Pablo Moyano en el purgatorio
La reunión del Consejo del Salario de más de 4 horas se tradujo en un magro ajuste del 26% hasta julio, es decir unos $18.000 sobre el piso actual. Pablo Moyano confesó haber participado de esas 4 horas pero, desafortunadamente para él, tuvo que retirarse antes de poder votar.
“Yo me fui, pero si tenía que votar, habría votado negativo” sostuvo para intentar mostrar una valentía de la que carece. Lo cierto es que más allá del resultado de su votación, nada lo exime de responder con los métodos propios de la clase obrera a la que dice representar. Pero no, ni siquiera eso, solo queda en palabras al viento, intentando purgar su alma de culpas.
Habiendo calificado el acuerdo de “vergonzoso”, le contrapone no una lucha por un salario mínimo igual a la canasta familiar, hoy en $350.000, sino una suma fija. Nadie sabe de cuánto, por cuántos meses, dirigido a quién… pero lo que reviste aun mayor gravedad, es que también aquí queda meramente en lo discursivo.
Moyano se animó a aconsejarle al Gobierno que si quieren ganar las elecciones “hay que poner guita en el bolsillo de la gente” desligándose de cualquier responsabilidad que frente a eso le concierne a un dirigente sindical. Y finalizó con su más sincero deseo: “Ojalá que todo el esfuerzo que está haciendo Sergio Massa se vea reflejado en la baja de inflación”. Pablo Moyano oscurece adrede el rol que ha venido a cumplir Massa como Super-Ministro.
El dirigente camionero, que en más de una ocasión ha posado de luchador, muestra su actitud domesticada frente a un Gobierno que no ha respondido a ninguna de las principales demandas de los oprimidos. El curso derechista del Gobierno no puede materializarse si no fuese por el papel nefasto que le ha tocado cumplir a esta dirección sindical traidora, que es preciso barrer de cada lugar de trabajo y sindicato.