La crisis de la dirección revolucionaria en el contexto de la actual coyuntura
Invariablemente, la agudización de los conflictos sociales derivados de la crisis económica, actualiza el problema de la dirección revolucionaria y pone a prueba el programa político de todas las tendencias que se reclaman del proletariado y revolucionarias. Por un lado, se acentúa la condición de organizaciones políticas contrarrevolucionarias y proburguesas de todas las tendencias que se reclamaron del “Socialismo del Siglo XXI”, que terminan alineándose tras la política procapitalista de los gobiernos burgueses en pugna. Por otro, se acentúan los contornos derechistas, dictatoriales y profascistas de los partidos burgueses y reformistas.
El desarrollo de los acontecimientos precipitados en torno a la Guerra en Ucrania, ha puesto a prueba a todas las tendencias políticas y en particular a las que se reclaman marx-leninistas trotskistas. La mayor parte de ellas han terminado doblegándose a la presión del imperialismo que condena la invasión Rusa, haciendo abstracción de los planes expansionistas de la OTAN, a título de un derecho abstracto a la autodeterminación de las naciones; derecho que el imperialismo y la propia OTAN jamás respetaron porque, por su propia naturaleza (nación opresora), están orgánicamente incapacitados para ello, o, por el contrario, poniéndose de lado de los métodos burgueses y de opresión nacional aplicados por la burocracia y la oligarquía Rusa en la invasión de Ucrania, a título de que los restos de la burocracia estalinista y la naciente oligarquía burguesa Rusa, son más “progresistas” que el imperialismo norteamericano.
Ninguna de estas tendencias confía ni entiende que la única respuesta revolucionaria pasa por comprender que sólo el proletariado, enarbolando su programa y estrategia política y orientada a sentar las bases del socialismo, puede apuntar a acabar con sus propios gobiernos procapitalistas y proimperilaistas. Así, sobre la base de la socialización de los grandes medios de producción y el establecimiento de la economía planificada, se podrá alcanzar una paz duradera que haga realidad el derecho a la autodeterminación de las naciones, en un mundo sin explotados ni explotadores. La tarea pasa por la necesidad de imponer el desmantelamiento de la OTAN, la expulsión de las bases militares norteamericanas en Europa y el mundo y por el retiro de las tropas rusas de Ucrania.
En América Latina, más que en cualquier otra región del mundo, se sentirán las consecuencias de la estanflación, en ese sentido son los pronósticos de los organismos financieros del imperialismo. Lo que ya se viene manifestando en los elevadísimos índices de inflación, que viene marcando records históricos y con la consiguiente agudización de los conflictos sociales. El control circunstancial que algunos gobiernos, como el boliviano, logran en base a la subvención de los carburantes, los granos y el congelamiento de los salarios e ingresos de la población, no frena el proceso inflacionario ni mucho menos impulsa la reactivación del aparato productivo.
Es en el escenario de este tensionamiento en la disposición combativa en las masas y la quiebra política de sus direcciones tradicionales, que se abre un terreno abonado para la penetración del partido revolucionario en su seno. Esta posibilidad podrá troncarse en realidad a condición que existan las células partidistas debidamente armadas y con la experiencia suficiente para acometer la tarea. Las adquisiciones programáticas serán puestas a prueba y los hechos se encargarán de reclamar su superación. Nuestra ventaja comparativa es que como POR-CERCI, poseemos la experiencia de haber sido capaces de transformar le instinto comunista del proletariado en política revolucionaria consciente y en esa medida comprender la trascendental importancia de ser un partido programa de organización bolchevique celular, basado en el centralismo democrático.
(POR Bolivia – Masas nº2705)