El ataque a los estatales es un ataque a todos los oprimidos
Unificar desde abajo la lucha de los estatales con el resto de los trabajadores
El gobierno de Milei ha declarado la guerra a todos los oprimidos del país y en particular a los estatales. Tanto el DNU como la Ley Ómnibus representan un intento de desmantelar el Estado y precarizar las condiciones de trabajo para que los empresarios puedan negociar libremente.
Desmantelar y privatizar organismos y empresas estatales es una pérdida de la soberanía. Parte de la producción de energía se encuentra en manos estatales, desde YPF hasta las centrales nucleares. Su privatización deja completamente en manos de las multinacionales el suministro de energía necesario para el funcionamiento del resto de las ramas de la producción, deja completamente en manos extranjeras la posibilidad de producir riqueza en el país. En lugar de privatizar estas empresas, deberíamos estatizar toda la producción y distribución de energía bajo control obrero.
Así como la energía, el transporte también representa un sector estratégico, que no debería estar en manos privadas, pues de su funcionamiento depende el desarrollo del resto de las industrias. Debemos vincular la defensa de Aerolíneas Argentinas a la necesidad de estatizar el conjunto del sistema de transporte.
Los controles en la producción, las autorizaciones para el funcionamiento, los programas que protegen la producción local, serán también blanco de ataque del gobierno. Buscará desmantelar estos controles a través de despidos y reestructuraciones de los organismos estatales. Defender los puestos de trabajo, defender nuestras funciones como trabajadores estatales es defender la soberanía nacional. Es defender el derecho del país a definir cómo se produce, quien produce, a no estar totalmente subordinados a los grandes capitales extranjeros que tras hacer los negocios fugan todas sus ganancias.
El ataque a los estatales es parte de la precarización del conjunto de los trabajadores. Las reformas impulsadas buscan minar la estabilidad conquistada: restringe las huelgas; establece mecanismos para la persecución política al prohibir explícitamente la realización de actividades “vinculadas a campañas electorales y/o partidarias”; reduce las faltas continuas y discontinuas necesarias para iniciar sanciones a los trabajadores. A su vez establece mecanismos para la inserción de trabajadores estatales en el sector privado, incluso reduciendo las cargas sociales para la contratación de los empleados desvinculados.
Debemos explicar al conjunto de la población que estas modificaciones no son sólo un ataque a los estatales, son una señal a todas las patronales para dar rienda suelta a precarizar más el trabajo. La estabilidad laboral estatal marca una referencia en el mercado laboral y el gobierno busca destruir esa referencia.
Participar de todas las instancias de coordinación para ir construyendo un pliego único nacional de reivindicaciones
El ataque se está dando de manera fragmentada para dividirnos. Tenemos que dar una respuesta unificada. Esta movilización es un paso importante en esa dirección. Hay que aprovechar estas medidas de lucha, para generar unidad desde las bases, para vernos las caras, tejer lazos de solidaridad, establecer instancias de coordinación abiertas a las bases. Sería un error que la coordinación entre los distintos sectores del Estado se limite a la reunión de sus direcciones, tenemos que crear instancias de coordinación abiertas a todos los trabajadores, afiliados y no afiliados, superando también las divisiones entre los distintos sindicatos de estatales.
El plan de lucha tiene que ser discutido y aprobado por el conjunto de los trabajadores, a través de mandatos de asambleas de los lugares de trabajo, plenarios de delegados, plenarios abiertos de todos los estatales. Solamente si decidimos entre todos el pliego de reivindicaciones y el plan de lucha podremos derrotar a este gobierno.
Hay que vincularnos con la lucha del resto de los trabajadores no estatales. El cacerolazo cultural fue un gran acierto en ese sentido. Es fundamental avanzar en la coordinación entre los cacerolazos barriales y la lucha en los organismos estatales. No olvidemos que en las fábricas rige con mayor crudeza la dictadura del capital. Tenemos que salir a los barrios, a los comercios, a las fábricas que rodean los edificios, llamar a los vecinos a sumarse a la lucha contra la política de ajuste y por las reivindicaciones esenciales:
→ Reincorporación de todos los despedidos
→ Pase a planta permanente de todos los trabajadores precarizados: becarios, monotributistas, contratados, etc.
→ Reapertura inmediata de paritarias, que la categoría más baja cubra el costo de la canasta familiar y se ajuste todos los meses con la inflación.
→ Desconocimiento del pago de la deuda externa para actualizar todos los presupuestos
→ Defensa de las empresas estatales, rechazar cualquier intento de avanzar con las privatizaciones.
→ Defender la soberanía en contra de todos los intentos de desregular los controles de las mercancías.