Bolivia: La chacota politiquera entre el gobierno y la vieja derecha se trasladó al parlamento

Cuando ya había una aceptación implícita para dar fin al paro cívico cruceño que agoniza y va degenerando en instrumento de extorsión por malvivientes alentados por los cívicos en los puntos de bloqueo, con la promulgación de una ley que refrende el decreto del gobierno de realizar las elecciones en marzo de 2024 y la redistribución de recursos por coparticipación para septiembre del mismo año, la chacota politiquera se ha trasladado al Parlamento y esta nuevamente entrampada.

La vieja derecha, políticamente agotada -de boca para afuera defensores de la democracia frente a la dictadura masista-, acaba alineada detrás de la dirección del ultrareaccionario Comité Cívico pro Santa Cruz y el Facho Camacho insistiendo en que el censo se realice el 2023.

La nueva derecha masista y su gobierno, hundiéndose en medio de su irreversible crisis interna, producto también de que se ha agotado políticamente, aferrada a tratar de hacer pasar gato por liebre recurriendo a la impostura de que es víctima de la conspiración derechista porque es un gobierno del pueblo, revolucionario y antiimperialista, dividida entre los que no se necesita ley alguna fuera del decreto (arcistas) y los que si se apruebe la ley con la fecha de 2024 (evistas).

Esta estúpida lucha es una expresión más de la caducidad política de la miserable burguesía nativa.

Los explotados y oprimidos del país no pueden seguir tolerando la majadería de los politiqueros tanto de la vieja como de la nueva derechas.

La crisis burguesa pone a la orden del día la necesidad histórica de la revolución dirigida por el proletariado a la cabeza del conjunto de los oprimidos, que libere al país de esta clase podrida, corrupta e incapaz, e instaure el gobierno obrero-campesino y de todos los oprimidos..

(POR Bolivia – Masas No.2724)


LA CADUCIDAD DE LA CLASE DOMINANTE

Todo el país ha estado soportando lo que no puede menos que llamarse una chacota politiquera entre dos expresiones políticas de la incapaz burguesía nativa en la disputa mezquina por el Poder en perspectivas a las elecciones del 2025.

El gobierno de Luis Arce Catacora empeñado en tratar de convencer a los hambrientos, contra la realidad, que la situación económica del país va viento en popa, que salimos adelante, etc. mostrando indicadores macroeconómicos que ocultan los efectos sociales de una distribución inequitativa de los pobres recursos del país. La miseria entre las mayorías se ahonda en tanto que surgen una ínfima minoría que se hace cada vez más rica.

En su discurso informe de sus dos años de gobierno, Arce hace hincapié en la estabilidad económica, baja inflación, tipo de cambio fijo respecto al dólar, subvención del precio de los combustibles, índice de crecimiento del 4,13%, etc., atribuibles a su “modelo económico social comunitario”, en medio de un mundo agobiado por la recesión económica mundial.

Pero lo que no dice es que la principal fuente de ingreso del Estado: la venta de gas al Brasil y la Argentina está en total declive, que nos estamos comiendo las reservas del Banco Central, que nos estamos endeudando hasta el cuello y el gobierno está rascando la olla metiendo mano a los recursos internos como los fondos de pensiones y busca desesperada mente acentuar la política entreguista del país en favor de la inversión extranjera imperialista. Ni una palabra sincera sobre esta situación ni cómo espera salir de ella.

Tomamos algunos datos de un interesante artículo de Enrique Velasco en Brujula Digital (11 11 22) que señala:

1.El “milagro boliviano” no es tal: estamos en la cola de América Latina ..

2. Estructuralmente, los hogares que dependen de la economía formal, han sido afectados por el deterioro de la distribución primaria del ingreso que cayó del 40,5% (promedio 1990 a 2005), a 32,6% (promedio 2006-16).

3. La economía creció por el sector externo, más que por mayor producción y consumo nacional: el aumento de la demanda global interna se debe al aumento de la inversión pública, pero el consumo de los hogares cayó 6% y el aporte de las importaciones respecto al consumo de los hogares, sube del 37% entre 1990-05, al 55% en 2006-19.

4. Estructuralmente, crecieron los sectores que menos deberían crecer: el agregado “FAPI” (sector financiero, administración pública, e impuestos), que no genera ni valor agregado ni empleo, en 2000-05 aportaba un 20% al crecimiento del PIB, pero hacia el 2015 llega al 50%, superando los aportes del resto de la economía (la real y la extractiva).

5. El crecimiento es desigual y episódico, tanto territorial como sectorialmente: es evidencia de la ausencia de políticas de desarrollo y de diversificación productiva que se ajusten a un marco de “autonomías efectivas” para responder, adecuada y oportunamente, a las realidades regionales y locales, articuladas creativamente en estrategias compartidas de desarrollo. 6. Bolivia es un líder mundial de informalidad y precariedad del empleo: es el origen de la pobreza persistente, porque con el eufemismo de emprendedurismo, se oculta al cuentapropismo obligado y la autoexplotación laboral a la que está forzada el 85% de la fuerza laboral, por la incapacidad estructural de la economía para crear los 200 mil empleos dignos que, anualmente, demanda la sociedad.

7. El Estado quita a las personas más recursos de los que da en bonos: entre 2008 y 2016, los bonos pagados sumaron 22 mil millones de bolivianos, pero los asalariados dejaron de percibir 170 mil millones por la reducción de su participación en la distribución del ingreso. El “government take” aplicado a ENTEL, BoA o al sector financiero, afecta a los usuarios de esos servicios –el pueblo boliviano– que está obligado a pagar tarifas (o intereses) más altas por servicios que no siempre son de calidad.

8. La reducción de la pobreza moderada y extrema no es realista ni sostenible: resulta de aumentar el ingreso en el eje central, a personas con baja escolaridad, del sector informal y en actividades no transables; respecto a países vecinos, existen enormes brechas en la calidad de vida.

9. El manejo fiscal-impositivo es un fuerte incentivo a la informalidad, y la causa más directa de la distorsión del equilibrio entre la capacidad del aparato productivo y la demanda, relación que determina la capacidad de crear empleo digno, el cimiento del crecimiento sostenido.

10. La financiarización ha tenido muy poco impacto (si alguno) en la diversificación productiva, pero ha acentuado la desigualdad: el modelo vigente benefició expresamente al sistema financiero en magnitudes que superan, de lejos, lo sucedido en el “período neoliberal”.

(POR Bolivia – Masas No.2724)


La existencia de corrientes federalistas obedece al atraso del país: tendencias que se agitan en su seno

La independencia boliviana de la corona española -a principios del siglo XIX- se da de manera tardía, cuando el capitalismo ya entraba a su etapa imperialista. El capital financiero inglés llegará pocos años después con la finalidad de explotar la plata, en un país donde casi toda la economía se asentaba en la explotación agraria bajo formas de producción feudales y el nuevo Estado políticamente controlado por las castas conservadoras que estaban felices en convertir el sudor y la sangre de los pongos en oro.

Este país, en sus inicios, no tuvo tiempo de vivir la experiencia, que vivió Europa en el proceso de su transformación económica donde se produjo la superación de los mercados locales para posibilitar el surgimiento de mercados más amplios y regionales, como fundamento de la estructuración de los nuevos estados nacionales burgueses que se consolidaron sobre los escombros de los estados monárquicos locales.
Los liberales que llegaron del norte a la cabeza de los ejércitos libertarios fueron derrotados y expulsados por las castas conservadoras de terratenientes, reacios a cualquier cambio de la economía. Durante el siglo XIX, la incapaz clase domínate nativa y la presencia del capital financiero se constituyeron en los obstáculos insalvables del cumplimiento de las tareas democráticas como el surgimiento de un mercado nacional, la vertebración de las regiones con el centro del país, la tecnificación de la explotación agraria; en el plano superestructural, el surgimiento de un Estado nacional democrático y soberano, de una cultura nacional superando las viejas culturas regionales, de una educación moderna, etc.

La sobrevivencia dominante del precapitalismo y el miserable volumen de la producción interna incapaz de satisfacer las necesidades de las regiones, han sido las causas de la existencia de tendencias centrífugas regionalistas que se manifiestan como descentralistas, autonomistas, federalistas y hasta anexionistas. No se trata de ignorarlas, son parte de esta realidad con profundas raíces estructurales. Todas ellas parten de la idea equivocada de que, separándose de un Estado centralista, burocrático y corrupto, pueden resolver el problema del atraso autogobernándose y teniendo en sus manos el control de sus recursos económicos para lograr un generoso desarrollo regional.

Se trata de un equívoco que no toma en cuenta que el capitalismo, en su etapa imperialistas, se ha convertido en la negación del desarrollo posterior de las fuerzas productivas a nivel planetario; se han cerrado las puertas para el desarrollo integral de las regiones y de los países oprimidos de la periferia; la única posibilidad de liberar las fuerzas productivas del régimen de la propiedad privada es la revolución social que estructure un nuevo Estado basado en el propiedad social de los medios de producción, inicialmente bajo la forma de dictadura del proletariado. Consecuentemente, las regiones y los países capitalista atrasados sólo conocerán el desarrollo en el marco de la revolución proletaria.

Sería otro error imperdonable el sostener que todas las corrientes federalistas son repuestas desde la derecha reaccionaria. No. Durante la historia del país hemos podido constatar que estas corrientes, unas veces, han sido dirigidas por la derecha reaccionaria y otras, por corrientes progresistas. Ambas apuntando a perspectivas diferentes. Por ejemplo, en Santa Cruz, en la segunda mitad del siglo XIX, surgió un movimiento dirigido por Andrés Ibáñez que, durante el corto tiempo que gobernó la región, promulgó leyes sociales como la abolición de toda forma de servidumbre y afectó seriamente al gran latifundio; terminó siendo derrotado militarmente por el gobierno central con la ayuda de los terratenientes. Actualmente tenemos los movimientos de Santa Cruz y el potosino que apuntan a perspectivas diferentes, el primero, por estar dirigido por la oligarquía empresarial – terrateniente cruceña, apunta a ligarse al mercado mundial y apostar allí la posibilidad de su desarrollo regional, se trata de un movimiento derechista y proimperialista; el potosino, por el contrario, tiene como eje de su política la defensa de los recursos naturales y particularmente del litio, en esa medida, adopta una postura antimperialista. El POR apoya el movimiento potosino tratando de ligar su lucha regional con la lucha de clases que se libra en el país, orientándola hacia la perspectiva de la revolución proletaria.

(POR Bolivia – Masas No.2724)

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