La guerra comercial en una nueva etapa, más agresiva por parte de EE.UU.
Las medidas proteccionistas adoptadas recientemente por EE.UU. que entraron en vigencia este 1° de Enero han generado rechazos de los gobiernos de potencias aliadas y también de empresas multinacionales ya que cambian fuertemente las reglas del comercio mundial, impuestas por EE.UU. hace varias décadas.
Su objetivo es sostener la hegemonía mundial e impedir que otro ocupe su lugar. La ofensiva está dirigida principalmente contra China. Todo un paquete presentado en nombre de combatir el cambio climático.
Macron reclamó en diciembre en EE.UU. ante Biden por los subsidios masivos en el sentido que estas medidas desindustrializarán Europa. Y dijo también que esta política agresiva corre el “riesgo de dividir a Occidente”. La respuesta junto con Alemania, fue impulsar un paquete de ayudas y subsidios a las empresas para evitar su salida, lo que a su vez es cuestionado por la mayoría de los países de la UE.
El primer ministro japonés, Fumio Kishida también reclamó: “no estuvo de acuerdo en igualar las amplias restricciones dirigidas a las industrias de semiconductores y supercomputación de China”.
Rutte de Holanda, y Biden discutieron sobre “tecnología crítica”: sobre las máquinas de chips que las empresas holandesas de alta tecnología ASML y ASM International suministran a China. Desde hace dos años, presionan para que Holanda limite las exportaciones a China.
En 2019, a ASML no se le otorgó una licencia de exportación para un pedido chino de máquinas de litografía de última generación (que funcionan con EUV o luz ultravioleta extrema). Por la presión diplomática de los estadounidenses.
“No se debe permitir que las empresas holandesas sean víctimas de esto”, dijo Micky Adriaansens, Ministro de Asuntos Económicos y Clima (VVD) “No debemos seguir ciegamente a América; tienen sus propios intereses económicos”.
La directora gerente del FMI, Kristalina Georgieva, advirtió en Davos que “Mi mayor preocupación es que algo que en principio es muy bueno para acelerar la transición a la economía verde, para combatir el cambio climático y fomentar la transición a fuentes de energía limpias, mediante el uso de dinero público para aumentar la inversión privada podrían perjudicar a los “mercados emergentes y en desarrollo” es decir a la mayoría de las semicolonias del mundo. Advirtió que las subvenciones podrían provocar transferencias de tecnología y producción desde los “países emergentes” más pobres hacia los más ricos.
Rechazamos el proteccionismo de EE.UU., de las potencias europeas y de Japón, es reaccionario. Cada cierre de fábrica buscando ventajas impositivas o de mercado deja decenas de miles de trabajadores desocupados. Hace más agresiva la lucha por apoderarse de los recursos minerales y energéticos para alimentar “sus” industrias e impiden que pueda sostenerse algún tipo de industria en las semicolonias. El “made in EE.UU.” liquidará las industrias nacionales que no podrán acceder al mercado mundial.
A su vez, esta agresiva política proteccionista potenciará los conflictos armados en todas sus formas.
Las nuevas medidas proteccionistas de EE.UU.
En 2022, el Congreso de EE.UU. aprobó dos leyes destinadas a impulsar su industria, en nombre de la seguridad nacional, la creación de empleo y la descarbonización.
La Ley de chips, que proporciona $52 mil millones de incentivos para la industria de semiconductores, intenta revertir una caída de varias décadas en la participación de Estados Unidos en la fabricación de chips.
La Ley de Reducción de la Inflación (IRA) gastará casi $400 mil millones para impulsar la energía limpia y reducir la dependencia de China en importantes cadenas de suministro, como las baterías para vehículos eléctricos (EVS).
Están entrelazados con los requisitos de que la producción debe ser local.
La IRA ofrece un crédito fiscal de 7.500 dólares para los consumidores estadounidenses que compren vehículos eléctricos (EV). La mitad del crédito estará disponible si los componentes de la batería de un vehículo se fabrican o ensamblan en Estados Unidos; la otra mitad se basa en el origen de los minerales de la batería. El ensamblaje final del vehículo también debe realizarse en Estados Unidos.
Los vehículos eléctricos extranjeros que no alcancen ninguno de estas condiciones estarán en gran desventaja. Hyundai, es el fabricante de automóviles de Corea del Sur que más vehículos eléctricos vende en EE.UU. excepto Tesla. Sus vehículos no podrán ser elegidos para el crédito ya que actualmente son ensamblados en el extranjero. Hyundai está construyendo una planta de vehículos eléctricos de $5500 millones de dólares en Estados Unidos, pero no comenzará la producción hasta 2025. Y dudan si esos autos calificarán para el componente del crédito relacionado con los minerales.
Se examinarán las inversiones internas para evitar una influencia extranjera “indebida” sobre la economía. Se están prohibiendo ciertas exportaciones, en particular de chips de alta gama y equipos de fabricación de chips hacia China.
Esas medidas son presentadas como el mayor programa estadounidense de lucha contra el cambio climático.
El proteccionismo es tan antiguo como la propia industria. Inglaterra, EE.UU., Francia y Alemania se industrializaron detrás de barreras arancelarias. Estas medidas, aplicadas por las potencias imperialistas, son reaccionarias y expresan la dificultad para cerrar la gran crisis del 2008/9. Muestran dramáticamente la contradicción entre el alto grado alcanzado por las fuerzas productivas y las fronteras nacionales que las bloquean.
Control de las inversiones y de exportaciones
– La selección de inversiones es otra política que el asesor de seguridad nacional de Estados Unidos, Jake Sullivan, defiende como un medio para preservar la ventaja tecnológica de Estados Unidos. Vender al mejor postor no es tan sencillo como antes, especialmente si ese cliente es chino.
– la UNCTAD, una agencia de la ONU que rastrea las políticas de inversión en todo el mundo, registró un número récord de nuevas medidas que restringen la inversión extranjera en 2020. Calcula que el 63% de los flujos de inversión globales estuvieron sujetos a un régimen de control.
– El Comité de Inversión Extranjera en los Estados Unidos (CFIUS), un organismo encargado de identificar y bloquear acuerdos que puedan amenazar la seguridad nacional, es el modelo para muchos de estos nuevos regímenes. En 2018, la nueva legislación amplió la jurisdicción de CFIUS sobre las transacciones que involucran tecnología e infraestructura “críticas” y datos personales confidenciales. Biden emitió una orden en septiembre que ordena al comité que centre su atención en la seguridad de las cadenas de suministro y el liderazgo tecnológico.
– Muchas transacciones se cancelan antes de que se llegue a una decisión final. ByteDance, la matriz china de TikTok, una aplicación de video, sigue enfrascada en negociaciones con ella más de dos años después de que Donald Trump emitiera una orden, luego revocada, exigiendo la desinversión del negocio estadounidense de TikTok.
– La UE también adopta medidas similares: pidió a los estados miembros que establezcan o refuercen los mecanismos de detección en 2020. Solo en 2021, tres miembros introdujeron nuevos regímenes y seis endurecieron las leyes existentes. El año pasado estuvo excepcionalmente ocupado para el organismo de control de Alemania, que intervino en la adquisición de Heyer Medical, una firma de tecnología médica, y una instalación propiedad de Elmos, un fabricante de chips para automóviles.
– Las pautas sobre el régimen de Francia emitidas en septiembre mantienen un extraordinaria poder otorgado a los reguladores para revisar las transacciones internacionales.
– El régimen de selección de Gran Bretaña comenzó a examinar acuerdos hace un año y ya bloqueó o canceló cuatro (tres de los cuales involucran a un comprador chino de una empresa o tecnología de semiconductores).
– En diciembre, Canadá anunció una legislación para fortalecer su proceso de revisión de inversiones, semanas después de ordenar a tres inversores chinos que se deshicieran de sus empresas mineras de litio.
Se espera que este año entre en vigor un nuevo régimen para controlar la inversión extranjera en los Países Bajos.
El número de acuerdos bloqueados es relativamente bajo pero el efecto que tienen en la toma de decisiones corporativas, es enorme. Las regulaciones tienden a aplicarse solo a las industrias “estratégicas”, pero generalmente se definen de manera muy amplia. Las industrias que representan el 60 % del valor de los mercados bursátiles de EE.UU. caen bajo el control potencial de CFIUS. Las 17 industrias cubiertas por el régimen británico representan el 35 % de las grandes empresas que cotizan en Gran Bretaña.
– Sullivan dice: “Estamos progresando” … “en la formulación de un enfoque para abordar las inversiones salientes en tecnologías sensibles”.
– No se debe permitir que el capital estadounidense “mejore las capacidades tecnológicas de nuestros competidores” (dice que los capitalistas de riesgo estadounidenses han invertido más de $ 50 mil millones de dólares en China). Ya existen algunas restricciones: la Ley de chips prohíbe a las empresas que reciben subsidios realizar grandes inversiones que podrían beneficiar a la industria de semiconductores de China.
Un régimen integral podría dar lugar a grandes cambios en el destino de los 171.000 millones de dólares al año en inversión extranjera directa desde EE.UU. hacia nuevos proyectos. La Comisión Europea ha dicho que también considerará evaluar las inversiones salientes en 2023.
Los controles de exportación, que restringen la transferencia de bienes y servicios a ciertos países, empresas y personas, son una tercera política aclamada por Sullivan. Las potencias imperialistas los han utilizado ampliamente contra Rusia desde su invasión de Ucrania, limitando su acceso a todo tipo de bienes, desde chips hasta productos químicos. La intención no es solo obstaculizar la maquinaria de guerra de Rusia, sino también interrumpir industrias críticas, como la refinación de petróleo. Sullivan se jacta de que los controles han obligado a Rusia a usar chips de lavavajillas en su equipo militar.
EE.UU. ha mantenido durante mucho tiempo una lista de empresas que deben solicitar permiso para comprar bienes con posibles usos militares. El número de empresas chinas en esta “lista de entidades” aumentó de 130 en 2018 a 532 en 2022. China representa más de una cuarta parte de las empresas en la lista. Otros 36 nombres, incluido Yangtze Memory Technologies, un productor de chips de memoria que anteriormente estaba en conversaciones para abastecer a Apple, se agregaron a la lista en diciembre.
Otra regulación: sobre productos directos extranjeros, que trata de restringir las ventas de artículos basados en tecnología estadounidense, incluso si están diseñados y fabricados en el extranjero, imponiendo sanciones a las empresas involucradas. Este instrumento de gran alcance logró socavar la fabricación de teléfonos inteligentes por parte de Huawei, una empresa china de telecomunicaciones.
En octubre, el Departamento de Comercio de EE.UU. anunció controles de exportación de chips avanzados que se utilizan para alimentar supercomputadoras y algoritmos de inteligencia artificial. Las nuevas reglas prohíben la venta de los chips más potentes, y el software y el equipo de fabricación necesarios para producirlos, a empresas chinas. Este año se esperan restricciones similares en otros campos de alta tecnología.
Las restricciones anunciadas en octubre aplican la regla del “producto extranjero directo” en una escala sin precedentes. No se hace distinción entre empresas chinas privadas y empresas estatales. La fabricación de chips avanzados que requieren soporte tecnológico continuo en forma de actualizaciones de software, piezas de repuesto y asesoramiento de ingeniería, también están cubiertos por las reglas. El Banco Barclays calcula que esos controles podrían reducir el crecimiento anual del PIB de China en 0,6%.
Las restricciones son tan severas que Estados Unidos puede tener dificultades para persuadir a sus aliados de que adopten medidas equivalentes. Sin no logran esa unidad, no funcionarán. Otros países con industrias de semiconductores avanzadas, en particular los Países Bajos y Japón, podrían socavar la eficacia de las medidas al proporcionar sustitutos a China. Los políticos estadounidenses encontraron un precedente preocupante en la industria satelital. Después de que EE.UU. introdujera amplios controles de exportación contra China en 1999, las empresas en Europa comenzaron a diseñar satélites libres de partes estadounidenses para evadir las nuevas restricciones. Así, las empresas estadounidenses perdieron ingresos, pero China no perdió el acceso a satélites de última generación.
Los fabricantes de chips de otros países son reacios a renunciar a las ventas a China, el mercado de semiconductores más grande del mundo. EE.UU. presiona a Japón y los Países Bajos para que sigan su ejemplo, sin ningún resultado claro hasta ahora. Las grandes empresas de semiconductores se quejan: el jefe de TSMC, el fabricante de chips más grande del mundo, señala que los controles reducirán la productividad de la industria y la harán menos eficiente.
Afirman que lo mismo ocurre con todos los nuevos impedimentos al comercio y la inversión internacionales. A medida que la lógica de la eficiencia y la ventaja comparativa dé paso a un enfoque de seguridad y nacionalismo económico, las inversiones se duplicarán y los costos aumentarán.
La inversión extranjera directa ya ha caído desde un pico del 5,3 % del PIB mundial en 2007 al 2,3 % en 2021. Los acuerdos que siguen adelante ya están más regulados. En 2022, a un comprador chino se le permitió adquirir solo el 25 % de un puerto en Hamburgo, en lugar del 35% previsto. En 2021, la mitad de todas las aprobaciones de inversiones extranjeras en Francia llegaron con condicionamientos.
Las empresas en la cadena de suministro de vehículos eléctricos están padeciendo de un problema similar. Goldman Sachs dice que las empresas de EE.UU. y UE necesitan alrededor de $ 164 mil millones de dólares en gastos esta década para relocalizar la cadena de suministro de baterías.
De esta forma va cerrándose una etapa del comercio mundial que se definieron como globalización y que tendrá importantes consecuencias en la economía mundial en los próximos años.
¿Por qué toma estas medidas?
– EE.UU. se preocupa por el peligro de depender de China para la provisión de baterías, ya que produce el 70%.
– Les preocupa que la pérdida del liderazgo en la fabricación de chips avanzados a favor de Taiwán socave su capacidad para desarrollar inteligencia artificial, en la que, predicen, se basarán los ejércitos del futuro para planificar la estrategia y guiar los misiles.
– Para mantener su ventaja militar y evitar una peligrosa dependencia de China para insumos económicos cruciales.
– En septiembre, el mencionado asesor de seguridad nacional de EE.UU., Jake Sullivan, explicó los principios básicos de este enfoque de empobrecer al vecino. “Simplemente mantener una ventaja tecnológica sobre China y otros rivales ya no era suficiente”. EE.UU. tenía que buscar “la mayor ventaja posible” en la fabricación de chips, la computación cuántica, la inteligencia artificial, la biotecnología y la energía limpia. Con ese fin, necesitaba no solo fomentar la innovación, sino también impedir los avances tecnológicos en países como China y Rusia.
– Sullivan describió dos formas principales de garantizar la supremacía estadounidense: usar subsidios y otras formas de política industrial para alejar las cadenas de suministro de los rivales geopolíticos, y controles de exportación y selección de inversiones más estrictos para mantener la tecnología avanzada fuera de manos hostiles.
– William Reinsch, subsecretario de comercio de EE.UU. explica que Estados Unidos siempre ha querido mantener una ventaja tecnológica sobre otras potencias económicas. Pero ahora se está persiguiendo ese objetivo de una nueva manera: “Hemos pasado de una política de ‘corre más rápido’ a una de ‘corre más rápido y tropezarás con el otro’”. Las consecuencias económicas de estas políticas son sombrías.
– Busca revertir la migración de millones de puestos de trabajo en la manufactura hacia las fábricas chinas.
– Creen que lo que denominan una política industrial vigorosa podría ayudar a sellar el dominio tecnológico de Estados Unidos sobre China, que durante mucho tiempo ha buscado la autosuficiencia en áreas vitales mediante la intervención estatal.
– Refleja la esperanza de que la intervención del gobierno pueda tener éxito donde fracasó la empresa privada y reindustrializar el corazón de Estados Unidos.
– Aunque estas medidas pudieran reconstituir en algo la industria estadounidense, su efecto general será dañar la industria en países “amigos”, frenar el crecimiento y aumentar el costo de la transición verde.
– Es un problema en un momento en que se producen bienes sofisticados a lo largo de cadenas de suministro en diferentes países. Si los “países amigos” no se coordinan, terminarán financiando plantas duplicadas, que no pueden ser todas rentables, o industrias huérfanas sin acceso a los componentes extranjeros que necesitan para competir.
El sistema ya estaba bajo fuerte presión, ya que el interés de EE.UU. en mantenerlo se desvaneció después de la crisis financiera mundial de 2007-09 que no pudo revertir, que se extendió y profundizó.
Es la confesión de un fracaso de todas las políticas que se han ensayado en las últimas décadas, dando marcha atrás en lo que consideraban principios, que impulsó el comercio global, lo que se denominó globalización. No fue suficiente con el “Primero EE.UU.” de Trump y el abandono de los acuerdos multilaterales, no fue suficiente la acentuación de la guerra comercial contra China y Europa y la modificación leonina de su acuerdo de América del Norte con México y Canadá. EE.UU. dice que necesita dar un giro en sus políticas, que podrán cambiar fuertemente las relaciones económicas en los próximos años, pero que aseguran una mayor crisis en todos los terrenos.
Consecuencias de estas medidas
– Se denominó globalización a la creciente integración económica que impulsó el crecimiento del comercio mundial en las últimas décadas, hasta que empezó a frenarse por las crisis y sufre ahora un nuevo golpe.
– Ese sistema está en peligro. Los países compiten para subsidiar la industria verde, alejar la manufactura de amigos y enemigos por igual y restringir el flujo de bienes y capital.
– A medida que EE.UU., que aparecía como el mayor defensor del libre comercio y las economías abiertas en el mundo, adopta y refuerza políticas proteccionistas, otros países desarrollados lo imitarán. El resultado es una proliferación de obstáculos al comercio y la inversión internacionales en un momento en que ambos ya estaban estancados.
– Morris Chang, el fundador TSMC (Taiwan Semiconductor Manufacturing Company) declaró: “El libre comercio está casi muerto”, mientras celebraba la construcción de la nueva fábrica del fabricante de chips taiwanés en Arizona. En julio, calificó el esfuerzo de EE.UU. de llevar la fabricación de chips a casa como un “ejercicio inútil”.
– En la industria de los semiconductores, el riesgo de exceso de oferta es considerable. Se han anunciado más de 40 nuevos proyectos de semiconductores en EE.UU. desde mediados de 2020, (Asociación de la Industria de Semiconductores), incluidas plantas de fabricación en Arizona construidas por Intel y TSMC a un costo estimado de $ 60 mil millones.
La consecuencia inmediata de estas medidas ha sido desencadenar una espiral proteccionista en todo el mundo.
– No solo EE.UU. está tratando de impulsar su industria nacional a expensas de los rivales extranjeros. Según la ONU, más de 100 países que representan más del 90% del PIB mundial han adoptado estrategias industriales formales de protección. El gasto en subsidios entre los países del G7 aumentó considerablemente en los últimos años. La Unión Europea adoptó un gigantesco paquete de recuperación de más de $ 850 mil millones de euros.
– El ministro de comercio de Corea del Sur Ahn Duk-geun está alarmado. “El mundo está a punto de abrir la caja de Pandora”, advirtió el mes pasado. Si la Unión Europea sigue adelante con las amenazas de imitar las políticas industriales proteccionistas de EE.UU., “Japón, Corea, China, todos los países participarán en esta muy difícil carrera para ignorar las reglas comerciales globales”. El sistema internacional de comercio e inversión, negociado minuciosamente durante décadas, se pondrá patas arriba.
– Además, el gasto escalará en gran forma. Si otras siete economías “orientadas al mercado” (Australia, Gran Bretaña, Canadá, la UE, Japón, India y Corea del Sur) adoptan subsidios tan grandes como los de EE.UU. (alrededor del 2 % del PIB), el total en los ocho países sería de $1,1 billones. En las industrias que más subsidios están recibiendo el efecto es aún más pronunciado: los subsidios a los semiconductores ascienden a más del 60% de las ventas anuales de la industria.
– A las multinacionales que tienen dudas sobre la fabricación en China se les pagará para que se trasladen.
– Toda esta lógica amenaza la globalización capitalista. Y es EE.UU. quien lidera esta política de subsidios, controles de exportación y proteccionismo. El abandono del presidente Joe Biden de sus reglas del “libre mercado” por una política industrial agresiva le ha dado un nuevo y duro golpe a esas reglas.
– The Economist advierte dramáticamente que “Salvar la globalización puede parecer imposible, dado el giro proteccionista de la política estadounidense. Todavía hay tiempo para que eso suceda antes de que el sistema se derrumbe por completo,…”
Para ellos el problema no es que estas medidas logren impulsar la industria en EE.UU. sino que deje a un mundo fracturado en una situación peor.
Las medidas que se adoptan
– En la India, si se construye una planta de fabricación de chips, el gobierno pagará la mitad de su costo. Está tratando de atraer empresas en 14 industrias diferentes ofreciendo hasta $ 26 mil millones de incentivos vinculados a la producción durante cinco años.
– En Corea, quien construye una planta podrá beneficiarse con generosos beneficios fiscales.
– Japón incluyó incentivos para tales reubicaciones en su presupuesto en 2020.
– Taiwán aprobó en enero nuevas exenciones fiscales para sus fabricantes de chips.
– El subsidio a los fabricantes de chips en EE.UU. es elevado pero es una parte de los $ 371 mil millones destinados a la industria de semiconductores durante la próxima década en los siete países más generosos. Según el banco UBS (China, la UE, India, Japón, Corea del Sur y Taiwán son los otros).
– Los crecientes subsidios tienen como objetivo contrarrestar los incentivos ofrecidos en otros países.
– Las baterías para vehículos eléctricos, de las que China produce el 70%, son otro imán para los subsidios y otras formas de apoyo estatal en varios países.
– Los países con las materias primas necesarias para fabricar baterías están considerando los controles de exportació.
– Desde 2020, Indonesia ha prohibido la exportación de níquel para fomentar la fabricación de baterías localmente. Australia y Canadá están desembolsando miles de millones de dólares para impulsar la extracción y el procesamiento de minerales.
– Replicar las inversiones acumuladas de las empresas en las industrias multinacionales de hardware tecnológico, energía verde y baterías costará varios billones de dólares a la economía mundial. La duplicación de las cadenas de suministro ecológicas hará que sea aún más costoso liberarse del carbono.
Todas estas propuestas tienden a volverse inútiles si el comercio comienza a fragmentarse y requiere que las empresas redefinan dónde producir. De conjunto, las fuerzas productivas seguirán bloqueadas, lo que se produzca en un país dejará de producirse en otro. A la sobreproducción de algunos productos sobrevendrá la quiebra y desaparición de los sectores excedentes.
Los choques comerciales entre los aliados
– Crece la furia de los amigos y aliados potenciales con EE.UU. Cuanto más crece el conflicto económico, se le hará más difícil resolver problemas que requieren la asociación, colaboración, integración, o cooperación entre países.
– Otros gobiernos se preparan para responder a EE.UU. con más subsidios. En diciembre, los ministros de finanzas de Francia y Alemania, y Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, pidieron tener una versión europea de la IRA. Margrethe Vestager, la jefa de Competencia de la UE, que supervisa los subsidios dentro del bloque, apoyaría la idea de prolongar una relajación de las reglas inducida por la pandemia para permitir que los estados miembros contrarresten el desafío competitivo planteado por el IRA de EE.UU.
– Algunos de sus aliados le reclaman volver al multilateralismo, unirse al Acuerdo Integral y Progresista para la Asociación Transpacífica, un pacto comercial asiático basado en un acuerdo anterior que ayudó a redactar pero que luego abandonó. Pero es la profunda crisis que llevó a EE.UU. a adoptar una política unilateral “Primero EE.UU.”, continuada por Biden.
– Si EE.UU. exige que otros países congelen a China sin ofrecer suficiente acceso a sus propios mercados, entonces será rechazado por esas “potencias emergentes”, lo que anticipa nuevas formas de guerra comercial.
– La prohibición de EE.UU. de exportar, a los fabricantes de chips, a China solo funcionará como quisieran si la firma holandesa ASML (Advanced Semiconductor Materials Lithography) y la japonesa Tokyo Electron también se niegan a suministrarles equipos.
– Le dicen que las cadenas de suministro de baterías podrían ser más eficientes si los países aliados operan como un solo bloque, coordinadamente. Sin embargo, prevén que será imposible con la fiebre proteccionista que crece en EE.UU. que irrita a sus aliados en Europa y Asia.
Queda claro que EE.UU. dio un giro en su política que tendrá consecuencias para el comercio y la producción, pero también que otros países venían adoptando medidas de protección en los últimos años siguiendo el ejemplo que venía señalando EE.UU.
Conclusiones
Es necesario denunciar el carácter reaccionario de la política proteccionista de las potencias. Denunciar el avanzado estado de putrefacción y descomposición capitalista que a la par que creció el comercio mundial y las ganancias de las multinacionales estallaron varias crisis que tuvieron como consecuencia un crecimiento abismal de los desocupados, semiocupados, precarizados, migrantes y hambrientos.
EE.UU. busca reafirmar su papel hegemónico, buscando aislar a China y demorar y bloquear su desarrollo, volviendo a intentar una reindustrialización a costa de chocar con sus aliados.
Estas medidas en el terreno económico tienen su paralelo en la extensión de la OTAN imponiendo su belicismo a Europa, imponiendo el abastecimiento de gas a un precio varias veces superior al que pagaba, bloqueando las relaciones con Rusia, contribuyendo también a la desindustrialización de su economía.
Todas estas medidas no desarrollan las fuerzas productivas. El capitalismo está agotado y no hay forma de que pueda superar sus taras.
La idea de que la globalización resolvía el choque entre las fronteras nacionales y las relaciones de producción, integrando la producción en distintas partes del mundo para un mercado global, ha fracasado. Estas medidas reafirman la vigencia de las fronteras nacionales, reforzándolas, donde cada burguesía se atrinchera para defender su mejor lugar.
En las semicolonias no podemos esperar otra cosa que un mayor saqueo y sometimiento reforzando la reprimarización de nuestras economías. Debemos denunciar las políticas cómplices de las burguesías locales que facilitan la entrega y buscan asociarse con la fracción del capital financiero que creen que prevalecerá. La clase obrera debe plantear la defensa de todos los recursos estratégicos y su industrialización en el lugar como parte de la tarea de industrializar nuestros países. Sólo la clase obrera y la mayoría oprimida están interesados en defender estos recursos.
Contra las políticas entreguistas de sus burguesías la clase obrera debe plantear la lucha por su propio poder político, el gobierno obrero campesino, de la mayoría oprimida, la dictadura del proletariado, como la única vía para defender a la nación oprimida y romper todas las cadenas que nos atan al imperialismo.
(La mayor parte de las citas y los informes fueron extraídos de los primeros números de enero de la revista The Economist)