Reivindicamos el odio de clase de Hebe
Las reivindicamos justamente por lo que la politiquería burguesa y la izquierda centrista y pacifista la rechaza. Por haber expresado como pocos la rabia, el odio contra la opresión, la injusticia, la impunidad, por la solidaridad con los que luchan sin importar a qué partido pertenecen o a quien incomodan. Fue demonizada y difamada permanentemente (¡y no por sus errores!).
Reivindicamos su rechazo a la amnistía, la impunidad, el pacto de toda la politiquería, encarnando las poderosas consignas de “Aparición con vida” y “castigo a los culpables”; “con vida los llevaron, con vida los queremos”;
Reivindicamos su rechazo a la política de olvido y reconciliación. No aceptó las componendas sin dejar nunca de señalar a los responsables y a los cómplices del terrorismo de Estado. Mientras todos los partidos se arrodillaban ante el altar de la democracia.
Las Madres ya denunciaban cuando se empezó a operar el pasaje de la dictadura a la democracia con la Multipartidaria, que estaban entregando la lucha por los detenidos desaparecidos y el castigo a los genocidas.
Las Madres alertaron que el gobierno de Alfonsín, que había juzgado a los principales responsables militares de la dictadura, después retrocedió impulsando las leyes de la impunidad que confluirían con los indultos del menemismo.
Rechazaron la CONADEP y el “Nunca Más” y chocó con Sábato con su teoría de los “dos demonios”, denunció a la Justicia y a la Iglesia.
Rechazó las indemnizaciones del Estado con la idea de que el mismo Estado terrorista que mató y desapareció no le podemos aceptar su dinero. No hay reparación posible para lo que hicieron. Sólo castigo a los responsables militares y políticos, eclesiásticos y económicos.
Las Madres se convirtieron en Madres de todos los detenidos desaparecidos, entendiendo la lucha como colectiva. No se trataba de que cada una luchara por su hijo. Todas levantaban todas las banderas de todos, sin importar su procedencia ideológica.
Rechazaron las exhumaciones de cadáveres y los homenajes póstumos porque entreveían que con esas medidas se buscaba cerrar la lucha. Rechazaron también el ofrecimiento de Menem de entregar una “lista de muertos”.
Ante la masacre de La Tablada fuimos los primeros junto a las Madres en denunciar la represión y exigir la libertad de los detenidos.
Reivindicamos la solidaridad de las Madres con los presos vascos y las declaraciones de simpatía con los atentados a las Torres Gemelas, que expresaban en palabras el sentimiento de la mayoría.
La izquierda pacifista se sumó al rechazo a las Madres por ser abanderadas de las posiciones más radicalizadas de lucha contra el sistema, por colocarse en el terreno de los oprimidos, chocando con sus direcciones sindicales y políticas. Fueron la expresión más elevada de los movimientos de lucha, que expresaron la solidaridad con todas las luchas obreras.
Su ejemplo se trasladó a todos los movimientos. De los jubilados, de Mujeres, las Madres del Dolor, las de la Trata, de los movimientos piqueteros, para romper las maniobras burocráticas de los aparatos.
Las viejas fueron a enfrentarse físicamente como siempre con la represión defendiendo a los que luchaban. Las imágenes del 19 y 20 de diciembre serán imborrables.
La política de todos los gobiernos fue institucionalizar a las Madres y a todos los movimientos para anestesiarlos, combinando con la política de garrote y asfixia.
Las Madres no eran, ni podían ser, un partido revolucionario, no podían ocupar su papel. Las Madres por sí no podrían haber resuelto la crisis de dirección. No corresponde juzgar a las Madres como si fueran un partido. Construir el partido revolucionario es una tarea histórica, insustituible, debe formarse con un programa obrero, de revolución social.
Pero las Madres fueron una conquista histórica que superó las fronteras nacionales, por sus políticas durante un cuarto de siglo, por sus métodos, por su coraje.
¿Quiénes pueden criticar a Hebe y las Madres? Sólo las víctimas de la dictadura, sólo la vanguardia que resistió junto a ellas, los que denunciaron y enfrentaron esa dictadura, los que se enfrentaron a la trampa de la democracia burguesa y la reconciliación. No permitamos que los defensores de la dictadura, de la teoría de los dos demonios, del sometimiento, de la resignación, levanten el dedo acusador. No tienen derecho, que no se metan con ella. ¡Hebe es nuestra! Es de todos los que luchamos por la victoria de la Revolución Social. Tampoco dejemos que se la apropien los que reniegan de lo esencial de sus luchas. ¡Las Madres son nuestras Madres!