España: Elecciones generales resultan en un Parlamento dividido
Las elecciones generales celebradas en España el 23 de julio arrojaron un resultado contradictorio. El conservador Partido Popular (PP), liderado por Alberto Núñez Feijóo, ha sido el más votado y tendrá 136 escaños en la Cámara Baja, pero no los suficientes para formar Gobierno, que son 176 escaños. Aunque forme alianza con el tercer partido más votado, la derecha radical de Vox, con 33 diputados, sólo tendría 169 diputados. Tendrá que negociar con partidos más pequeños, como el Partido Nacionalista Vasco, que, sin embargo, podría rechazar la coalición por su resistencia a formar bloque con el ultraderechista Vox.
Por otro lado, el Partido Socialista (PSOE) del actual presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, quedó segundo con 122 escaños. Sin embargo, en su lista de posibles alianzas, que incluye a la coalición de izquierda Sumar, con 31 escaños, y a varios partidos regionalistas e independentistas, como los independentistas vascos de izquierda (Bildu), el Partido Nacionalista Vasco (PNV), el Bloque Nacionalista Gallego (BNG) e Izquierda Republicana de Cataluña (ERC). Quedarían los 7 escaños de Juntos por Catalunya (Junts), que ya se había negado a pactar con cualquiera de las dos grandes coaliciones parlamentarias antes de las elecciones.
Juntos por Catalunya (Junts) es el partido liderado por el expresidente de la Generalidad (gobierno) de Cataluña, Carles Puigdemont. El referéndum independentista catalán de 2017, duramente reprimido por el Gobierno central español, se saldó con la detención de dirigentes burgueses y la huida de otros, entre ellos el propio Carles Puigdemont, ahora refugiado en Bélgica.
El impasse en la formación del gobierno español expresa la división interburguesa que existe en uno de los países que, después de la crisis de 2008, se encontró en una profunda crisis como consecuencia de las medidas de austeridad, que provocaron un enorme desempleo entre los jóvenes, desalojos y endeudamientos. Los efectos de la crisis de sobreproducción, agravada recientemente por la pandemia y los efectos de la guerra en Ucrania, han erosionado la popularidad de los dos partidos tradicionales de la burguesía, PP y PSOE, y han permitido la aparición de plataformas electorales de la clase media urbana y de los partidos regionalistas y separatistas de las regiones, que aspiran a la independencia o a una mayor autonomía del gobierno central.
El hecho de que la formación de un nuevo gobierno esté en manos de los partidos separatistas y de que siga existiendo una monarquía, vestigio de la época feudal, aunque con un poder reducido, demuestra que el desigual desarrollo del capitalismo en este país europeo no ha sido capaz de resolver las tareas democráticas pendientes más básicas, como el fin de la monarquía y el derecho de las nacionalidades a la autodeterminación.
Es probable que las divisiones interburguesas se profundicen ante el avance de las tendencias recesivas mundiales y los efectos de la guerra en Ucrania sobre Europa. Sólo la clase obrera, con su estrategia revolucionaria, podrá dar una respuesta que una a la mayoría oprimida en torno a sus reivindicaciones más sentidas y a la defensa del derecho de las naciones, como Cataluña, Galicia, País Vasco, etc. a la autodeterminación, que implica el derecho a la secesión si es el deseo de las masas. Esta lucha revolucionaria, que desemboca en la expropiación de la propiedad capitalista, chocará necesariamente con las diversas fracciones de la burguesía española, entre las que se encuentran las fracciones burguesas separatistas. La bandera de los Estados Socialistas Unidos de Europa, como parte de la revolución proletaria internacional, es la que une a la clase obrera y a los demás explotados europeos para su emancipación.
(POR Brasil – Masas nº694)