Anulamos el voto con la política de la clase obrera

El capitalismo está descompuesto y no hay cómo reformarlo. Su supervivencia es garantía de barbarie en todas sus formas: hambre, desocupación, precarización, bajos salarios y jubilaciones, saqueo de los recursos, cada vez menos presupuestos para salud y educación.

Hay una única solución: la revolución social, que la clase obrera por primera vez gobierne y organice la economía conforme a los intereses de la mayoría oprimida. Que conquiste por primera vez la democracia en base a sus asambleas populares, soviets, coordinadoras o como las llamemos. Que los grandes medios de producción sean estatizados para terminar con el caos y la anarquía y poder planificar su mejor uso en beneficio de la mayoría, fijando las prioridades, empezando verdaderamente por los más necesitados, los más postergados, los más vulnerables. Así empezamos a construir la nueva sociedad, emprendemos el camino al comunismo, a la sociedad si explotados ni explotadores.

Nos vuelven a colocar en una encrucijada: que votemos por el mal menor, por malo conocido, que cambiemos de una vez. El sistema perverso nos chantajea con toda impunidad, si no votamos por Massa ganará la ultraderecha, el fascismo, el ataque a nuestros derechos, el autoritarismo, la pérdida de todas las libertades, destruirán el salario… Del otro lado gritan que si no votamos por Milei seguirá gobernando la lacra, la corrupción, la casta, los responsables de la inflación imparable, la emisión de moneda, los privilegios de la política, los planes y los planeros… Nos dicen que si anulamos el voto o votamos en blanco o no vamos a votar favorecemos al otro. Nos quieren hacer responsables del presidente que votemos.

La forma del balotaje que deja dos contendientes para el final asegura que uno tendrá más del 50% de los votos y que eso le dará suficiente legitimidad. No importa si unos u otros votan contra el otro, para que no gane, más que la convicción de que su voto exprese conscientemente una adhesión a una idea, a un programa. En unos es el miedo a que gane el otro o que siga gobernando el otro lo que define. Los medios de comunicación trabajan desde hace semanas para empujar la decisión. Poderosos empresarios se encolumnan detrás de los candidatos, algunos ponen huevos en las dos canastas. Fortunas se gastan en la campaña que les financian generosamente.

Sabemos que no son lo mismo. Sabemos que Milei es un producto de la pudrición del capitalismo, que expresa más descarnadamente el interés de los capitalistas por liquidar todos los derechos y las organizaciones de los trabajadores, por llevarnos prácticamente a la esclavitud. Aunque no pueda llevarlo adelante, esas son sus intenciones. Sus planteos son bien conocidos tienen más de 100 años y se han montado sobre dictaduras militares y gobiernos civiles como el de Menem o el de Macri.    

Milei no es un “infiltrado” en la democracia, es su producto, es producto de la pudrición, de la incapacidad para resolver lo más urgente y necesario para los oprimidos que en su desesperación van a votarlo. Porque no solo es el voto gorila tradicional. No son solo los empresarios y las clases medias ganadas por el individualismo, por el sálvese quien pueda, la meritocracia, las élites que desprecian el país. Hay un voto de hartazgo de jóvenes sin ningún futuro, de trabajadores cansados de la burocracia, de los versos, los fracasos, las mentiras de los politiqueros conocidos.

Insistimos, Milei es el producto de la terrible crisis política de la burguesía, de la disgregación de su régimen. Empresarios poderosos financian su existencia desde hace años y le brindaron los medios de comunicación para que apareciera permanentemente, le garantizaron candidatos y fiscales. No cuenta con estructura de cuadros, de militantes, de equipos para cubrir todos los cargos que necesita en el Estado, se nutrirá de los despojos de los otros partidos. Y fundamental, no cuenta todavía con la burocracia sindical que le permita controlar a los trabajadores, que los discipline y que los contenga.

Massa no es lo mismo. Lo conocemos bien. Es el hombre de la Embajada. Es el socio de Morales en Jujuy. Es quien reconoció la deuda fraudulenta y nos la hace pagar aplicando los planes del FMI. Es el hombre que se ubica por entero en el terreno del Estado genocida de Israel y de EEUU contra el pueblo palestino. Promete exportar todos los recursos posibles para pagar la deuda externa. Es quien fue a fondo para reducir el déficit fiscal, ajustando. Aunque no quiera parecerlo, es parte de este gobierno. Cuenta con el apoyo de poderosos empresarios que han financiado siempre su carrera, desde la época de la UCEDE, desde su ingreso al peronismo con Menem. Es apoyado por el sector más podrido del sindicalismo, el más burocrático. Le ha hecho grandes concesiones a los exportadores, les garantiza que puedan seguir contrabandeando por el Paraná, que sigue privatizado como todos sus puertos, sin un solo barco nacional.

Si Massa consigue gobernar aplicando el programa del FMI no será necesario para el imperialismo aplicar un Milei que estará presionando por imponer la agenda más derechista.

Así como alertamos que no había que votar a Fernández contra Macri porque aplicaría la política que aplicó, hoy decimos que no se puede votar ni por Massa ni por Milei. Los trabajadores tienen que independizarse de la burguesía en todos los terrenos. No caer en las trampas que presenta el sistema queriendo hacer creer que elegimos bien eligiendo a nuestro verdugo. Hay que luchar por nuestro propio régimen político, para terminar con la dictadura del capital que hoy tiene la forma de democracia burguesa.

Esta política nos permite estar con los puños en alto sabiendo que tenemos un enemigo de clase enfrente, al que debemos derrotar.

Sabemos muy bien que las políticas que se atribuyen a Milei ya se aplican. Prácticamente no hay asambleas en la mayoría de los gremios, los delegados y activistas son perseguidos, no hay democracia sindical. Miles de activistas siguen procesados. Los patrones con auxilio de los gobiernos han encontrado las formas para precarizar el trabajo, de no pagar cargas sociales. Ha avanzado la salud y la educación privada a costa del sistema público que va siendo desfinanciado. Los movimientos de desocupados más combativos son amenazados todo el tiempo, les quitan derechos, no les envían comida a los comedores. Los poderes del Estado permiten toda clase de maniobras de los especuladores, las operaciones de los medios de comunicación, avanzan con la reivindicación de la dictadura y sus crímenes con toda impunidad. Los empresarios se las ingenian para pagar menos impuestos desfinanciado al Estado. Este avance de la “derecha” sobre nuestros derechos ocurre desde hace mucho tiempo ante la parálisis de las organizaciones sindicales cooptadas por el gobierno. Estas políticas se derrotan en las calles, con los métodos propios de la clase obrera, nunca en las urnas. Esta es la base para la unidad de todos los trabajadores por encima de sus diferencias políticas.

(Nota de MASAS n°445)

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