Cómo resolver la cuestión de la vivienda
En medio año Argentina pagó nada más que al FMI 6.922 millones de dólares. Para tener una dimensión de la cifra podremos decir que se podrían construir más de 300.000 viviendas.
Tomamos como base los informes del mes pasado que publican entidades empresarias de la construcción, sobre el costo de la construcción individual de viviendas. Para estimar cuál podría ser el costo si no hubiera ganancias privadas, si fueran empresas constructoras estatales utilizando terrenos destinados para viviendas colectivas, con todos los servicios, incluyendo todos los detalles: estructuras, mamposterías, capas aisladoras, cubiertas, revoques, contrapisos, cielorrasos, revestimientos, pisos, zócalos, carpinterías, vidrios, pinturas, instalaciones eléctricas, sanitarias, de gas y equipamiento.
Tengamos en cuenta que poner en marcha un proyecto de 300.000 unidades por año implica multiplicar la capacidad de producción de cada rubro, incorporando decenas de miles de puestos de trabajo genuino. Cambiaría completamente la situación de los trabajadores que podrían dejar sus trabajos precarios o las changas para incorporarse a un proyecto de largo plazo. En unos años, dejando de pagar estas cifras monumentales de deuda externa, resolveríamos el problema de la vivienda, pondríamos en marcha fuertemente la industria.
Los precios de los alquileres empezarían a bajar fuertemente y los precios de las viviendas ya construidas también. Hoy cuesta encontrar viviendas para alquilar y los precios se consumen buena parte de nuestro salario. Empezaríamos a terminar con la especulación y el parasitismo inmobiliario que son los que se oponen a cualquier plan serio para resolver la vivienda.
El Estado puede preparar las condiciones para que los barrios que se construyan tengan escuelas, hospitales, para que llegue el agua corriente, el gas y la electricidad, líneas de tren o colectivos que los conecten con los centros urbanos. Los profesionales de ingeniería y arquitectura tienen numerosos proyectos de viviendas sustentables, sólidas, confortables, que se adaptan a cada región. No hay que importar prácticamente nada. Un impulso fenomenal al mercado interno.
Podríamos debatir la forma de alquiler que pagarán las familias, por cuánto tiempo. Las condiciones para pasar a una vivienda en otra zona o con otra comodidad. La condición es utilizar los recursos que ahora se fugan, se pierden, para construir, para desarrollar la industria nacional.
300.000 viviendas es una décima parte de las que se necesitan en el país, es lo que se debe construir cada año. El patético gobierno de Fernández-Kirchner apenas entregó 100.000 viviendas en 4 años.
La burguesía en su etapa de decadencia es incapaz de resolver este problema, como tantos otros que son urgentes. Esperan que la iniciativa privada construya y que las familias compren y que se endeuden a tasas impagables para acceder a la vivienda. Esto solo podrá resolverlo otra clase en el poder del Estado, la clase obrera, que no tiene ninguna atadura con la propiedad privada.