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El balotaje y la bancarrota política definitiva de la izquierda centrista

La claudicación política del centrismo electoralista ha entrado en un punto de no retorno. No significa esto que el fenómeno mencionado sea novedoso, sino más bien ha quedado expuesto a la vista de todos. El balotaje del 19 de noviembre es el veredicto final de un desbarranque cuyas raíces deben buscarse en los fundamentos programáticas de estas organizaciones. Esta cuestión fue alertada temprana y solitariamente por el Partido Obrero Revolucionario, lo que constituye una primera conclusión: ha triunfado el método marxista sobre el oportunismo democratizante.

Las declaraciones frente al balotaje entre Milei y Massa comenzaron a aparecer ni bien conocido el resultado de la primera vuelta electoral del 22 de octubre. El NuevoMAS se apresuró a llamar a votar contra Milei, dando una aparente “libertad de acción en lo que refiere al voto” (Izquierda Web 29/10/2023). Al día siguiente el PTS publicó su declaración en la que definió “no votar a Milei” sin darle “ningún tipo de apoyo político ni electoral a Massa” (Izquierda Diario 30/10/2023). Más tarde el MST pronunció que “ser militantes activos contra Milei es una tarea de primer orden” definiendo más claramente a renglón seguido que “decidimos no llamar a votar en blanco ni hacer campaña por esa alternativa” (Periodismo de Izquierda 02/11/2023). El PO – luego de una Conferencia Electoral Nacional – declaró “no apoyamos políticamente ni votamos a Milei ni a Massa” (Prensa Obrera 04/11/2023). Finalmente, Izquierda Socialista no deja lugar a dudas y anuncia su acompañamiento a “millones que votaron a Massa solo por buscar parar la llegada de Milei al Gobierno. Lo hacemos llamando al voto crítico a Massa” (06/11/2023).

Como es fácil observar, no hay acuerdo entre los partidos que se reclaman del trotskismo. Ni siquiera los que comparten frente electoral. En otro momento el FIT había caracterizado esta dispersión en filas ajenas como “expresión de una disolución política” (Conferencia de prensa del FIT de cara al balotaje de 2015). El pluralismo ideológico en el FIT entorpece aún más la clarificación política y refuerza su característica de obstáculo objetivo en la politización de las masas.

La amenaza de Milei

¿Cuáles son las raíces materiales de este fenómeno? El voto a Massa o la indefinición política reflejan una crisis que atraviesa, en mayor o menor medida, al conjunto de la izquierda electoralista. El argumento preferido para estas indefiniciones lejos está del fantasma de Milei – que las propias organizaciones no se cansan de repetir – sino que debe buscarse en su debilidad programática.

Algo que ha sido correctamente analizado en más de una de las declaraciones de estos partidos es que las bases para el surgimiento de Milei deben buscarse en la política del Gobierno actual: las tendencias derechistas han visto allanado el terreno para florecer y el propio Gobierno se ha derechizado con el correr de su mandato. Pero a renglón seguido se apartan de esa premisa para insuflar nuevas energías justamente a este Gobierno, sentando las bases que engendran futuros Milei que justifiquen futuros apoyos a Massa. Un círculo vicioso del cual no podrán escapar y determinará su naufragio y disolución en el nacionalismo burgués.

El “voto contra Milei” resulta a todas luces una auto-condena política. Como en más de una oportunidad hemos señalado, si la amenaza fuese real, y si esa amenaza pudiese ser efectivamente combatida con un voto por Massa – lo que no es cierto –, la obligación de todo revolucionario era llamar a ese voto desde la primera vuelta, cuando las posibilidades de triunfo de Milei eran reales. Es decir, esa inconsecuencia revela la ausencia de comprensión política, en la que primaron sus cálculos electoralistas (para conquistar un diputado más o menos) por sobre la “amenaza fascista”. El cretinismo parlamentario tuvo preeminencia por sobre las posibilidades de Milei.

El centrismo apoya al Frente Popular en formación

El candidato oficialista Massa fue contundente en su deseo de conformación de un Gobierno de Unidad Popular, atrayendo a su lado a varios gobernadores hasta la víspera de la oposición y ofreciendo cargos ministeriales a otras fuerzas políticas. Complementa este cuadro la subordinación de las direcciones de las masas, tanto sindicales como de “movimientos sociales”.

El centrismo tenía una oportunidad única para diferenciarse claramente de sus intentonas anti-obreras. Si existe un momento fundamental para levantar las banderas del proletariado, de la independencia política, era éste. Sin embargo, el camino elegido fue el contrario. Las definiciones por el “voto contra Milei”, el “apoyo crítico a Massa” o el “mal menor” expresan un apoyo tácito a ese Frente Popular, apoyo del que ninguno de los candidatos está exento por más que ahora llamen a “no votar a Massa ni a Milei”. Lo cierto es que fue el propio Massa quien se encargó de señalar en el debate presidencial a Myriam Bregman las 24 leyes que votaron en conjunto el FIT-U con el Frente de Todos, para que ningún desprevenido intente desentenderse tardía y torpemente de este sometimiento a la tutela del nacionalismo burgués y revela nuevamente el abismo que hay entre cómo usa la izquierda centrista sus diputados y cómo los han usado históricamente los revolucionarios.

Pero como señalamos, este no es un fenómeno novedoso. Ya hemos advertido en el pasado cómo todos los partidos que se autoproclaman trotskistas han sucumbido a las presiones de la burguesía, llamando a votar por sus distintas variantes en todo el continente: Evo y Arce en Bolivia; Lula y Haddad en Brasil; Castillo en Perú; Boric en Chile; Petro en Colombia; Arauz y Lenin Moreno en Ecuador; en una larga lista. Esta tendencia es un denominador común de TODAS esas fuerzas políticas, con la lógica excepción del Partido Obrero Revolucionario. Decenas de artículos han aparecido en nuestro periódico Masas analizando puntillosamente cada una de estas experiencias para quien desee consultarlos.

Todos aquellos que escribieron ríos de tintas acerca de estos fenómenos de los países semicoloniales, que han inventado las más inverosímiles fábulas sacadas de sus cabezas retorcidas acerca del POR y el nacionalismo burgués (que invitamos a estudiar y debatir fraternalmente), demuestran su incapacidad congénita para entablar una lucha decidida contra estas variantes burguesas, aún en condiciones mucho más sencillas para desenvolver las banderas de independencia política. TODAS han tropezado y han fracasado estrepitosamente demostrando no haber superado la prueba de la historia. Así se configura una victoria ideológica fundamental de la burguesía sobre las organizaciones que se reclaman – abusivamente – de la clase obrera.

Desconcierto e ignorancia

En todas las declaraciones de estos partidos hay un elemento fundamental ausente y es el de clarificar el papel de las elecciones como mecanismo de dominación, de legitimación de la dictadura del capital, de sepultar los métodos de acción directa y encauzarlos hacia la propia institucionalidad burguesa. Ninguna de estas cuestiones fundamentales para los revolucionarios en una elección está presente en sus análisis.

El papel de los marxistas en su intervención electoral es el de esclarecer el panorama, aunque esto nos aísle momentáneamente, cuestión para la que tenemos que estar fuertemente templados. Los marxistas no hacemos un programa o discutimos nuevos lineamientos para las épocas electorales, sino que utilizamos las elecciones para propagandizar nuestro programa, nuestra línea política, preparada y debatida en nuestros Congresos y Conferencias. Que los pseudotrotskistas se hayan tenido que juntar entre gallos y medianoche para definir su posición política en el balotaje es un botón de muestra más sobre su desorientación política y la renuncia al método bolchevique.

Los que aparentemente conservan su independencia política – como el PTS y el PO que no llaman a votar por Massa – retroceden incluso frente a sus posiciones ambiguas de 2015 donde claramente levantaban el voto en blanco. Han buscado eludir la cuestión con galimatías y frases confusas. El propio Solano se vio en verdaderos aprietos cuando le preguntaron concretamente qué irían a hacer frente al balotaje: “Nosotros no vamos a votar a ninguno de los dos… la forma en cual adopta concretamente hay varias, podés impugnar, podés no ir a votar…” es decir su línea política la define cada uno individualmente, abstenerse, votar nulo, votar blanco. Para el principal dirigente del Partido Obrero esto da igual. Si se toma dimensión sobre estas palabras se llegará a la conclusión que es una “no” posición política, una abstención a la participación política como Partido. La conclusión lógica es que se vieron arrastrados por las presiones de las clases medias, se adaptaron al programa de la pequeña-burguesía.

Un análisis acertado

El nacimiento del FIT había insuflado grandes expectativas en un importante sector de la vanguardia y sectores (aunque menores) de la clase obrera. A pesar del repudio casi generalizado, el POR dio una sañuda batalla por señalar su derrotero posterior, no en términos cronológicos sino políticos, anticipando su papel obstaculizador en la lucha de clases. Nuestra justeza de análisis nos ha fortalecido enormemente al ver confirmados nuestros pronósticos. Que el FIT-U tenga 0 diputados o 5 (actualmente) no invalida lo dicho, sino que lo confirma… nuestros análisis señalaban eventuales crecimientos y caídas.

En más de una oportunidad hemos advertido que todas las votaciones de América Latina anticipaban su futuro sometimiento al nacionalismo burgués en la Argentina, al que terminarían llamando a votar. Pero también otro aspecto fundamental que es el de servir de autocrítica velada a las posiciones del 2015 en el balotaje entre Macri y Scioli.

Hemos visto en esta breve exposición que la izquierda electoralista ha echado una última palada de tierra a lo poco que conservaban de independencia frente a las variantes patronales. Esto ya ha pasado a la historia a partir de noviembre de 2023.

En el otro extremo se yergue el POR que mantiene firme su campaña por el voto nulo programático, por la revolución y el comunismo, ante toda la inmundicia burguesa que pretende mostrarnos como un “mal menor” a un defensor del genocidio palestino y asiduo visitante de la embajada yanqui. El Partido Obrero Revolucionario interviene en este balotaje como ha intervenido en la campaña electoral, con enorme entusiasmo, sin temor a sus ideas, sin ocultar su programa revolucionario, con redoblada energía sabiendo que ha logrado entroncar por momentos con las más instintivas tendencias de las masas a descreer de todas las vías institucionales para resolver sus problemas. Colocamos este artículo para que los desencantados militantes de la izquierda realicen un profundo debate sobre la bancarrota de sus organizaciones e invitamos a intervenir en los últimos días de la campaña electoral con estas ideas, que son las ideas del proletariado revolucionario.

(Nota de MASAS n°445)

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