Ecuador: Lasso retrocede ante la fuerza del movimiento
Aprovechar el impasse para reorganizar los movimientos y unificar a las masas bajo un plan común de reivindicaciones
El 30 de junio se firmó un acuerdo entre las organizaciones indígenas y el gobierno. Esto dio lugar a la desactivación de las movilizaciones. El gobierno acordó reducir el precio del diésel y la gasolina hasta en 15 centavos de dolar; detener los ajustes de precios; subvencionar hasta el 50% del precio de la urea (un insumo vital en la producción agrícola) para los pequeños y medianos productores (la mayoría indígena); Anuló el Decreto 95, sobre política petrolera, y propuso reformas al Decreto 191 sobre política minera (ampliación de la exploración en áreas indígenas y protegidas); aumentará los subsidios sociales en 5 dólares (de 50 a 55 dólares); declaró en «emergencia» el sistema de salud pública, y «duplicará» el presupuesto de educación. Prometió cancelar deudas de hasta 3.000 dólares, y aplicar líneas de crédito con bajos tipos de interés, y sobre todo no avanzar en la privatización de empresas públicas.
Las masas impusieron parte de las reivindicaciones contenidas en el Plan de Diez Puntos (ver, Masas nº667) que unificaba la lucha indígena con las luchas contra el encarecimiento de la vida y las contrarreformas. Todo indica que hubo una importante victoria parcial del movimiento. Coyunturalmente, se refuerzan las posiciones populares. Pero, las medidas son completamente insuficientes para imponer un giro decisivo en las condiciones de vida de las masas. El Decreto 457 («Alineamientos para la optimización del gasto público»), que tiene como objetivo la eliminación de puestos de trabajo, la congelación de los salarios, la precarización de las relaciones laborales, etc., siguió vigente.
Los gobiernos semicoloniales atraviesan un giro derechista y represivo, incluidos los nacional-reformistas, determinado por la política burguesa mundial de opresión social y saqueo de las naciones oprimidas, a pesar de los reveses coyunturales de los gobiernos. Una manifestación de estos cambios en las relaciones de clase son las tendencias racistas de la clase media acomodada contra los indígenas. Esta base social, aunque minoritaria, refuerza coyunturalmente al gobierno en descomposición.
El gobierno, aunque debilitado, sigue en pie. Las Fuerzas Armadas siguen sirviendo de apoyo para su conservación. El imperialismo se orienta a reforzar la gobernabilidad, con el objetivo de aprovechar una nueva oportunidad para continuar con la política servil y la ofensiva que destruye empleos y salarios. En otras palabras, el retroceso cíclico del gobierno y la victoria parcial de las masas no alterarán el curso de las contrarreformas y los ataques, dictados por el capital financiero y monopólico mundial.
En 2019, las masas obligaron al gobierno a retirar parte de las medidas antiobreras y antipopulares. Moreno intentó romper el movimiento con una represión brutal. Pero, la radicalización de las luchas le obligó a hacer concesiones limitadas. Una vez enfriado el movimiento, el gobierno retomó el curso de las contrarreformas. Lasso seguirá el mismo camino, a menos que los indígenas sigan organizados y dispuestos a volver a las manifestaciones. La vanguardia que despierta en la lucha de clases tiene la tarea de vigilar el cumplimiento del acuerdo, y mantener la organización independiente de los oprimidos.
(POR Brasil – Masas nº668)