Resoluciones de la reunión del CERCI de Noviembre de 2023 sobre la situación política internacional

Se intensifican las presiones que buscan una destrucción masiva de las fuerzas productivas como válvula de escape a la crisis capitalista, ya sea por la vía de la generalización de la guerra o de las  medidas antiobreras como despidos, cierres, recortes de conquistas laborales, aumento de la edad de jubilación, etc que apuntan a descargar la crisis sobre la clase obrera y las naciones oprimidas, en el afán de preservar y/o incrementar la tasa de ganancia, no importa a costa de la destrucción de infraestructura, de seres humanos y la naturaleza.

Reafirmamos los debates anteriores sobre la profundidad de la crisis capitalista, sobre el avance de su descomposición. En estos últimos meses se destaca la guerra brutal sobre Palestina con la intervención militar abierta de EEUU en respaldo del Estado sionista de Israel con miles de muertos, decenas de miles de heridos, y destrucción de su infraestructura. La guerra en Ucrania ha entrado en un impasse ante el fracaso de la llamada contraofensiva. Otros conflictos armados aparecen en Oriente Medio y en África. Este avance de las guerras que tienden a generalizarse es la continuidad de la guerra comercial que se potenció desde EEUU en la época de Trump y es continuada con el gobierno de Biden. Muestra que no hay otra salida para la crisis que la guerra y la destrucción de fuerzas productivas. Crece fuertemente el armamentismo de las principales potencias. Crecen las crisis de migración en Europa y en EEUU. La barbarie está ante nuestros ojos.

La crisis norteamericana ha potenciado el parasistimo financiero, con una emisión extraordinaria durante muchos años con tasas de interés cercanas a cero para salvar a las empresas y mantener artificialmente la actividad económica (por la crisis de 2008/9 más la pandemia), y se ha vuelto insustentable, desencadenando un proceso inflacionario. Las medidas monetarias, aplicadas por el Banco Central Europeo y la Reserva Federal Norteamericana, NO han logrado conjurar la crisis. El ajuste de las tasas de interés bancario hacia el alza, con el objeto de contraer la masa monetaria circulante para controlar la inflación, ha traído el efecto contrario que se había anticipado y empujado a la economía mundial hacia la recesión.

Europa se encuentra en situación de recesión, agravada desde que comenzó la guerra en Ucrania que afectó la provisión de energía y encareció fuertemente su costo como también el de los alimentos. Los niveles de endeudamiento y las altas tasas de interés afectan fuertemente a los estados y a las empresas.

En este marco de crisis general del capitalismo tomó impulso la guerra comercial que apunta a debilitar y bloquear a China, para detener su crecimiento y dominio en áreas estratégicas, pero al mismo tiempo las potencias necesitan de sus productos, de sus materias primas y EEUU necesita que China compre sus bonos de deuda y que mantenga el suministro de minerales.

EEUU busca reforzar su papel de potencia hegemónica a cualquier costo, incluso hundiendo a Europa, sus principales socios en la OTAN. Aparece con claridad que el reparto del mundo que se había pactado después de la 2da Guerra Mundial ya está agotado, que es necesario un nuevo ordenamiento y división. Las políticas de coexistencia pacífica se apoyaron en ese acuerdo del reparto del mundo. En este momento el envío de los portaviones a Palestina es una manifestación de esta tendencia a la escalada militar mundial.

Aparecen todo el tiempo en la superficie las principales contradicciones del capitalismo, el choque entre las fuerzas productivas internacionales altamente desarrolladas y la sobrevivencia de los estados nacionales; la crisis de sobreproducción; etc. No hay otra salida para la crisis estructural del capitalismo que no sea la guerra, que implica una masiva destrucción de fuerzas productivas, reafirmando la característica general de la época de guerras y revoluciones y contrarrevoluciones. Estamos viviendo un retroceso de las revoluciones, pero la magnitud de la crisis coloca el problema de la revolución social a la orden del día, que muestra la urgencia de la tarea de poner en pie partidos obreros revolucionarios como parte de la Cuarta Internacional y tareas estratégicas como los Estados Unidos Socialistas de América Latina. La crisis que viven las organizaciones centristas hoy día es una demostración del fracaso de su abandono y ruptura con los principios marxistas, el abandono del internacionalismo.

La política del imperialismo se basó en resaltar la democracia en contraposición al comunismo en un contexto de recomposición de las fuerzas productivas después de la 2da Guerra Mundial y su destrucción masiva, su bandera era que el fascismo había sido derrotado definitivamente. Ese proceso se agotó, verificamos un cambio de calidad. La clave en ese proceso es la destrucción de la URSS. La crisis de dirección tiene que ver con este proceso. La burocracia sindical alcanza una supremacía apoyada en la democracia burguesa. Haber forzado la guerra en Ucrania también indica un cambio de calidad.

El peligro de una 3ra GM es cierto China aparece con una fuerza económica y por lo tanto política, en choque con el imperialismo de EEUU. 

Crisis de dirección

La dinámica de los acontecimientos derivados de la agudización de la crisis y la lucha de clases reiteran la evidencia de que la crisis de la humanidad es la crisis de la dirección del proletariado. El vacío de dirección, ya sea por la ausencia o debilidad del partido revolucionario, facilita el desarrollo de respuestas burguesas de ultra derecha (fascistas) que expresan la necesidad para la burguesía imperialista de precipitar una masiva destrucción de fuerzas productivas  en contraposición a otros sectores burgueses que levantan banderas reformistas de un tibio estatismo para mitigar el malestar social, todas ellas impotentes ante la crisis capitalista estructural y que exteriorizan, por un lado las pugnas interburguesas y por el otro las oscilaciones de las masas explotadas dentro el ámbito político burgués dada la ausencia de la respuesta revolucionaria proletaria.

Esta cuestión es central para los trotskistas. En el Programa de Transición se afirma que la crisis de la humanidad puede sintetizarse en su crisis de dirección revolucionaria, que las condiciones objetivas para la revolución están sobradamente maduras. Que lo que corresponde es resolver la cuestión subjetiva, poner el pie la dirección revolucionaria.

La luchas extraordinarias de la clase obrera y las masas en las últimas décadas quedan estranguladas, derrotadas o desviadas por la ausencia o debilidad de la dirección revolucionaria. El problema no es la falta de voluntad de lucha de las masas sino la ausencia de la dirección que las oriente a la victoria.

En todas partes se debate si las masas se derechizan viendo que los gobiernos, las instituciones de la burguesía, sus partidos se orientan a la derecha. La realidad es que chocan con las masas que se movilizan y a veces en forma muy radical contra el régimen político. Lo que se derechiza es toda la superestructura siguiendo las presiones del gran capital imperialista. Las masas se desilusionan con las formas democrático burguesas porque estas no sirven para resolver sus problemas, porque atentan contra sus condiciones de vida y de trabajo.

En determinadas condiciones las masas son impulsadas a votar por expresiones derechistas creyendo que así castigan a los gobiernos y partidos que se presentan como defensores de la democracia, responsables de las políticas contra las masas. Las disputas interburguesas tienden a provocar una división en las masas. La política de los revolucionarios siempre debe ser procurar la unidad de la clase, romper con las políticas burguesas que dividen y apartan a unos de otros. Las tendencias fascistas maduran, se incuban en la democracia burguesa. Lo que confirma la tendencia histórica al surgimiento del fascismo como producto de la descomposición del capitalismo.

Es necesario comprender cómo se expresa la crisis de dirección, que fue señalada en 1938, en vísperas de la 2da Guerra Mundial.

La IV Internacional se erigió como la dirección que planteaba la lucha abierta contra la burocracia stalinista y se postulaba como la oposición revolucionaria y puso en pie la IV Internacional. Hoy tenemos la tarea de reconstruir esa dirección, la IV Internacional, que fue disuelta. 

Hubo una destrucción ideológica de la clase obrera, en gran medida por obra del estalinismo contrarrevolucionario cuya labor destructora culminó con la disolución de la III Internacional y la destrucción de la URSS y que significó una descomunal derrota y retroceso para el proletariado mundial. Es urgente retomar el marxismo-leninismo-trotskysmo. En este sentido el POR boliviano es una excepción, porque construyó programa, porque penetró en la clase obrera, y por eso se mantiene en pie como referencia revolucionaria para la clase obrera.

La clase obrera llegó a la cumbre de su elaboración político teórica con la III Internacional, con el triunfo de la Revolución Rusa. La IV internacional recogerá ese legado histórico. Sin embargo el stalinismo desarrolló una política criminal para eliminar a la vanguardia revolucionaria y estrangular las revoluciones. Fueron décadas de avance en la conciencia proletaria que se quebraron. El trabajo posterior de los revisionistas en el trostskysmo completó el cuadro.

Hubo un avance muy grande del capitalismo sobre todas las conquistas de la clase obrera. Es imprescindible la lucha en la vanguardia por educarla en el marxismo, en el dominio de las ideas del proletariado revolucionario. La bancarrota política de todas las corrientes socialdemócratas, reformistas, stalinistas, centristas, nacionalistas deja un espacio para el trabajo con las ideas del marxismo que tienen plena vigencia.

Esta lucha implica derrotar al centrismo que se convierte en un bloqueo para la tarea de construir partido. El centrismo se acomoda con sectores de la burocracia y con el parlamentarismo para crecer y sobrevivir a su sombra, sin combatirlos. Su intervención sindical es un instrumento para su política electoral. Las recientes experiencias electorales en Argentina, Brasil, Chile, Perú, Bolivia, Colombia, México, muestran el fracaso de sus políticas, cómo terminaron a la rastra del nacionalismo burgués o de variantes reformistas. Son una creación de la pequeña burguesía que refleja la impotencia en la lucha por el poder.

Palestina

El Estado sionista tiene que expandirse y seguir anexando territorios y para eso tiene que utilizar una fuerza militar para aplastar no solo a los palestinos sino también a los países vecinos. Semejante ofensiva cuenta con el respaldo directo de EE.UU. y su alianza imperialista. En esta guerra aparece también la disputa por los recursos energéticos.

Estamos frente a un agravamiento muy fuerte de la opresión que se expresa en masacre y genocidio de un pueblo.

Semejante ofensiva encontró respuesta de las masas en todo el mundo con movilizaciones multitudinarias de solidaridad con Palestina. Empezó por los pueblos árabes y se generalizó. Estamos frente a un movimiento internacional contra la opresión imperialista que principalmente se generalizó en las grandes potencias, especialmente en las cómplices del Estado de Israel. Este movimiento es antiimperialista porque choca con la opresión nacional.

Este movimiento mundial para poder avanzar necesita que la clase obrera se incorpore como dirección, con su propia política. Porque es la única clase que es portadora de un programa que lleva el cumplimiento de la tarea democrática de liberación nacional. La nación oprimida para liberarse definitivamente necesita protagonizar la revolución social expropiando al gran capital los medios de producción.

Este movimiento está influenciado por posiciones burguesas democratizantes y pacifistas alentadas por gobiernos y sectores que alientan una solución negociada, donde EEUU sea parte del acuerdo. Estas propuestas ya fracasaron desde hace varias décadas y no hay forma que puedan progresar. Una vez más la ONU ha mostrado que es un espacio subordinado a los intereses del imperialismo norteamericano, incapaz de dar respuesta a los grandes conflictos internacionales. Por esta vía no hay solución a la opresión nacional.

Destacamos la importancia que tiene para los palestinos la ruptura de relaciones de los gobiernos de Bolivia, Sudáfrica, Jordania, Bélice y Turquía, entre otros, con el Estado de Israel. Son medidas limitadas de política de Estado ya que no está orientada a promover la lucha contra el imperialismo en el país. La clase obrera poniéndose a la cabeza de la mayoría oprimida, debe tomar en sus manos la solidaridad efectiva combatiendo y derrotando al imperialismo en el propio país. Los sindicatos de Bélgica que boicotearon el envío de armamento a Israel son una avanzada en esta perspectiva de clase. 

La respuesta del imperialismo se basa en la liquidación de la resistencia armada de Hamas. Hay que impedir que cumplan con su objetivo. Defendemos a Hamas, sólo el pueblo palestino puede decidir su destino. La lucha por la autodeterminación del pueblo palestino sólo puede ser sostenida por su pueblo armado. Es necesario unir palestina de Gaza con Cisjordania, unificar sus movimientos. Pero no es solo un problema del pueblo palestino, esta cuestión involucra a los oprimidos de Oriente Medio. 

Hay un movimiento burgués y pequeñoburgués que señala que la solución es reiterar el camino históricamente fracasado de los “dos estados”. Es una impostura para mantener la opresión después de la masacre que se está perpetrando. No hay solución a la cuestión palestina que no sea destruyendo al Estado sionista, expulsando al imperialismo, poniendo en pie una República Socialista de palestinos y judíos en el marco de los Estados Unidos Socialistas de Oriente Medio.

Es gran movimiento internacional debe mantener su unidad para imponer el retiro inmediato de las tropas de Israel de Gaza y el cese de los bombardeos. ¡Por la autodeterminación del pueblo palestino!

Ucrania

El fracaso de la “contraofensiva” del gobierno de Ucrania marca los rasgos de la actual situación y la impasse a que se llegó. Las sanciones contra Rusia no tuvieron los efectos que esperaban. El conflicto de Palestina opacó temporalmente la atención sobre este conflicto. Este impasse tiene consecuencias políticas que afectan principalmente al gobierno de Biden por su disputa con los republicanos y las críticas dentro de su partido; debilita a Zelensky que pierde credibilidad y se queja permanentemente que no recibe las ayudas que le prometen. También afecta a Europa por las consecuencias que ha tenido esta guerra sobre su economía. 

Esto impacta sobre EEUU donde se agudizan las divisiones sobre cómo seguir, obstaculizando el financiamiento y el envío de armas. Lo mismo sucede en Europa afectada fuertemente por esta guerra. Hay una fractura entre los miembros de la OTAN donde hay países que se niegan a colaborar con Ucrania. La propuesta de incorporar Ucrania a la UE genera varios rechazos entre países miembros que se suma al conflicto con Polonia por el tránsito del grano de Ucrania, la decisión de República Checa de no asistir militarmente y de Hungría que no se suma a las sanciones contra Rusia. 

Esta guerra fue un salto en el militarismo de EEUU y la OTAN porque afectó un país importante de Europa, que fue parte de la URSS con fuerza militar, involucrando a las potencias de Europa (Alemania y Francia) que rechazaban la extensión de la OTAN a Ucrania. Habiendo fracasado la contraofensiva, la OTAN debe decidir involucrarse más abiertamente, lo que no está dispuesta a hacer en este momento. Recordamos que el objetivo central de EEUU es la guerra comercial con China y la escalada militar en Oriente. 

La política de la clase obrera es terminar con la guerra, expulsar al imperialismo, expulsar a la OTAN, conquistar la autodeterminación, terminar con las imposiciones del FMI y con los oligarcas que han destrozado y dividido el país, pero estas banderas que pueden cimentar y restablecer la unidad de la clase obrera y los oprimidos de Ucrania sólo se puede imponer por medio de una revolución social, basada en sus organismos soviéticos, y la reconstitución de su dirección revolucionaria. Esta tarea es parte del restablecimiento de la unidad con la clase obrera y los oprimidos de Rusia y de Europa Occidental.

Después de 2 años de guerra se llega a esta situación de impasse que se da en el marco de un agravamiento de la crisis mundial. Esto marca la importancia de que la clase obrera se organice para enfrentar toda forma de opresión de clase y nacional. Esta tarea implica la lucha por la superación de la crisis de dirección, construir los partidos revolucionarios y el Partido Mundial de la Revolución Socialista.

América Latina

La dinámica de la situación política mundial viene arrastrando a América Latina a la guerra comercial entre EEUU y China. En la última década China se ha convertido en uno de los principales destinos de las exportaciones y también de origen de las importaciones. Y también fuente de inversiones de capital. EEUU esta empeñado en frenar este avance de la influencia, presionando, creando crisis políticas enfrentando una fracción burguesa contra otra, saboteando sectores de la economía, manipulando la Justicia, los medios de comunicación y las fuerzas armadas.

 Se está verificando un proceso de derechización y fascistización en el Continente, abandonando las formas democráticas burguesas, como reflejo de esta crisis. Ante la incapacidad de resolver los problemas de las masas, todos los partidos y las instituciones del Estado son golpeados por las crisis y llevan a las masas a alternar en sus elecciones entre fracciones de la burguesía a veces un poco más a la derecha otras veces más democratizantes. La constante es que ningún gobierno da marcha atrás con las contrarreformas conquistadas contra los oprimidos, dando continuismo en esas políticas. Esto ocurre porque la clase obrera no puede imponer su propia política.

El crecimiento de las deudas públicas y sus intereses condiciona fuertemente las economías bloqueando más el desarrollo de las fuerzas productivas. Las burguesías han sido incapaces de frenar el parasitismo financiero que se devora sus presupuestos, que tiene que descargar sobre las masas ajustándolos. El creciente déficit fiscal es enfrentado por los gobiernos tomando más deuda. Ese mayor endeudamiento es una herramienta que utiliza el imperialismo para reforzar su opresión.

Las fuerzas productivas industriales no solo están estancadas sino que retroceden. Se cierran fábricas, se despiden trabajadores y no aparecen otras nuevas. La clase obrera retrocede físicamente, es precarizada todavía más. En los países que más se desarrolló la industria se nota cómo cae la participación de las manufacturas en el conjunto de la economía y en la participación en las exportaciones ganando espacio la producción y exportación de commodities dando mayor peso a las oligarquías vinculadas al agronegocio y al extractivismo.

En este proceso las burguesías nacionales se han adaptado y sometido al imperialismo, abandonando cualquier forma de resistencia, es una burguesía entreguista, privatista. El viejo nacionalismo burgués con sus medidas estatistas prácticamente esta desapareciendo. Sólo la clase obrera puede adoptar una política consecuentemente antiimperialista, de defensa de la soberanía nacional. La clase obrera está llamada a convertirse en el caudillo de la nación oprimida aplicando la táctica del frente único antiimperialista.

La polarización entre la extrema riqueza concentrada y una mayoría cada vez más pobre y miserable tiene características explosivas que la burguesía no podrá resolver. Las fuerzas productivas están frenadas por el parasitismo financiero. En este cuadro cobra gran importancia la lucha por las condiciones más elementales de vida y de trabajo.

Estas luchas tienden a confrontar con el Estado, es fundamental la intervención del partido revolucionario planteando la estrategia de la revolución social, el gobierno obrero campesino, la lucha por la autodeterminación de las naciones oprimidas, la lucha por la unidad de Latinoamérica en términos de los Estados Unidos Socialistas de América Latina. En nuestro Continente tiene presencia el Cerci que lo obliga a intervenir decididamente con esta perspectiva, con la posibilidad real de superar la crisis histórica de dirección.

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