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Seis meses de guerra en Ucrania

La responsabilidad del agravamiento de las crisis recae sobre todo a Estados Unidos

La guerra en Ucrania, en lugar de enfriarse, se ha intensificado. El acuerdo para liberar las exportaciones de grano de Ucrania no representó una distensión, como presentaron el negociador turco Recep Tayyip Erdogan y el Secretario General de la ONU António Guterres. Recientemente, los dos negociadores de «paz» se reunieron con el presidente de Ucrania, Volodmir Zelenski, para discutir cómo «evitar un accidente nuclear en la central de Zaporizhzia». Quieren la desmilitarización de la zona devastada por la guerra. Evidentemente, Putin no podía aceptar, ya que los soldados rusos tendrían que retirarse de una importante posición ganada al principio de la confrontación.

Zelenski aprovechó la ocasión para instar al imperialismo a «garantizar la seguridad» de la central nuclear. Es bien sabido que el Organismo Internacional de la Energía Atómica (OIEA) está controlado por Estados Unidos. El riesgo de que los bombardeos de ambas partes provoquen una nueva tragedia atómica, como la de Chernóbil en 1986, es realmente real. La responsabilidad no será sólo de Ucrania y Rusia, sino sobre todo de Estados Unidos y su alianza imperialista.

La guerra se prolonga, gracias a la financiación y al sofisticado armamento que recibe el gobierno pro-OTAN de Zelenski. La estrategia de Estados Unidos de prolongar la guerra el mayor tiempo posible para agotar las condiciones militares, económicas y políticas de Rusia está clara desde hace tiempo. El aumento de la capacidad destructiva del armamento recibido por las Fuerzas Armadas de Ucrania ha sido decisivo, como se ha demostrado ante los ataques sufridos por las posiciones rusas, no sólo en la región de Donbass sino también en Crimea.

La decisión del Ministerio de Defensa ruso de enviar aviones cargados con misiles hipersónicos a Kaliningrado, territorio situado entre Lituania y Polonia, es también un indicador de que la guerra se intensifica en lugar de enfriarse y avanzar hacia una solución. Esta medida, según el gobierno ruso, es una respuesta al hecho de que Finlandia y Suecia hayan decidido entrar en la OTAN. La noticia de que este armamento puede portar una bomba atómica de baja intensidad refleja la situación en la que la guerra en Ucrania tiene detrás y a su alrededor la ofensiva estadounidense para cercar y debilitar a Rusia.

Cabe señalar que la advertencia del Secretario General de la ONU sobre los riesgos nucleares de una guerra en Ucrania no era más que palabrería, ya que su objetivo era y es mantener a las tropas rusas alejadas de la planta de Zaporizhzia, mediante una inspección del OIEA. El riesgo existe, pero sólo se tratará con seriedad si se expone la responsabilidad de Estados Unidos y sus aliados.

La inclusión de Finlandia y Suecia en la OTAN muestra la total despreocupación del imperialismo por la prolongación de la guerra y sus riesgos para la humanidad. Por otro lado, no hay manera de separar la escalada bélica en Asia de lo que está ocurriendo en Europa con la guerra en Ucrania.

La provocación de la visita de la congresista estadounidense Nancy Pelosi a Taiwán estuvo muy bien planificada, a pesar de que el Presidente de la República, Joe Biden, declaró que no la había recomendado.  Aunque tenía claro que la alianza de China con Rusia ante la guerra de Ucrania era poco ofensiva para la estrategia de EE.UU. en Europa, Biden no esperó ni espera el final del conflicto para retomar abiertamente la embestida contra China. Así, Taiwán se erigió en otro elemento básico de la política bélica estadounidense, como lo ha sido Ucrania.  La cumbre de Madrid, celebrada por la OTAN, se corresponde con una escalada militar en Europa y Asia. La misma actitud de armar a Ucrania contra Rusia, se repite al armar a Taiwán contra China.

Las tendencias bélicas impulsadas por el imperialismo se gestan en medio de la guerra comercial. El capitalismo se ha visto sacudido de crisis en crisis. La crisis más llamativa después de la Segunda Guerra Mundial fue la de 2008, cuando el epicentro del estallido se manifestó precisamente en la mayor potencia, Estados Unidos. Desde entonces, los desequilibrios han aumentado.

En estas condiciones, la potenciación económica de China se ha convertido en un obstáculo para el mantenimiento de la hegemonía absoluta norteamericana, aunque el proceso de restauración capitalista, promovido por el Partido Comunista Chino, haya favorecido a las multinacionales.  Tanto Rusia como China tienen que ceder a los intereses del capital financiero y de los monopolios, que chocan con las fronteras nacionales resultantes del reparto del mundo en la Segunda Guerra Mundial.

La descomposición internacional del capitalismo ya no permite mantener el equilibrio de fuerzas que estableció el nuevo orden de posguerra. Las fuerzas productivas altamente desarrolladas están en abierto choque y rebelión contra las relaciones de producción capitalistas de la época imperialista.  En otras palabras, están más que maduros para dar paso al socialismo.

La clase obrera y los demás explotados soportan todo el peso del agotamiento histórico del capitalismo en forma de desempleo, subempleo, devaluación de la fuerza de trabajo, miseria y hambre.  Las consecuencias de la guerra en Ucrania están sacrificando aún más las condiciones de existencia de las masas oprimidas. La resistencia ha tenido lugar, a través de huelgas y levantamientos. Sin embargo, todavía son moleculares y no han llegado a la altura de responder a la guerra en Ucrania y a la escalada militar en Asia. Pero es cuestión de tiempo que las masas despierten a los peligros de una guerra generalizada.

No debemos perder de vista que el principal obstáculo responsable de la ausencia de un movimiento internacional contra la guerra de dominación reside en la crisis de dirección. Las direcciones sindicales y políticas, que controlan las organizaciones de los explotados, están completamente adaptadas a los intereses de la burguesía y del propio imperialismo.

Durante estos seis meses de guerra en Ucrania, el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la Cuarta Internacional ha desarrollado una campaña sistemática bajo las banderas: por el fin de la guerra; desmantelamiento de la OTAN y de las bases militares estadounidenses; revocación de las sanciones económicas y financieras a Rusia; autodeterminación, integridad territorial y retirada de las tropas rusas de Ucrania; ¡los Estados Unidos y la OTAN fuera de Asia!

POR Brasil – Massas 671, editorial, 21 de agosto de 2022

 

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