Ecuador: Dos semanas de lucha radical contra los ajustes impopulares de Lasso
Se retoman las grandes luchas de octubre 2019 cuando los movimientos indígenas avanzaron sobre Quito para exigir que el gobierno de Lenin Moreno desistiera de un acuerdo con el FMI que eliminaba subsidios millonarios a los combustibles. Las protestas fueron ferozmente reprimidas por las fuerzas de seguridad, dejando 11 muertos y más de mil heridos, pero obligando a Moreno a dar marcha atrás.
Algunos dirigentes sostienen que el escenario actual es “mucho más elevado”, “tienes un país entero peleando, tienes un país entero levantado”.
Hoy la protesta ocupa la Capital y varios puntos del país. “Fuera Lasso, Fuera” es el grito que los unifica. En las calles de Quito decenas de miles de indígenas llegan desde distintos lugares, portando palos, escudos artesanales y wiphalas y marchan día tras otro con esa consigna. No están solos. Los acompaña la militancia estudiantil, el movimiento campesino y los trabajadores de distintos gremios.
Es el choque de los oprimidos que sienten el peso de todos los ajustes contra el gobierno de los banqueros y sus políticas neoliberales, con políticas que significan crecimiento de la pobreza y la extrema pobreza, y dicen que no tienen otra alternativa.
El motivo de este paro nacional por tiempo indefinido es en protesta por el precio elevado de los productos de primera necesidad, la precariedad de hospitales públicos, los precios de combustibles, la ausencia de créditos para promover la producción, la atención hacia el sector agricultor y la privatización de empresas públicas. El aumento de la nafta, encareció el costo de los fletes, los indígenas alegan que sus productos agrícolas solo dejan pérdidas.
Así lo denuncia la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador y otras 53 agrupaciones, que afirman que el pueblo “debía levantarse luego de agotar las instancias de diálogo con el gobierno”.
Además se denuncia el despido de servidores públicos y que continúa la política de vender las empresas estatales como el Banco del Pacífico.
En medio de las movilizaciones el gobierno publicó el Decreto 457 con lineamientos para “optimizar” el gasto público. Organizaciones sociales y estudiantiles exigen que sea derogado porque incluye la finalización de contratos. La Federación de Estudiantes Universitarios del Ecuador (FEUE), entiende que “la intención de Lasso es debilitar la universidad pública” y que este nuevo decreto lo confirma, ya que “se desvincularán varios docentes en las universidades”.
Una movilización encabezada por mujeres y estudiantes intentó irrumpir en la sede de la Asamblea Nacional, reprimida por la policía con gases lacrimógenos. Era una multitud de indígenas en el undécimo día de protestas.
La Casa de la Cultura Ecuatoriana, en Quito, que permanecía tomada por las fuerzas de seguridad desde el 13 de junio, este jueves fue abierto a los manifestantes, como una concesión del gobierno ante las manifestaciones. Es un lugar simbólico de los pueblos originarios. Y se plantea la posibilidad de volver a ingresar a este lugar para instalar una asamblea popular que defina la continuidad del plan de lucha.
En el sur del país, más de 300 indígenas ocuparon una central eléctrica y retuvieron a los operadores. Tomaron la subestación Tisaleo (Tungurahua), exigieron la desconexión de las instalaciones que transportan la energía de la central Coca Codo Sinclair.
Policías fueron capturados en la noche del martes durante los enfrentamientos ocurridos en Puyo, capital de la provincia de Pastaza. “Los manifestantes indígenas incendiaron un cuartel policial y un banco, saquearon negocios y atacaron bienes públicos y privados” según dice la crónica.
Desafían el estado de excepción que sacó a los militares de los cuarteles para tratar de recuperar el control de las calles. Rige en seis de las 24 provincias y en la Capital, con un robusto despliegue militar y toque de queda nocturnos. Reprime duramente y encarcela a los luchadores sociales.
Las potentes luchas del 2019 se frenaron por la pandemia pero también por la ilusión en el proceso electoral que podría permitir el regreso del correísmo o llegar a la presidencia de sectores indígenas vinculados al gran capital.
El agravamiento de la crisis ya había empujado a ganar las calles bajo la pandemia. La principal lección de estos años de luchas seguramente es la importancia de no abandonar los métodos de acción directa de masas para imponer los reclamos, la organización desde las bases, la asamblea popular. Y plantearse la necesidad de apuntar a la toma del poder, para lo cual es imprescindible que las vanguardia que lucha se plantee la necesidad de poner en pie el partido revolucionario, que encarne esa estrategia, la de un gobierno obrero campesino como expresión de la gran mayoría oprimida.
(nota de MASAS nº417)