Se recrudece el ataque al movimiento de desocupados
Las últimas semanas han sido aleccionadoras respecto a cómo se manipula la llamada “opinión pública” para demonizar a los luchadores. Las enormes jornadas del movimiento de desocupados -muy especialmente de la Unidad Piquetera- trajeron aparejada una respuesta contundente y con munición pesada por parte de la burguesía y sus servidores a sueldo.
Los medios de comunicación cantaron a coro, casi sin fisuras entre los oficialistas (C5N sobre todo) y opositores (La Nación+, Todo Noticias, entre otros), sus calumnias y falsedades de manera sincronizada a la par que el Gobierno rechazaba una vez más la atención de las reivindicaciones más sentidos del movimiento de desocupados.
En el mismo sentido, las promesas de crear el “movimiento antipiquetes” por parte de Milei, se convirtió en el puntapié inicial del Frente Único contra los luchadores que integran sin ninguna delimitación Juntos x el Cambio y el Frente de Todos. Así, desde fines de marzo el ataque sistemático contra los luchadores se dio por parte de Patricia Bullrich, Rodríguez Larreta, García Moritán (de la lista de López Murphy), Sergio Berni, y hasta la propia Cristina Kirchner.
La reaparición de un histórico dirigente del movimiento piquetero en los noventa como Luis D’Elía no tuvo como objetivo la reivindicación de los métodos de lucha, sino por el contrario, los más bajos y repodridos recursos de la difamación y mentira para con las organizaciones que salen por sus recamos, especialmente al Polo Obrero en base a la denuncia del cobro del 2% de contribuciones a sus afiliados.
Los movimientos de desocupados y organizaciones políticas solo pueden financiarse a través de los aportes voluntarios de sus afiliados, lo que constituye una garantía para mantener su independencia frente al Estado y las patronales. Rechazamos enfáticamente este ensañamiento con denuncias de dudosa procedencia sobre su accionar en los barrios. Los comedores que gestionan son en muchos casos la única posibilidad de poner un plato de comida en la mesa de los vecinos. Debemos estar atentos y levantar la guardia contra estas arremetidas sincronizadas que ocurren diariamente, aunque algunos se den contra las propias organizaciones de desocupados de sus filas.
Los argumentos de “terminar con los curros” “transparentar los planes sociales “transformar al desocupado en un trabajador con derechos” no pasan de ser vulgares invenciones, al ver la nula capacidad para escuchar los más básicos reclamos del sector. El principal y casi único objetivo consiste en domesticar y disciplinar a los luchadores.
¡La respuesta en los barrios tiene que ser igual de contundente, igual de unitaria, igual de organizada! Tenemos que dejar de lado toda mezquindad y toda diferencia de aparato, para lograr la mayor amplitud de organización en los barrios. Padeciendo las mismas necesidades, los mismos golpes al bolsillo, las mismas realidades miserables de vida y las peores condiciones de trabajo (fuera de convenio y con los sueldos más bajos) solo nos queda tender los lazos de solidaridad más fuertes para no vernos sobrepasados por el ataque.
Y advertimos que siendo necesaria esta unidad, la única garantía de poder resolver los problemas más urgentes es entroncando inevitablemente con el movimiento obrero ocupado, con los sectores industriales del proletariado, bajo su dirección, bajo su histórico programa, de revolución y dictadura proletarias.