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El gobierno defiende a los monopolios alimenticios, a los agroexportadores, a los banqueros, a los terratenientes en contra de la mayoría más pobre

La escalada imparable de precios desde hace muchos meses, que destroza los ingresos populares, debilita al gobierno cada vez más impotente e incapaz para resolver esta cuestión dramática. Crecen las movilizaciones reclamando ajustes de salarios e ingresos para recomponer el poder adquisitivo que se licúa.

Es demasiado visible la nula disposición del gobierno a afectar mínimamente los intereses del poder económico superconcentrado, mientras la inmensa mayoría es cada vez más pobre.

En estos días se ha vuelto a hablar sobre cómo contener el precio de aquellos productos alimenticios que se exportan, afectados por el fuerte crecimiento de los precios internacionales. Que dejan enormes ganancias, inesperadas, para los sectores más concentrados del negocio agropecuario.

Desde sectores del oficialismo se discute sobre la necesidad de contener esos precios, “desacoplarlos” de los precios internacionales para que no impacten sobre los precios internos.

Proponen incrementar las retenciones a las exportaciones. ¿Es suficiente esta medida? Más allá de que sea rechazada por los empresarios, lo que nos importa es saber qué efecto real puede tener esa medida sobre los precios. Los empresarios ya sabemos que pretenden percibir por la venta de su producto en el mercado local lo mismo que percibirían exportándolo y que no solo no quieren que aumenten las retenciones sino que pretenden que las eliminen.

El trigo tiene retenciones del 12% al exportarlo. Supongamos que se elevara la retención al 23% que era la que regía en los últimos años del gobierno de Cristina Kirchner. O sea 11% más de retenciones. El precio que recibe el exportador tendría una reducción de ese porcentaje, que sería muy mínimo en relación a la suba que hubo en los últimos meses. Y que se sigue ajustando en función de que esos precios internacionales que pueden seguir subiendo. No “desacopla” el precio local del internacional, sólo le resta un porcentaje que no resuelve la inflación, solo la atenúa el primer mes que se aplica la medida. El precio del trigo subió más del 100% en los últimos 10 meses, y seguirá subiendo.

El renunciado responsable de Comercio, Feletti, apenas proponía incrementar 3%! las retenciones.

Pero ni siquiera esto está dispuesto a hacer el gobierno. El presidente que parecía amenazar con subir las retenciones inmediatamente dijo que el Congreso no lo aprobaría y entonces ni siquiera haría la propuesta. Inmediatamente los ministros salieron a confirmar que no habría ningún aumento de retenciones.

Estamos hablando del pan de cada día, del hambre que crece, de la situación de extrema vulnerabilidad de la mayoría de las familias y no se animan a meter la mano en el bolsillo de unos cientos de empresarios y terratenientes que están recibiendo ganancias extraordinarias.

Esta miseria política retrata al gobierno, de una cobardía y un cinismo insoportable. Diciendo a los gritos que “gobiernan para los más pobres y necesitados”, “que les importa el hambre”, para decir a continuación que se declaran impotentes frente a la oposición que domina el Congreso y frente a ese sector superprivilegiado de la sociedad.

Pero además miente. El gobierno no necesita una Ley para elevar las retenciones ya que para la Constitución no son un impuesto. El Código Aduanero autoriza al gobierno a establecer retenciones a productos de consumo, quitarlas o modificarlas, con el fin de estabilizar los precios y mantener la oferta al mercado interno. El Tribunal Fiscal ratificó recientemente la vigencia de estas medidas. ¿Por qué miente? Para encubrir su cobardía, su sometimiento incondicional a los más poderosos.

En más de 30 países, exportadores de materias primas, ya se están tomando medidas urgentes prohibiendo la exportación, subiendo retenciones, aplicando racionamiento de alimentos, como respuesta a la terrible crisis alimentaria que se está viviendo en el mundo con una imparable subida de precios y problemas de abastecimiento. En nuestro país se privilegia la ganancia, la renta, de unos pocos. Solo la intervención de las masas con sus propios métodos, con su organización, con su política podrá imponer una política en defensa propia.

¿Qué dicen las direcciones de los sindicatos y las organizaciones de desocupados? Están postrados ante los grandes capitalistas, paralizados, porque tampoco quieren entrar en choque con ellos.

¿Qué medida se podría tomar? El Estado establece el precio y compra toda la producción. Se conoce cuál es el consumo interno anual de trigo, por lo cual sólo se exportará el excedente, garantizando la provisión de las 6/7 millones de toneladas anuales, a un precio determinado en pesos. Y de esta manera se podría asegurar cuál será el precio de todo el año para la industria y proceder así con todos los otros productos exportables.

Para una resolución tan simple hace falta un gobierno que represente el interés de la mayoría oprimida. Un gobierno de otra clase, de la clase obrera, que estatice el comercio exterior y fije claramente cuánto se exportará, a quiénes y pueda recibir la totalidad de las divisas que genera esa exportación, de esa forma se asegura que ingrese la totalidad del importe porque sabrá cuántas toneladas se han vendido. Ningún gobierno burgués es capaz de tomar esta medida de defensa de la soberanía nacional y en defensa del derecho a alimentarnos como personas.

La lucha por la estatización del comercio exterior está estrechamente vinculada a la lucha por la estatización del sistema bancario y la expropiación de los latifundios. Tareas que sólo puede llevar a cabo la clase obrera dirigiendo a la mayoría oprimida, tomando el poder en sus manos, nunca por un gobierno burgués, sea del sector que sea, dispuesto a matarnos de hambre antes que meter mano en la billetera del parásito capitalista.

El gobierno antes que nada garantiza el reconocimiento de la deuda fraudulenta, su pago y la aplicación de todas las medidas de ajuste que ha impuesto el FMI. Antes que nada garantiza el negocio de los banqueros elevando las tasas de interés y tomando deudas monumentales. Garantiza el interés de las empresas de servicios ajustando las tarifas. Permite el ajuste permanente de los combustibles… Así es la política de ajuste interminable contra nuestras condiciones de vida.

 

(nota de MASAS nº415)

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