Cristina Kirchner en la Plaza de Mayo: Un discurso para engañar a su militancia y que hagan campaña por el hombre de la embajada Sergio Massa
La movilización y el acto en la Plaza de Mayo el 25 fue extraordinaria. Cientos de miles en la Plaza para escuchar a Cristina Kirchner bajo la lluvia. Cientos de miles o millones siguiendo su discurso por radio o televisión en todo el país. No hay partido en Argentina que pueda realizar semejante demostración de poder de convocatoria. En medio de una situación dramática para la mayoría oprimida. Con salarios que alcanzan cada vez menos. Con trabajo precarizado. Con una inflación insoportable.
Lo más extraordinario es que la propia Cristina Kirchner es parte del gobierno, su vicepresidenta, es quien eligió a Alberto Fernández como Presidente, es parte del Frente de Todos que gobierna. Ha logrado en buena medida tomar distancia de su gobierno y hasta aparecer como opositora a su propia gestión despertando ilusiones de que podría ser candidata en las próximas elecciones o esta vez “elegir bien” quién será el candidato que la represente.
La presencia de Massa en el escenario, a su lado, es un mensaje muy claro y contundente de que cualquiera que sea el esquema de candidaturas que presente, Massa será una parte esencial. Se habló mucho de programas, ejes de acción, políticas, pero Massa en sí mismo encarna una definición política. Es un hombre de la Embajada, relacionado con poderosos empresarios, que se enfrentó con ella en el pasado y más que eso, es quien tomó la posta en el Ministerio de Economía para ejecutar el programa del FMI, metiendo más ajuste contra la mayoría, aplicando medidas que alimentan la inflación. ¿Por qué ahora adoptaría una política diferente?
Massa postergó su viaje a China para estar presente en el Acto en un lugar central. Fue un mensaje para toda la militancia, especialmente aquellos que lo resistían y rechazaban. Uno de los objetivos más importantes del Acto era mostrarlo a su lado, era decir “es con Massa”. Y ubicó a Grabois, uno de los que parecía un crítico acérrimo de Massa, a cortísima distancia de él. Y así disciplinar a todos.
Es cierto que Cristina Kirchner alertó sobre las consecuencias del acuerdo con el FMI y sobre el aprovechamiento que harían las corporaciones más poderosas para apropiarse del mayor crecimiento de la economía, sobre el creciente deterioro de las condiciones de vida y de trabajo. Pero fue impotente para revertir ese proceso. No alcanza con hacer predicciones, pronósticos y diagnósticos, es necesario intervenir activamente para revertir esas políticas. Sus propuestas, muy limitadas, requieren de una ruptura con el FMI, con su programa, con sus políticas. Pero Massa expresa lo contrario.
Hizo referencia a la necesidad de la inversión estatal para impulsar la industrialización y al proteccionismo como están volviendo a hacer las grandes potencias, pero esa política no está permitida para las semicolonias. Las semicolonias para industrializarse deben romper el sometimiento al imperialismo y esta política soberana sólo puede ser impuesta por la clase obrera en el poder, y empieza por desconocer la deuda y al FMI.
Nuevamente se maniobra con la idea de polarizar con la derecha y la ultraderecha, que son los “peores”, que si vuelven ellos todo será infinitamente más difícil. Muy poco políticamente. Todos saben que el FMI, que la oligarquía, los especuladores, la Corte, los medios, atentan contra el interés nacional y de la mayoría, no alcanza con repetirlo una y mil veces. La “tristeza” popular tiene más que ver con la falta de respuesta, de enfrentamiento a esa minoría poderosa, que al renunciamiento de Cristina Kirchner. Instar a “construir organización, profundidad territorial, profundidad sectorial en los sindicatos, en las fábricas…. Tiene que haber cuadros que tomen la posta y lleven adelante el programa de gobierno que necesita la Argentina” es un llamado demagógico y contradictorio con avalar la presencia de Massa en el proyecto futuro.
¿De qué “Pacto Democrático” habla Cristina Kirchner? Esos sectores poderosos, que concentran el poder económico, nunca dejaron de utilizar todos sus recursos para imponer sus políticas saqueando la economía sacrificando la vida de millones de familias. Apelando a todas formas de represión para contener las luchas populares. No podemos olvidar a Santiago Maldonado y Rafael Nahuel, ni la represión a los petroleros de Las Heras, o la masacre en el desalojo del Puente de Corrientes-Resistencia en el ´99, o los más de 30 asesinados cuando cayó De la Rua, o la masacre del Puente Pueyrredón, no olvidamos la persecución a sindicatos, organizaciones de izquierda, de desocupados, los trabajos de inteligencia e infiltración por parte de los servicios. Y utilizan también el chantaje y la extorsión económica provocando “golpes de mercado”, presionando a los gobiernos para imponer sus políticas. Esos sectores también tienen su representación política dentro del Frente de Todos e incluso en el propio armado de Cristina Kirchner. Expresan las tendencias derechistas y fascistas de la burguesía en todo el mundo, que abandonan las formas democráticas de dominación ante la incapacidad de resolver sus crisis, buscando arrancar conquistas y derechos a las masas.
La clase obrera debe enfrentar esa derechización, no con millones de votos a un candidato, sino atacando sus bases materiales. No hay posibilidad de negociar, de acordar, de conciliar con esos sectores, deben ser combatidos y derrotados con los métodos de acción directa de masas, expropiando los grandes medios de producción, desconociendo toda la deuda externa.
No hay otro camino para las masas para evitar nuevas frustraciones y decepciones. Confiar en sus propias fuerzas, métodos de lucha y organización, en su propia política, en la necesaria dirección obrera, que es la única clase que no tiene ninguna atadura con la gran propiedad.