sus posiciones iniciales sobre el proceso que acaba de cumplir 70 años paralelamente a su viraje democratizante, proceso que le costó su liquidación irrecuperable como organización revolucionaria. Pero tal apostasía al marxismo no aportó ningún nuevo elemento digno de ser tomado en cuenta, consecuencia inevitable de haber tomado del arsenal “teórico” del morenismo cada una de sus calumnias y falsificaciones. Repitieron las mismas bagatelas fantasiosas cayendo en la más deshonrosa de las estafas políticas: repetir los mismos disparates que ya habían sido respondidas décadas antes.

Corresponde ahora volver a revisar cuáles fueron las críticas de Nahuel Moreno y cómo se expresan en la actualidad en los distintos partidos que se reivindican en mayor o menor medida sus continuadores. Ciertamente no aportaremos respuestas novedosas. Todo lo que debía ser explicado fue realizado de una forma más precisa por nuestro camarada Guillermo Lora, quien nos legó una abundante elaboración teórica del asunto en cuestión.

 

Las tonterías de Nahuel Moreno

El mérito indudable del revisionista Moreno es que ha dejado registros de todas y cada una de las tonterías que le ha venido en gana escribir, aunque entre éstas no haya un solo hilo de coherencia (mucho menos de marxismo). Esto nos facilita enormemente la tarea. Probablemente sea en su libro más famoso donde más condensada esté su posición sobre Bolivia, nos referimos a “Un documento escandaloso”, también publicado como “El Partido y la Revolución” o conocido popularmente como “el morenazo”.

Precisamente en este “morenazo” nos detendremos en el capítulo V “las estrategias decenales” donde aborda una de las polémicas con el máximo dirigente de la IV Internacional en aquel momento (Ernest Mandel alias Germain) acerca de la cuestión del entrismo “sui géneris”. No correspondiendo al presente artículo abordar este debate, apuntaremos únicamente a lo que tiene que ver con Bolivia. Allí Moreno lanza su famosa frase: “en Bolivia se dio la más grande, perfecta y clásica revolución en lo que va del siglo”, es decir mayor que la Revolución Rusa de 1917 en curiosas palabras de Moreno.

Tomaremos 3 tesis que condensan el pensamiento antimarxista de Moreno. Parte de caracterizar a Bolivia como “país muy pobre” (¿?) y a explicar el crecimiento del POR porque “la situación económica deplorable dejó sin márgenes de maniobra al gobierno burgués: éste no pudo hacer grandes concesiones y el crecimiento del prestigio del trotskismo fue masivo y fulgurante”. A renglón seguido coloca que la revolución tenía una “dirección y un programa trotskista”.

En base a estas 3 tesis, producto de una mente sumamente afiebrada, Moreno lanza todo su ataque contra el POR quien “se dividió en tres alas: la de Moller, que claudicó frente al MNR boliviano; la de Lora que capituló al stalinismo (¿?) y la de González que siguió en la Internacional”. No nos podemos sorprender de las barbaridades que diga el morenismo actual cuando estudiamos a su máximo ideólogo.

La primera de sus tesis muestra la debilidad programática para analizar la situación de un país, debilidad que inevitablemente se trasladó a su actuación y análisis en la Argentina. La segunda corresponde al intento de explicar por qué en Argentina el trotskismo no pudo hacer pie, es decir es un intento de autoexculparse por no poseer las “condiciones excepcionales” que tuvo el trotskismo en Bolivia. La tercera de las tesis es su más serio intento de justificar sus ataques al POR en su lógica escolástica (lógica que plantean todos los continuadores del falsificador): el POR llega al 52 como dirección y las masas enarbolando un programa trotskista; la revolución cae en manos del gobierno nacionalista burgués; ergo, el POR traicionó a la revolución. Así razonan los antimarxistas, esa es la raíz de su incomprensión.

 

Las tonterías de sus continuadores

Si Nahuel Moreno no ha podido comprender en absoluto la Revolución Boliviana del 52, no mejor suerte corrieron sus continuadores. Aún peor, como suele suceder con los platos agrios recalentados, no conservan ninguno de sus méritos pero amplían todos sus defectos. Los herederos del morenismo no han podido avanzar un solo milímetro respecto a su “maestro”, cuestión que se reproduce independientemente de la tienda política en la que hayan caído, llámese PTS, Izquierda Socialista, NuevoMAS, MST, etc.

Comenzaremos con el soporífero texto de Camacho del NuevoMAS que incurre en tantos errores que cuesta trabajo seguir su relato. Llama la atención su recurrente, y casi siempre incorrecta, utilización de René Zavaleta Mercado como su principal fuente. No solo la utiliza para su argumentación histórico sino -y aquí está su principal falla- para su argumentación política. Sabido es que el teórico nacionalista, luego foquista y finalmente stalinista, Zavaleta Mercado fue un convencido anti-trotskista. Quizás sea el permanente cambio de tienda política de Zavaleta Mercado lo que atrae a los morenistas, viéndose identificados con tal accionar.

En dicho texto, sacado a la luz en cada abril desde hace varios años, Camacho sostiene que el POR “dejó escapar la mayor oportunidad de la historia boliviana”; “tuvo una lógica de capitulación”; realizó “entrismo al MNR”, entre otras muchas tonterías ya debidamente contestadas. Lo interesante de Martín Camacho es que su ataque al POR reafirma su renuncia a la construcción partidaria, volviendo sus miras al “Instrumento Político de los Trabajadores” (IPT), uno de los últimos descubrimientos morenistas sobre Bolivia, en el atajo revolucionario. Buscando a través de este IPT darle “una alternativa de clase” a los trabajadores, en términos amplios y ambiguos ya que “hoy el proceso no es básicamente obrero, sino popular”. Todo esto como conclusión a sus artículos sobre la Revolución Boliviana. Este IPT no resultó ser otra cosa que un organismo infructuoso de la burocracia sindical en el cual los revisionistas colocaron sus esperanzas para destruir al POR… nuevamente fallaron.

Entera razón tiene Lora cuando sostenía que los “intelectuales revisionistas, antirevolucionarios, obligados a luchar contra el POR, fortalecido en sus posiciones por el ascenso de las masas y por el mismo hundimiento del stalinismo en escala mundial, se apresuraron a levantar en alto el nombre de Zavaleta y sus escritos”. Camacho, quien probablemente sea quien más calumnie al POR en la actualidad, cumple su papel a rajatabla mostrando su pobreza argumentativa y su estrategia reaccionaria.

También Izquierda Socialista ha repetido hasta el cansancio los absurdos de Moreno, como que el POR en las jornadas de abril “no jugó ese rol de dirección de encabezar esa lucha por el poder”, o que “aplicó la política criminal de Pablo y Mandel, apoyando al nuevo gobierno burgués”. Muy caro ha costado en las filas del trotskismo argentino esas expresiones antojadizas y la ignorancia general sobre la Revolución Boliviana. Ha constituido toda una escuela de falsificaciones achacarle al POR la política de la IV Internacional que tan obedientemente aplicaba por aquel entonces Nahuel Moreno en la Argentina, con su entrismo (virtual dilución) a las filas del peronismo. Política que tan firmemente combatía Guillermo Lora y su actual POR de Bolivia.

El PTS es otro versado en el arte de la calumnia sobre un proceso que no comprende ni comprendió jamás, repitiendo buena parte de los errores de Nahuel Moreno, de los que dicen no reivindicarse. Retomando al morenismo sostienen que el POR “terminó cediendo por distintas vías a las presiones nacionalistas” (Diego Dalai y Alicia Rojo) o que desarrolló “una política de ‘apoyo crítico’” (Juan Luis Hernández). ¿Cómo y en qué medida se ha producido esto? No lo mencionan, en su lógica anti-marxista, no hace falta responder estas cuestiones, alcanza con enunciarlas para que puedan ser repetidas. Peligroso método no solo en el ámbito académico (del que tanto gustan) sino sobre todo en el político.

El segundo de los autores mencionados (Hernández) tuvo que tomar del manantial de ensoñaciones morenistas que “lamentablemente, [más que lamentarse habría que intentar comprender] no existió en aquel momento un partido u organización política que planteara con claridad que la dualidad de poderes se resolviese a favor de la COB”. Para el articulista alcanzaba con lanzar en el momento justo esa consigna, panacea mágica y universal para dirimir la lucha de clases en favor del proletariado. Pero analizando más detenidamente notamos una confusión aún más peligrosa: esa tarea la puede llevar a cabo “un partido u organización”.

Lo que podría ser un dislate menor se convierte en una concepción política sobre el final de otro de sus artículos: “La heroica gesta de los mineros de Bolivia también demuestra que las masas en lucha necesitan contar, en los momentos decisivos, con organismos propios, independientes del Estado, en los cuales poder deliberar, tomar decisiones y construir su poder”. Entonces no hace falta Partido, sino organismos de deliberación. Esto es morenismo del más explícito y repugnante.

 

Asimilar críticamente la Revolución Boliviana

Ni duda cabe que el propio POR fue el primero (y el único) en elaborar una crítica al proceso de abril del 52 y muy especialmente a su propia actuación. Tempranamente Guillermo Lora supo realizar un balance autocrítico, mostrar las limitaciones organizativas, los obstáculos internacionales, y cada uno de los elementos que imposibilitaron una revolución socialista triunfante en Bolivia. Tarea titánica y ajena a todo exitismo que constituye la única herramienta posible en el camino de fortalecerse organizativamente.

Era imprescindible estudiar la etapa a fin de templar a la militancia y prevenirla de futuros errores (inevitables en toda actividad política). El POR ha insistido en que el proceso se estudie obstinada y perseverantemente, que se conozca, que se analicen sus fallas, y que se logre asimilar su método de intervención, puesto que conforma una de las experiencias más ricas de la historia.

Allí se vio con total crudeza la dificultad de actuación política cuando los oprimidos son atraídos al nacionalismo burgués y el arduo camino que es preciso recorrer para acompañar a esas masas en esta experiencia para poder conquistarlas a la política revolucionaria. El POR enseñó que no hay atajos en esta cuestión, que no hay forma de resolver mágicamente el problema con consignas traídas del cielo. Que es necesario trabajar codo a codo, explicando pacientemente. No es posible tapar la realidad con un cúmulo de calumnias y falsificaciones, de las que el morenismo ha hecho una escuela internacional.

Finalizamos con la precisión quirúrgica a la hora de la crítica demoledora de nuestro camarada Guillermo Lora: “Moreno y otros supuestos trotskistas se han caracterizado y se caracterizan por aparecer cada veinticuatro horas con diferente camiseta y adoptando posturas siempre nuevas y contrapuestas a las de la víspera. Les asusta su propia historia, la niegan sin ruborizarse porque constituye censura y acusación contra todo lo que hacen el día de hoy. Reniegan de su pasado y se esfuerzan por no ser tradición, cuyo fundamento es la continuidad de las ideas”. El POR reivindica completamente su actuación y su tradición partidista.

 

(nota de MASAS nº413)

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