Ecuador: Los caminos de la barbarie
Los sucesos recientes en el Ecuador, marcados por la brutal insurgencia de grupos armados ligados a las mafias del narcotráfico y las pandillas de delincuentes, que actúan bestialmente para dar una respuesta mostrando su poderío ante la persecución y represión policial ejecutada por el gobierno de Novoa, dan cuenta, según no pocos analistas políticos, que, en último término, estamos ante una expresión de un proceso de “desinstitucionalización” y “disgregación social” que, afirman, sería una consecuencia de la aplicación de las políticas neoliberales y entreguistas implementadas por los diferentes gobiernos a lo largo de los últimos años y que de ninguna manera fueron modificados en esencia por los gobiernos presuntamente indígenas y “antineoliberales” de la llamada “Revolución Ciudadana”.
Los cierres de fuentes de trabajo, la privatización de las principales actividades productivas del país (petroleó, minerales, etc.) y su entrega al capital financiero imperialista (transnacionales), han dejado a una gran mayoría de la juventud ecuatoriana “sin futuro” y en esa medida empujada a manos de los carteles de la droga y sus disputas. Cada pandilla está ligada algún cartel internacional del narcotráfico (mexicanos, colombianos, etc.). El terror en la clase media sirve de sostén político al gobierno que justifica en la situación el endurecimiento de sus políticas represivas, pero, no abandona un milímetro las políticas entreguistas, vende-patrias y antiobreras que se vienen ejecutando, entre ellas la llamada “dolarización” de la economía que lo único que logró fue acentuar la miseria de la mayoría oprimida.
Lo que ninguno de estos analista señala, es que además estamos ante el fracaso de la “izquierda” ecuatoriana que, ligada a los mal llamados “socialistas del siglo XXI”, tomó el poder a la cabeza de Rafael Correa (Presidente desde 2007-2017) e implementaron una reforma constitucional, presuntamente progresista y vaciada en los conceptos reformistas de esa “izquierda” que cree posible la transformación revolucionaria de la sociedad a partir de la reforma a la ley constitucional que define al Estado burgués y todo eso sin modificar el derecho propietario vigente, al que se le rodea de todas las garantías imaginables.
La “izquierda” ecuatoriana, desde sus orígenes estuvo muy influencia por el indigenismo. Ricardo Paredes, Secretario General del PSE (Partido Socialista del Ecuador) y luego fundador el PC ecuatoriano afiliado a la III Internacional ya estalinizada, afirmaba, dando cuenta de una muy superficial comprensión del marxismo:
“Nuestra tradición es comunista, pues Ecuador perteneció al gran Imperio Incásico, el primer Estado comunista del mundo. Quizá antes que en Europa capitalista, el comunismo se implementará en la América indo-hispana, donde el maestro de la religión social, el admirable Illich Lenin, encontrará sus discípulos más fervientes”.
Los simpatizantes de la “oposición de izquierda internacional”, encabezados por Manuel Donoso Armas, que se negó a firmar una declaración contra Trotski en el VI Congreso de la Internacional Comunista, a pesar de sus convicciones en sentido de que el futuro de la revolución ecuatoriana está ligado al desarrollo del proletariado industrial en el país, no logran desarrollar la discusión al punto de cristalizar un programa de la revolución ecuatoriana que sea la concreción de la aplicación del Marx leninismo trotskista a la comprensión de la realidad del país.
La izquierda ecuatoriano ha estado muy influencia por el movimiento campesino, políticamente ganado a las ideas posmodernas del indigenismo e impulsadas por los nacional-reformistas del “Socialismo del siglo XXI” y por la ausencia de un movimiento obrero formado en el sindicalismo revolucionario, que fue tempranamente divido por le injerencia del “sindicalismo amarillo” impulsado por EEUU y la burocratización venida de la mano del estalinismo. Esta izquierda ecuatoriana, llegó al poder por medio de las urnas y no por medio de una revolución social. Ejecutó un conjunto de reformas al Estado burgués y ninguna de ellas frenó la decadencia impuesta por la crisis estructural del capitalismo que se impone al país desde fuera de las fronteras nacionales. El hundimiento de los reformistas abrió el paso al retorno de los ultraliberales, que terminaron acentuado la desgracia de las masas y acelerando la caída del país por la pendiente de la barbarie del capitalismo en descomposición.
En conclusión: la experiencia ecuatoriana confirma que cuando la salida revolucionaria encabezada por el proletariado no se produce, la barbarie capitalista avanza y se profundiza. Las recetas de la “vía pacífica y electoral”, de la “revolución ciudadana”, de la “revolución democrática y cultural”, del nacional-reformismo y del posmodernismo indigenista, no conducen al socialismo, sino que terminan remachando la cadena de la opresión nacional y social.
(Nota de Masas n°2776 – POR Bolivia)