Brasil: Táctica y estrategia del POR de cara a las elecciones
El POR, como partido marxista-leninista-trotskista, reconoce la necesidad de participar en las elecciones, y de utilizar la tribuna del parlamento, para defender los intereses de los explotados y trabajar por su organización en el ámbito de la independencia política y la lucha de clases. La defensa del voto nulo es una contingencia de la situación objetiva.
Las condiciones para aplicar la táctica revolucionaria en las elecciones dependen del desarrollo del partido y de que los oprimidos consigan que sea legalizado. Los requisitos legales se han vuelto cada vez más impeditivos para la legalización del partido revolucionario, cuyo desarrollo nacional entre los explotados es todavía embrionario. La última reforma de la ley electoral dificulta la existencia de los propios partidos de izquierda que, por el momento, han mantenido sus inscripciones. Al mismo tiempo, favorece a los grandes aparatos del partido de la burguesía
El PT, que surgió a principios de la década de 1980, repleto y asentado en sindicatos, acabó convirtiéndose en uno de estos enormes aparatos, junto al PMDB, el PSDB, etc. Los partidos electoralmente más débiles, especialmente los de izquierda, suelen perder los privilegios del Fondo de Partidos y del Fondo Electoral, y se arriesgan a perder sus registros si no cumplen la norma de la “Cláusula de Barrera”. Se ha abierto una puerta a la formación de Federaciones Partidarias, cuya función es preservar electoralmente a los partidos más débiles, en la condición de servidor del partido más fuerte que alberga la relación federativa. Es lo que ocurre con la federación del PT con el PCdoB y el PV, así como del PSOL con la Rede Sustentabilidade.
En resumen, las reformas electorales han hecho aún más difícil, si no imposible, la participación de los partidos que no cuentan con un rico aparato electoral, entretejido por una multitud de hilos con la política burguesa, el Estado y sectores de la burocracia estatal. La democracia oligárquica no apoya los derechos democráticos que permiten la libre participación de los partidos que no están directamente bajo la influencia del gran capital, y mucho menos el partido marxista-leninista-trotskista, que encarna la estrategia de la revolución proletaria, y desarrolla la táctica de la lucha de clases. Ni siquiera el frente de izquierda oportunista, que en el pasado unió al PSOL, al PSTU y al PCB en torno a la candidatura presidencial de Heloísa Helena, ha sobrevivido. El PSOL y su federación, en la presente disputa electoral, se sometieron a la candidatura de Lula. Su supervivencia está seriamente amenazada por la nueva legislación electoral. Ha llegado a depender del número de parlamentarios elegidos.
Las candidaturas del PSTU y del PCB no están orientadas a defender la estrategia revolucionaria, a aplicar la táctica de la lucha de clases, a desenmascarar el carácter burgués-oligárquico de las elecciones y a agitar las banderas de los explotados.
La polarización entre Lula y Bolsonaro repite, en cierta medida, lo ocurrido en las elecciones de 2018 entre Haddad y Bolsonaro. Una parte importante de los pobres, miserables y hambrientos se han pasado al candidato del PT debido a la trágica experiencia con el gobierno burgués de ultraderecha encarnado por el bolsonarismo. La mayoría de la clase obrera se arriesga a confiar en las promesas de Lula, sin darse cuenta de que el caudillo del PT gobernará para la burguesía, como hizo en sus dos mandatos. Los explotados, así, se mueven bajo la intensa disputa entre Lula y Bolsonaro, sin darse cuenta de que, sea cual sea el gobierno elegido, en las condiciones de permanencia de la crisis económica y avance de la putrefacción del capitalismo, seguirán sufriendo el desempleo, el subempleo, la pobreza, la miseria y el hambre. Todo indica que, por otro lado, no habrá tregua para la crisis política, que se proyecta desde la recesión de 2016 y el golpe de Estado, que derrocó institucionalmente al gobierno petista de Dilma Rousseff.
El POR ha basado su campaña en la defensa del programa de la propia clase obrera, sus formas de lucha colectiva y la democracia, la denuncia del electoralismo y la independencia de los sindicatos de cualquiera de las variantes de la política burguesa. El voto nulo concentra la defensa de la independencia política de los explotados e indica la necesidad de mantener, inmediatamente después de las elecciones, la lucha por el programa de reivindicaciones, que une a los explotados nacionalmente contra el nuevo gobierno, que continuará la dictadura de clase de la minoría capitalista ejercida sobre la inmensa mayoría oprimida.
Está claro que las ilusiones democráticas depositadas en la candidatura de Lula son fuertes. También está claro que Bolsonaro ha sido capaz de aglutinar a una amplia capa de la clase media, resentida por la ruina económica, que ha llegado a creer que la vía del autoritarismo fascistizante puede ser su salvación. Estas dos manifestaciones sociales que aparecen en la polarización electoral tienden a adoptar nuevas formas de lucha de clases en el próximo período.
Sólo el proletariado organizado y en condiciones de defender el programa reivindicativo podrá enfrentar las tendencias ultraderechistas, que se han cobijado en el seno de las clases medias, como reflejo de la política fascistizante de sectores de la burguesía brasileña, como se evidenció en la regimentación bolsonarista del 7 de septiembre.
Lo fundamental de la táctica y de la estrategia del POR para las elecciones está en la propaganda del programa de reivindicaciones, en la agitación por las demandas más sentidas por las masas y en la demostración del camino de la lucha de clases, ligado a la defensa del poder propio de los explotados, que se sintetiza en la lucha por un gobierno obrero y campesino.
(POR Brasil – Masas nº673)