Brasil: Que el 20 de noviembre sea el punto de partida para la unificación y organización de los explotados en defensa de sus necesidades
Manifiesto POR – Conciencia Negra
Noviembre se considera el mes de la conciencia negra. Es cuando se lanzan varias campañas contra el racismo y el día 20 tienen lugar las tradicionales «Marchas de la Conciencia Negra». La referencia es al día de la muerte de Zumbi dos Palmares, que fue asesinado por los soldados de Dom Pedro II, en 1695. En la situación en que se encuentran las masas negras, en 2022, el 20 de noviembre debe tener un claro carácter de denuncia de sus condiciones de vida y existencia, además de ser el punto de partida para la organización de la mayoría oprimida del país, en su lucha por sus necesidades.
Fue en este mes de noviembre cuando Brasil concluyó un largo proceso electoral que, desde el punto de vista político, no meramente formal, comenzó ya en 2021 con el movimiento de «Fora Bolsonaro – Impeachment». El POR participó en este movimiento, trabajando por su construcción, sin dejar de hacer sus críticas, señalando que era una bandera burguesa de sustitución de un gobierno burgués por otro, y que no tenía nada que ver con las necesidades reales de las masas. Para el PT, sin embargo, era una forma de desgastar a Bolsonaro para capitalizar las elecciones, era pues una continuación de la política aplicada desde el inicio de la Pandemia.
Ante el vacío dejado por el movimiento social, en la Pandemia se generaron dos respuestas políticas burguesas destinadas a mantener a los trabajadores atomizados y dispersos. Por un lado, la política burguesa reaccionaria de Bolsonaro, que consistía en negar la existencia del virus y sus consecuencias. Por otro, la política burguesa de «quedarse en casa», dirigida por Doria y apoyada por los movimientos, las centrales sindicales y los organismos estudiantiles, que consistía en la pasividad de las masas y la confianza en que el parlamento resolvería el problema.
Cabe destacar que el movimiento negro organizado no presentó una respuesta independiente, ni siquiera ante la virulencia mucho mayor de la enfermedad sobre los negros y negras. Por el contrario, se sometió a las orientaciones reformistas y conciliadoras. La realidad demostró que ambas variantes de la política burguesa fracasarían, los explotados en general y los negros en particular pagarían un alto precio por no reaccionar en defensa de su propia respuesta y programa. Hemos visto que la burguesía se ha mostrado incapaz de proteger a las masas y ha aprovechado la crisis sanitaria para descargar el peso sobre las espaldas de la clase obrera y la mayoría oprimida. No hay más que ver el amplio acuerdo para aprobar la MP (Medida Provisional) 936, que suspendía los contratos y reducía los salarios en nombre del mantenimiento de los puestos de trabajo, lo que resultó ser una farsa, ya que se despidió a millones de personas.
Incluso con la táctica electoral del largo desgaste del gobierno, el PT necesitó encabezar una candidatura de frente amplio, que se fue ampliando a medida que se acercaban las elecciones. La elección de Alckmin como vicepresidente fue sólo la punta del iceberg, la entrada más directa del capital financiero, los sectores del agronegocio, los sectores oligárquicos controlados por el MDB y el PDT, etc., se fueron sumando al frente amplio, para dar la victoria a Lula. Lo fundamental es que la elección de Lula, por mucho que la izquierda se empeñe en falsificarla, no representó ni representará la garantía de mejora de las condiciones de vida de la mayoría. Ahora se trata de unificar a la mayoría oprimida del país en torno a su propio programa de reivindicaciones. Se trata de unir a los ocupados y desocupados, a los negros y a los blancos, más allá de su voto, para organizar un movimiento que tenga como ejes el empleo, el aumento general de los salarios, la vivienda para todos, el fin de las contrarreformas laborales y de la seguridad social, etc.
Los gobiernos elegidos, todos ellos, están obligados a atacar los derechos y las condiciones de existencia de los trabajadores. El proceso de transición gubernamental ha sido la culminación de todo este periodo. Los equipos de transición, dirigidos por nombres vinculados al capital, han demostrado que será un gobierno completamente subordinado a los intereses de la minoría explotadora, para mantener el saqueo sobre el trabajo y sostener el parasitismo del capital.
Hay que hacer una diferenciación. El equipo de transición del sector «Igualdad Racial» convocado por Lula/Alckmin está dominado por representantes del movimiento social, como Douglas Belchior y Thiago Tobias, de la Coalición Negra por los Derechos, Iêda Leal, del MNU, etc. Este equipo ha sido engañado con la promesa de la creación de un Ministerio de Igualdad Racial, pero todo indica que será sólo una Secretaría. Si, por un lado, estos grupos fueron parte de la construcción de la campaña del frente amplio, y ahora retiran su parte, por otro lado, el nuevo gobierno asegura que los representantes del capital controlan sectores estratégicos como Economía, Educación, Planificación, Presupuesto y Gestión, etc. Lo fundamental es que esto indica que una parte considerable del movimiento social, incluidos los principales representantes del movimiento negro (MNU y Coalición), servirán de apoyo al gobierno.
Cuando decimos que los gobiernos están obligados a atacar a los trabajadores, significa que están condicionados por su carácter de clase, burguesa, y por la crisis económica internacional, que se refleja en Brasil. La crisis, que ya se estaba gestando antes de la pandemia, ha cobrado fuerza y está lejos de resolverse. La guerra en Ucrania es el principal factor que profundiza la crisis en este momento. Además de la bárbara destrucción de las fuerzas productivas, incluidos los trabajadores rusos y ucranianos, ha provocado la subida de los precios a nivel internacional, especialmente de los alimentos y la energía. A Estados Unidos, como su objetivo es prolongar al máximo la guerra para debilitar a Rusia, no le importa el agravamiento de la crisis mundial. En estas condiciones, el imperialismo sigue saqueando las semicolonias, drenando sus riquezas y bloqueando cualquier posibilidad de crecimiento.
La crisis internacional, inevitablemente, se ha manifestado en Brasil, provocando principalmente el aumento del coste de la vida. La inflación alcanzó los dos dígitos y los salarios no siguieron el mismo ritmo. Tras una breve caída, empezó a subir de nuevo. Las familias negras y pobres son las que más sufren. Pagaron con los despidos masivos del último periodo, y muchos se ven obligados a vivir en la informalidad. Hoy en día, pagan con hambre y miseria, falta de vivienda y trabajo, por no hablar de la discriminación que sienten cada día.
En Brasil, esta tendencia recesiva está en la base del empeoramiento de las condiciones de vida de las masas negras, en general, y del aumento del racismo, en particular. Esto explica también el avance del conservadurismo de clase media, especialmente la capa que se ve empujada a la defensa chauvinista de estas pequeñas posesiones, lo que amplifica sus acciones racistas, xenófobas, etc. El aumento de la violencia verbal y física contra los hombres y mujeres negros ha tenido el apoyo directo del presidente de la República, Jair Bolsonaro, y de los sectores de ultraderecha, que han crecido en el control del Estado. Sin embargo, el curso de los acontecimientos ha demostrado que la derrota de Bolsonaro en las urnas no frenará las tendencias reaccionarias, incluida la opresión racial.
Precisamente en este mes se están produciendo miles de despidos en el ABC, en SP, sólo en Mercedes hay 3600 obreros, que se quedarán sin trabajo en las próximas semanas. Ante esta situación, el sindicato de los metalúrgicos ABC, liderado por el PT, ha conciliado con la multinacional alemana sobre las indemnizaciones por despido. Engañan a los obreros con la indemnización por despido, como si la desocupación no fuera la peor desgracia en la vida de una familia trabajadora. En realidad, los obreros están siendo despedidos y pasarán a formar parte de un enorme ejército industrial de reserva, una masa de desempleados y subempleados que no pueden encontrar una relocalización en un mercado restringido por la crisis estructural del capitalismo. Como vemos, la conciliación se manifiesta en la esfera del gobierno y en la esfera sindical, ahí está la necesidad de organización y lucha con independencia de clase.
Son estas condiciones objetivas las que explican el empeoramiento de la situación de vida de las masas negras. En primer lugar, el empeoramiento de su situación concreta, la mayoría sin trabajo, con salarios más bajos, la mayoría entre los que no tienen vivienda o pagan alquiler, etc., además del empeoramiento en los casos de discriminación e injurias raciales. El caso de San Pablo es ejemplar: en los seis primeros meses del año se registraron más casos de discriminación racial que el total registrado en los dos últimos años. Algunos casos cobraron protagonismo y acabaron siendo ampliamente difundidos por los medios de comunicación, revelando el profundo atraso social impuesto por el capitalismo podrido. Uno de estos casos de gran proyección fue en Sergipe, donde Genivaldo de Jesús, negro y pobre, fue asesinado por la Policía Federal en una especie de cámara de gas improvisada en su propio vehículo. Los gobiernos juegan a ser santos, condenando estas acciones y castigando, en el mejor de los casos, a los individuos implicados. Así, enmascaran el hecho de que se trata de un problema crónico que sólo puede resolverse demoliendo la estructura social capitalista y construyendo una nueva, socialista, en su lugar.
La clase obrera y los demás trabajadores brasileños están compuestos por una mayoría negra, entrelazada con millones de blancos explotados, formando así la mayoría nacional oprimida del país. Su historia de opresión tiene raíces que se remontan al período de la esclavitud y su transición a la esclavitud asalariada. Ahí tenemos los dos fundamentos que nos permiten caracterizar la opresión racial como una manifestación de la opresión de clase. Y que, siendo así, sólo será eliminada en la lucha histórica del proletariado por derrocar la dominación del capital y construir un modo de producción superior, fruto de la revolución y la dictadura proletaria.
El Partido Obrero Revolucionario, en este 20 de noviembre, se dirige al conjunto de los explotados, y a los negros en particular, para defender que las Marchas de la Conciencia Negra sean el punto de partida de una lucha organizada, independiente y de clase contra todos los gobiernos burgueses que se formaron en las últimas elecciones, y que no tardarán en descargar la crisis capitalista sobre nuestras espaldas, garantizando miles de millones de ganancias y el mantenimiento de la alta concentración de la riqueza en manos de la burguesía. Esta organización debe realizarse a través de la formación de comités de lucha en los barrios, escuelas, universidades, fábricas y otros lugares de trabajo. Debemos trabajar para que los sindicatos y movimientos rompan con la política de conciliación de clases y preparen la lucha desde ahora, exigiendo a los gobernantes electos, y especialmente el gobierno de Lula, atiendan las demandas de los explotados. Debemos tomarnos la lucha en serio para que ningún trabajador negro sea discriminado en el trabajo, en la calle, en los barrios, en cualquier entorno o situación social. Sólo así podremos conseguir victorias con nuestra fuerza colectiva.