Nacionalizar la lucha jujeña hasta tirar abajo la Reforma reaccionaria
La formidable rebelión en curso en Jujuy se ha convertido en el punto más saliente de la situación política nacional. La gira mediática de Gerardo Morales, su actual Gobernador, mostrándose como uno de los principales presidenciables se ha chocado contra la dura realidad en la Provincia. El 50% de los votos que alcanzó su candidato (Carlos Sadir) hace menos de dos meses no se ha traducido en la posibilidad de materializar sus objetivos represivos en la Provincia, sino todo lo contrario. Morales esperaba poder mostrar su “norte a seguir” en la cumbre de la UCR Nacional el pasado lunes 12 y con ello incidir en el armado electoral de Juntos por el Cambio. Antes de finalizar la semana ya no existía una sola garantía de sus “logros”… el escenario había cambiado totalmente.
Lo que comenzó con la lucha de los docentes por reclamos salariales se fue extendiendo como reguero de pólvora por toda la Provincia. El básico de $35.000 de un maestro y la amenaza de descontar los dias de paro despertaron indignación y la activa solidaridad de otros sectores de la población. Estatales (salud y judiciales), un amplio número de comunidades de los pueblos originarios, movimientos de desocupados y sectores del movimiento obrero ocupado se sumaron a la organización contra los planes reaccionarios del Gobierno de Gerardo Morales. Sucede que la burguesia local y el imperialismo (fundamentalmente ligada a la extracción de litio) necesitan una Provincia regimentada y totalmente sometida a las necesidades de las transnacionales.
En el contexto de la lucha docente, el Gobierno de Morales lanzó el decreto que establecía duras sanciones a las movilizaciones o actos en la via pública, con multas exorbitantes y amenazas de despidos. Aunque esta modificación al Código Contravencional fue derrotada en las calles, el oficialismo provincial – con la activa colaboración del Partido Justicialista – echó mano a la recientemente inaugurada Convención Constituyente para transformarla en el nuevo reducto de ataques a los trabajadores.
El propio Gerardo Morales electo Presidente del organismo, había pedido licencia, curiosamente, el mismo dia de iniciadas sus sesiones (el 22 de mayo) hasta el 10 de julio (“por 50 días según lo aprobó la propia Convención) para retornar al ejercicio de sus funciones como Gobernador. La convocatoria a huelga general provincial para el dia 16 de junio lo obligó a reasumir su cargo y, con sorprendente celeridad, despachar la modificación de la Carta Magna, que criminaliza la protesta social y se atribuye la posibilidad de apropiarse tierras donde viven las comunidades originarias.
La algarabia en su aprobación se grafica en el abrazo efusivo entre Morales (UCR) y Guillermo Jenefes (FDT), partícipe necesario de este ataque indisimulado a las libertades democráticas. Cuestión que retrata también la hipocresía de las lamentaciones del kirchnerismo a nivel nacional, fundamentalmente de los sectores sindicales que lucharon activamente por aislar las huelgas docentes de estos últimos días en Salta y Jujuy. Muy lejos de lo buscado por oficialismo y oposición provincial, las masas hicieron oidos sordos a sus nuevas prohibiciones e inundaron las calles de San Salvador de Jujuy el viernes 16 desde sus 4 puntos cardinales: la Intersindical con un acatamiento casi total; las comunidades originarias que concurrieron desde toda la Provincia; el movimiento de desocupados; confluyeron unitariamente en una jornada histórica en el centro de la ciudad, que se extiende hasta nuestros días con bloqueos de ruta y verdaderas puebladas.
Pocas veces queda graficado tan nítidamente que los Congresos, las Constituyentes, las Legislaturas no discuten ni deciden absolutamente NADA. Actúan tan solo de mascarada para buscar legitimar el régimen de explotación, que requiere de tanto en tanto darle un barniz “democrático” a sus componendas, para ocultar su férrea dictadura del capital. Jujuy demuestra al mismo tiempo que las elecciones no significan ninguna libertad de acción para sus “triunfadores”. Que los candidatos pueden obtener el 50% de los votos y verse rodeados inmediatamente por movilizaciones que amenazan no solo sus propios Decretos sino la propia estabilidad del Gobierno recién salido de las urnas. No son las masas las que se derechizan sino la burguesía, los propios gobiernos, los partidos patronales y la politiquería, para mejor servir a los planes de ajuste del FMI y al saqueo de nuestras riquezas.
Las experiencias de Neuquén con los “Elefantes” y la lucha contra el saqueo imperialista en Chubut muestran que es posible torcerle el brazo al Gobierno. Debemos nacionalizar la lucha y no confiar en ninguna de las maniobras distraccionistas de las direcciones sindicales traidoras que se vieron empujadas a sumarse a las jornadas del 16 de junio y a convocar el paro del 21 y 22. Buscarán desmovilizar, institucionalizar los reclamos, encauzarlos a sus propios intereses, lo que obliga a desenmascararlos, colocando claramente las tareas de organización y esclarecer los métodos adecuados para conquistar todos nuestros reclamos.
La respuesta es parar el país hasta tirar abajo la Reforma Constitucional, apelando a los métodos de acción directa, permaneciendo movilizados, discutiendo en cada lugar de trabajo, en cada barrio y en cada comunidad originaria, cómo seguir incorporando a más sectores, cómo levantar al país entero. La victoria del pueblo jujeño fortalecerá las luchas del resto del país, por lo que es imprescindible rodearla de solidaridad. Lo que parecía ser un trámite exprés para el oficialismo provincial terminó mostrando la potencia de las masas en las calles y una referencia indiscutida a nivel nacional para las luchas que se avecinan.