Triunfo del oficialismo en Córdoba
Grandes expectativas despertaron las elecciones del 25 de junio en Córdoba, la segunda Provincia en cuanto a cantidad de votantes, solo por detrás de Buenos Aires. Martín Llaryora del PJ cordobés – de Schiaretti – se impuso con el 41.85% del total de votos al candidato Luis Juez de Juntos por el Cambio (con el 38.75%).
El actual intendente de la Capital logró refrendar 25 años ininterrumpidos de victorias peronistas en Córdoba. Sin embargo, presentó su candidatura engalanado con las pomposas frases en torno a ser el “candidato anti-grieta” mostrando elementos del PRO, del Partido Socialista y del radicalismo en su armado electoral. La homogeneidad está dada en la respuesta que dan ante la movilización popular: en abril el fallo judicial del PJ que criminaliza la protesta social nada tienen que envidiarle a los de Jujuy o Mendoza. Otra nueva clara muestra de la derechización de los partidos patronales.
Por el otro lado, Luis Juez no logró traducir las victorias legislativas previas, en 2019 y 2021, en una victoria ejecutiva en 2023. No obstante, logró más que duplicar sus votos respecto a las elecciones para Gobernador en 2019 (de 360.000 votos a 800.000), realizando la mejor elección ejecutiva para Juntos x el Cambio en la Provincia. La composición de la Cámara Legislativa a partir de diciembre da cuenta de este salto, logrando la misma cantidad de representantes que el PJ (33). La interna de Juntos por el Cambio tuvo su reflejo en estas elecciones con acusaciones cruzadas entre Bullrich, que apoyó y acompañó entusiastamente a Juez, y Larreta quien coqueteó hasta días previos a las elecciones con la incorporación del espacio de Schiaretti a Juntos por el Cambio, cuestión que finalmente no sucedió.
Lo más destacado fue la enorme preocupación que despertaron los datos del alto porcentaje de abstenciones, que llegó al 32%. De esta forma se alcanzó el récord histórico en elecciones para Gobernador desde 1983. Tan solo fue superado por las elecciones legislativas primarias de 2021 que habían conseguido una participación de apenas el 63.32% (las definitivas fueron del 67.61%). Lo que en otra época se endilgó a la pandemia ya no tiene forma de justificarse más que por un hartazgo y desinterés en las salidas electorales.
En ese mismo sentido, el 7.41% del voto en blanco y nulo se ubicó tercero por detrás de Llaryora y Juez, dejando atrás al candidato de La Libertad Avanza (2.41%), el Kirchnerismo (2.07%) y el FIT-U (2.26%). En la categoría de legisladores los mismos superaron el 18%, fenómeno que guarda similitud con las elecciones provinciales de 2019. La combinación entre votos blanco, nulos y abstención, resultan un poderoso llamado de atención para el régimen en su conjunto.
A pesar de sus expectativas, la izquierda democratizante continuó en su franco retroceso cosechando casi la mitad de los votos respecto a la última elección ejecutiva: para Gobernador fueron 47.000 contra 81.000; y para diputados 60.000 contra 97.000. Peor aun si se comparan los resultados del 2015 que fueron 120.000 para Gobernador y 134.000 para diputados. El centrismo pasó de obtener 3 diputados en 2015, 2 diputados en 2019 (1 por el FIT y otro por el MST) y 1 diputado en 2023. La ausencia de estas cuestiones a la hora de elaborar sus balances electorales muestra su alto grado de autoengaño y el desinterés por analizar la realidad. A pesar de su propaganda electoral cada día más vacía, más lavada, más socialdemócrata, no logran capitalizar el descontento que también en Córdoba terminó expresándose.
El Partido Obrero Revolucionario interviene en la campaña electoral desenmascarando su contenido de clase, luchando por destruir las ilusiones democráticas y comprendiendo que no será mecánica la transformación de ese descontento en conciencia revolucionaria; que para eso debe multiplicar su militancia, precisar aún más sus análisis, balancear sus pronósticos y utilizar cada una de las posibilidades legales ofrecidas para propagandizar la estrategia revolucionaria.
(nota de MASAS nº438)