Volvemos a repudiar la persecución a Cristina Kirchner. La Justicia burguesa no puede ser reformada

Hace tres meses decíamos que la Justicia burguesa, los grandes medios de comunicación, el gran capital nacional e internacional realizan una campaña permanente de hostigamiento contra la expresidenta.

Ayer se conoció el fallo del juicio contra Cristina Kirchner y unos cuantos funcionarios, que la condena a 6 años de prisión e inhabilitación permanente para ocupar un cargo político. Ya hemos señalado la farsa del Juicio.

Este es el objetivo principal de la medida: utilizar esta sentencia para la próxima campaña electoral y para bloquear la posibilidad de que sea candidata. Así hicieron las últimas campañas electorales.

El escándalo de la reunión organizada y financiada por Clarín en el Lago Escondido, en la propiedad del empresario Lewis, con jueces, el fiscal General de la Ciudad Juan Bautista Mahiques, el Ministro de seguridad del gobierno de la Ciudad D´Alessandro, etc. puso al desnudo lo que ya se conocía. La estructura de poder desde donde se comanda la Justicia. Los intercambios de correspondencia entre ellos para crear las coartadas de la reunión, cómo explicar el pago de sus gastos, cómo ocultar la participación de los hombres de Clarín, cómo presionar a la jueza de Bariloche para que la denuncia se cierre, etc. Son una clara demostración de cómo se mueve la fracción más poderosa del capital, con total impunidad. Jueces que han decidido sobre causas que involucran a Clarín fueron partícipes de esta reunión secreta.

Se suma a la lentitud y liviandad de la Justicia para investigar todas las relaciones del grupo que quiso asesinarla el 1° de septiembre, investigar las relaciones políticas y los que financiaron el atentado. A esta altura ya no es impericia, es complicidad de la Justicia con quienes prepararon y financiaron el atentado.

Decíamos hace tres meses: “La oligarquía local y el capital financiero, con sus medios y su Justicia, buscan imponer gobiernos totalmente disciplinados, sometidos, que no se atrevan a incrementar los impuestos o ejercer controles elementales sobre sus empresas, que avancen en las contrarreformas contra los derechos laborales, contra las jubilaciones, y contra todas las conquistas que quedan en pie”.

Queda al desnudo como pocas veces la dictadura del capital: La Justicia actúa por encima de la Constitución y las leyes, violando sus procedimientos. Una Justicia colonizada por el capital financiero. Que no puede ser reformada, que se ha ocupado de garantizar su impunidad, que no pueda ser controlada. Sus cargos, aunque hayan sido producto de procesos irregulares o fraudulentos, no se tocan. Son rasgos de una dictadura civil ejercida por los mismos sectores que comandaron y se beneficiaron en la última dictadura militar, expresan su continuidad.

Cristina Kirchner dice que se trata de una “mafia”, de un “estado paralelo”, en verdad ellos son el Estado, ellos se colocan por encima de todos los poderes y de su ley. Ellos deciden cómo se comanda el Estado. Ello son los que mandan. Cómo se disciplina al resto de los poderes y a quienes pretenden mostrar algún grado de rebeldía.

Cuando asumió el gobierno Fernández-Kirchner afirmó que terminaría con los “sótanos de la democracia” y que garantizaría el imperio de la Constitución. Esto es imposible. Fracasó, como lo pronosticamos desde que lo anunció. En el marco de una profunda descomposición capitalista, de ataque permanente a las condiciones de vida y de trabajo de las masas, no se pueden mantener ni siquiera las formas de democracia burguesa. La tendencia a la mayor concentración económica, a la monopolización, al enriquecimiento de los más ricos, en el saqueo de los recursos y del Estado, se refleja en el régimen político. En Argentina y en numerosos países aparecen tendencias autoritarias, represivas, dictatoriales, usando la Justicia como garrote disciplinador y cuando no alcanza, la represión abierta. El gobierno de Fernández-Kirchner no es ajeno a estas tendencias, como vimos recientemente en la represión contra los mapuche o las amenazas contra los movimientos de desocupados.

Es importante denunciar al poder y a las “mafias” que dominan el Estado, pero lo más importante es tener consciencia de que no se lo puede reformar, que hay que barrerlo, demolerlo desde sus cimientos. No hay mecanismos legales, parlamentarios, constitucionales para poner en pie una Justicia al servicio de la mayoría. Querer creer lo contrario llena de impotencia y frustración porque puede parecer que lo único que se puede hacer es quejarse y denunciarlo. Esas mafias se alimentan de la democracia, crecen en su seno. Sólo una verdadera revolución social que expropie los grandes medios de producción, sus bancos y sus medios de comunicación, puede transformar la sociedad e implantar un régimen auténticamente democrático, basado en los organismos de la clase obrera y los oprimidos.

Insistimos: denunciamos la persecución como parte de la defensa del conjunto de las libertades democráticas amenazadas desde siempre por estos mismos sectores. Para rechazar la injerencia del imperialismo y los sectores capitalistas más poderosos. La decisión de Cristina Kirchner de no presentarse en las próximas elecciones es una concesión a esos sectores oligárquicos que buscan eliminarla del escenario político. Exigimos el pleno derecho para que se presente a cualquier cargo, es un derecho democrático. Pero los derechos son defendidos y conquistados por la acción directa de masas, no con discursos.

Esos sectores que la persiguen impulsan la campaña contra los más pobres para arrancarles los subsidios, para aumentar las tarifas, para terminar con los movimientos de desocupados y sus crecientes movilizaciones. Para perseguir y procesar a los que luchan.

Nos separa un límite de clase con Cristina Kirchner su gobierno y su partido, pero exigimos la vigencia de todas las libertades democráticas, para todos. Recordamos que el kirchnerismo, el macrismo y todos los partidos patronales y la burocracia sindical se apoyan en esta misma Justicia para perseguir a delegados opositores, a los luchadores, a los mapuche.

El nacionalismo burgués es impotente para defender las libertades democráticas por sus vínculos con el gran capital, por su compromiso con la defensa del sistema capitalista y el Estado burgués. La clase obrera y el conjunto de los oprimidos tenemos que independizarnos políticamente, las libertades democráticas solo pueden ser defendidas en las calles, con los métodos de la clase obrera, con huelgas, manifestaciones, ocupaciones y cortes. Sólo la clase obrera tiene la capacidad para enfrentarse abiertamente a esa minoría parasitaria que concentra los grandes medios de producción. Porque ahí está la base de toda esta violencia.

 7 de diciembre 2022

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