Transformar la bronca en un voto contra el capitalismo agotado, sus partidos y sus instituciones
¡VOTO NULO PROGRAMÁTICO!
Una de las campañas políticas más nauseabundas y despolitizadas de la historia. Las muestras de ignorancia, de falta de ideas, es producto de la descomposición irreversible como clase de la burguesía, sus partidos, sus instituciones, sus medios de comunicación.
Todos los días, durante semanas y meses, se instala el debate sobre cómo reprimir las manifestaciones, los cortes de rutas y calles, los piquetes, las huelgas, cómo terminar con la asistencia social del Estado a pobres y miserables. Colocada la protesta social como el principal problema a resolver llegan al extremo de imbecilidad de proponer dinamitar el edificio del Ministerio de Desarrollo Social o reprimir duramente a los manifestantes y meterlos presos y hasta meterles bala. Y por horas ocupan las radios y las televisiones, y los diarios, todo el tiempo. La ley suprema que quieren santificar es el derecho a transitar, al orden.
Los principales candidatos de la oposición dejan claro que el programa del FMI debe respetarse. Que debe hacerse el ajuste más profundo contra los oprimidos, que el trabajo debe precarizarse más, que se debe terminar con los subsidios y que para eso todas las tarifas deben pagarse por lo que valen, que decenas de miles de trabajadores en el Estado tienen que ser cesanteados y liberar el precio del dólar, etc. Ni siquiera hacen las promesas del 2015, ahora dicen descarnadamente lo que nos van a hacer.
Pero el oficialismo tiene el mismo programa, de respeto al FMI, de reconocer la deuda fraudulenta, de avanzar con el ajuste, y ¡lo están haciendo! Aunque quieran parecer que son opositores, y no tienen nada que ver con Fernández ¡son gobierno! La diferencia es que no prometen represión salvaje, pero la política no tiene grandes diferencias. Massa avanzó más rápido con el ajuste del gasto que el ministro que lo precedió. Nos quieren asustar con el cuco de la derecha pero aplican su programa.
El peronismo ha abandonado todas las banderas de soberanía, de justicia social, de terminar con los monopolios y la oligarquía, porque ya nadie les creería. Han perdido toda vergüenza, levantan como bandera “vamos a pagar al FMI para que no vuelva”. Uno de los mayores actos de corrupción.
Los partidos de la burguesía no tienen nada que ofrecer. Ya los conocemos a todos, ya han probado todas sus políticas y todos han fracasado. El país está más sometido que nunca, la pobreza, indigencia, carestía, precarización laboral están en los niveles más elevados. En el país que produce alimentos para más de 400 millones de personas no hay alimentos siquiera para los comedores populares, muchos de los cuales tienen que cerrar porque no los reciben y no los pueden comprar.
Desde la militancia peronista, desde sus periodistas e intelectuales nos gritan que no somos lo mismo que ellos, que les demos el voto porque de lo contrario vendrán tiempos peores. Siempre la misma historia, el “voto útil”, “traguémonos este sapo porque el otro es peor”. Ambos, los malos y los peores, se someten al capital financiero, a sus dictados. Y el oficialismo es más peligroso, porque hace un gran esfuerzo por ilusionar con su verso, por desmovilizar, por utilizar las direcciones sindicales para que queden paralizadas frente a sus políticas de ajuste, porque trabajan abiertamente contra las luchas, contra la organización, porque dividen. Es difícil elegir entre los que nos prometen palos y los que nos atan de pies y manos para que no reaccionemos frente a sus políticas.
Nadie menciona en la campaña electoral que el capitalismo está podrido y descompuesto, que destruye las fuerzas productivas, que hambrea, que nos sumerge en la barbarie. Y que esta situación es irreversible, que no hay posibilidad de mejorar este sistema, que hay que terminar con él antes que termine con todos nosotros.
Medidas elementales como cuidar las divisas y terminar con el contrabando, monopolizando el comercio exterior y la banca, no son mencionadas. Ni la necesidad de expropiar a todas las empresas monopólicas que son vitales en la economía, a la oligarquía terrateniente y las mineras y petroleras multinacionales. Necesitamos recuperar los ríos, el océano, los puertos, los lagos. Medidas elementales para desbloquear las fuerzas productivas, para crear millones de puestos de trabajo genuino.
Medidas que sólo podrán ser tomadas por otra clase en el poder, por la clase obrera y la mayoría oprimida, por medio de una revolución social protagonizada por las masas.
La izquierda electoral no habla de estos temas imprescindibles, gasta todo su esfuerzo militante, sus recursos económicos, toda la propaganda, en cuestiones superficiales, que no dan respuesta a los grandes problemas políticos y económicos. Por eso no llamamos a votarlos, aunque hay valiosos luchadores en sus listas, porque contribuyen a generar ilusiones en las elecciones y en las instituciones, cuando es necesario ayudar a politizar el proceso de desilusión que se manifiesta en millones de personas.
En su publicidad dicen “salario de 500.000”, “salario igual a la canasta familiar” y algunas otras consignas que son tan correctas como inocuas en el terreno electoralista. ¿Acaso ese salario se puede conquistar votándolos o por leyes en el Congreso? Podría servir la consigna si a continuación se dijera que la burguesía no puede garantizar el salario que necesitamos para vivir, que para conquistarlo es necesaria la huelga general de masas, que para eso tenemos que sacarnos de encima a toda la burocracia vendida a los gobiernos y las patronales, llamando a confiar únicamente en la acción directa de masas, en la propia organización. Denunciando el papel colonial del Congreso que votó el acuerdo con el FMI para pagar una deuda fraudulenta. Por lo menos esto es lo que debieran decir en sus spots de propaganda. Están cada vez más lejos de expresar en la campaña electoral el descontento de las bases.
El POR interviene en la campaña con todas las fuerzas posibles con estas ideas. Y si tuviéramos candidatos diríamos esto mismo. El objetivo es que la bronca, la desilusión, el hartazgo se politicen, para poder terminar con el capitalismo putrefacto, sus partidos e instutuciones. El voto nulo programático es expresión de estas ideas.
(nota de MASAS nº439)