Grabois y la acelerada pudrición del nacionalismo burgués
La crisis política se ha profundizado en las últimas semanas. Desde la asunción del Presidente el 10 de diciembre, pasando por los anuncios de Caputo (Ministro de Economía) y el megadecreto “de necesidad y urgencia” de Milei, la situación ha cambiado y con ello el rol de la oposición burguesa en su conjunto. En ese contexto, Juan Grabois – fundador del Movimiento de Trabajadores Excluidos (MTE), de la CTEP y del Frente Patria Grande, con fuertes vínculos con el Papa Francisco – redactó el pasado 19 de diciembre una muy difundida carta con Nacho Levy, fundador de La Garganta Poderosa, que presenta un particular interés.
Bajo el título “En el lugar de siempre”, y en casi 800 palabras, los autores pretenden trazar un análisis de situación y un curso de acción conforme a aquél. Comienzan con un breve relato por las causas que engendraron el levantamiento popular de diciembre de 2001 y sus similitudes actuales. A renglón seguido anuncian su conformación como “comisión permanente que oficiará como veedora de los Derechos Humanos” fundamentalmente respecto a la movilización convocada para el miércoles 20 de diciembre, en conmemoración a las jornadas ocurridas 22 años antes (19 y 20 de diciembre de 2001). De esta forma pretendían “abrazar a nuestro pueblo” y “organizarnos para cuidarnos (…) convoque quien convoque”.
Continúan señalando que “al final del túnel no hay nada, todo está oscuro del otro lado, ni dólar, ni futuro, ni asado”. Sin embargo, después de todas estas conclusiones y siendo conscientes de “las medidas criminales anunciadas por Caputo” sostienen que “ni el partido Patria Grande, ni La Poderosa, ni el Movimiento de Trabajadores Excluidos, ni la Unión de Trabajadores de la Economía Popular convocan a la marcha de mañana [por el 20 de diciembre]”.
Grabois intenta engañar a los lectores de su carta y a la militancia que confía en él como ya lo ha hecho en otras oportunidades. No es menor su disciplinamiento al Frente de Todos, renunciando a una lucha independiente cuando más necesario resultaba; o el apoyo y militancia incondicional al hambreador Massa, con el que decía estar casi a las antípodas. Grabois ahora confunde los objetivos y tareas de la etapa actual, reemplazando la necesidad de luchar por la de convertirse en meros veedores, en garantes de lo que él denomina como “valores democráticos”. Esto conforma innegablemente un rápido esclarecimiento de la cuestión.
Para su desgracia, la situación política lo ha desbordado completamente. Las jornadas del 20 de diciembre, fundamentalmente por la noche, lo han obligado a salir de su ostracismo, de su carácter de veedor, para reforzar su convocatoria a Ollas Populares el 22 de diciembre y a la movilización de la CGT del 27 de diciembre, ya no en su “Comisión Permanente de Derechos Humanos”, sino como convocante, como elemento activo.
¡Qué rápido han envejecido las palabras de Grabois! ¡Con qué velocidad la situación política ha debido guardar en el cajón de los recuerdos los llamados a la prudencia de los Grabois y compañía! Así son los períodos de crisis que desenmascaran las posiciones políticas conciliadoras y aceleran la identificación de la clase a la que verdaderamente representan.
La importancia en graficar estas cuestiones está en el rol que jugará la oposición burguesa, muy especialmente el nacionalismo burgués, en la siguiente etapa. Grabois se ha convertido desde hace algunos años en un elemento fundamental de la situación política, en la que su figura sintetiza los intentos irrefrenables por encauzar el descontento de las masas dentro de los carriles institucionales de la democracia burguesa.
Es imprescindible desenmascarar a nuestras direcciones traidoras, que buscan encerrarnos en callejones sin salida, que buscan conformarnos únicamente con los “posibilismos” que ofrecen las coyunturas, como gustan denominar estos personajes. La independencia política de los trabajadores significa superar esta tutela burguesa y entroncar con el programa revolucionario de la clase obrera, bajo su dirección política. Los demás caminos están llamados a llevarnos a nuevas y profundas frustraciones.