Acerca de las asambleas barriales en el AMBA

Las asambleas barriales son el resultado del masivo cacerolazo del 20 de diciembre. Un cacerolazo que empezó en los barrios y terminó llenando la Plaza del Congreso en respuesta al DNU de Milei. Esta respuesta contundente de las masas fue parte de las presiones que llevaron a las centrales sindicales a llamar a paro el 24 de enero.

A partir del 20 de diciembre, se organizaron cacerolazos semanales en contra de la política de Milei. El sector más consciente, más activo de esta contundente movilización transformó estos cacerolazos en asambleas barriales. Es importante destacar el rol de militantes y ex militantes de organizaciones de izquierda como organizadores que rápidamente crearon comisiones, redes sociales y espacios de coordinación entre estas asambleas. Esta respuesta organizativa es parte de la memoria colectiva, muchos de los que intervienen en estas asambleas hacen referencia al 2001 o incluso participaron de dichas asambleas.

El 30 de diciembre se conforma el espacio de Asamblea de Asambleas, con la presencia de miembros de distintas asambleas barriales. En su segundo encuentro, el 13 de enero participaron miembros de más de 30 asambleas. En este encuentro se coordinó la participación activa en el paro general convocado por las centrales y participaron activamente del mismo. En su mayoría las asambleas participaron en una columna propia e independiente.

La lucha contra la “Ley Omnibus”

En su conjunto, las asambleas llamaron a movilizar el miércoles 31 de enero al Congreso para manifestar el rechazo a la Ley Ómnibus durante su debate parlamentario. La represión del gobierno no se hizo esperar y trató de evitar que el tráfico en las calles del Congreso sea interrumpido. A pesar de la represión, los manifestantes logramos concretar el corte de Rivadavia y la permanencia hasta que la sesión pase a cuarto intermedio. El jueves nuevamente las asambleas se convocaron a la Plaza, esta vez la represión escaló en intensidad, el operativo ingresó a la Plaza del Congreso para infundir miedo a los manifestantes, aunque no estuviesen interrumpiendo el tráfico. Como balance, las asambleas conformaron comisiones de seguridad, circularon recomendaciones por redes sociales para movilizar a pesar de la represión. La organización se fortaleció entre los miembros de las asambleas.

La movilización de las asambleas, todos los días del debate y sin descanso, fue vista con simpatía por quienes se encuentran en contra de la política de Milei. La persistencia de las masas, a pesar de la represión, la desmesurada represión del gobierno profundizaron su crisis. Esas jornadas fueron fundamentales para concretar el retroceso del gobierno.

Con la misma firmeza que los días anteriores, el martes 6 de febrero, las asambleas volvieron a la Plaza. Se tomaron muchas medidas de prevención ante una posible represión: armado de listas, responsables de seguridad, criterios para evitar daños a los manifestantes, personas por fuera de la manifestación ante emergencias. El anuncio de la vuelta a comisiones de la Ley Ómnibus se vivió como una fiesta en la Plaza, como lo que fue, un golpe contundente a un gobierno decidido a imponer su política de sometimiento y ajuste contra las masas a toda costa.

Las asambleas como parte del proceso de conformación de una vanguardia de los oprimidos

Las asambleas concentran a una parte del sector más activo de los barrios. En estos espacios intervienen valiosos activistas de distintos sectores, todos aquellos que plantean que la lucha es ahora y, muchas veces, se chocan con la inacción de sus sindicatos. La reunión de estos activistas en estos espacios de coordinación es parte del proceso de conformación de la vanguardia. Es un espacio donde se debaten abiertamente diferentes posiciones políticas y se milita en un espacio común con las ideas acordadas. Durante las jornadas de lucha, se fueron gestando y fortaleciendo lazos de confianza y solidaridad que son indispensables para la lucha callejera que tenemos por delante.

Es importante destacar la consciencia de papel minoritario de las asambleas en sus respectivos barrios. Inmediatamente pasaron las jornadas de lucha, las asambleas resolvieron tareas para fortalecerse en el territorio: festivales, volanteos en plazas, ferias, parques, ruidazos, etc. Para esta tarea, es fundamental la claridad en los acuerdos y ejes de la campaña.

La potencia de las asambleas es la coordinación de los sectores que buscan salir a la lucha

El ataque del gobierno contra los oprimidos empuja cada vez a más sectores a la lucha que ante el letargo de sus direcciones buscan una expresión organizativa. Este descontento, esta necesidad de empezar desde ahora a enfrentar la guerra que ha declarado este gobierno a los oprimidos puede ser canalizada por las asambleas. El camino para potenciar a las asambleas es la unidad entre los vecinos y los centros de concentración de masas, principalmente la industria. La inclusión de las comisiones internas de fábricas, universidades, instituciones de cada zona fortalecerían la capacidad de lucha de estas asambleas, así como también permitirían la elaboración desde debajo de un pliego único de reivindicaciones.

El problema de la unidad

El gobierno de Milei, es un gobierno abiertamente pro-imperialista que ha declarado la guerra a las masas en todos sus sectores, un gobierno que incluso avanza sobre sectores dentro de la propia burguesía. La resistencia a los ajustes de este gobierno vendrá de distintas vertientes políticas. Las masas buscarán canalizar su oposición a este gobierno a través de sus partidos. Tanto organizaciones centristas como el peronismo tomarán un rol activo en la resistencia a la política del gobierno. En este sentido, es fundamental la discusión de en qué términos se puede concretar esta unidad.

Tres alternativas aparecen sobre la mesa: El frente popular, el frente único revolucionario y el frente único antiimperialista. El frente popular propondrá callar las críticas al nacionalismo por el bien de la unidad y en los hechos subordinará los oprimidos a la política del nacionalismo burgués.

El frente único revolucionario buscará expulsar y censurar al nacionalismo para garantizar solamente “la unidad de la izquierda” una pureza que en la práctica dejará por fuera a la propia clase obrera. La experiencia demuestra que estos frentes, por su contenido oportunista, terminan siendo preludio o furgón de cola de los frentes populares

El frente único antiimperialista, es la táctica delineada por la Tercera Internacional de Lenin y Trotski para desenmascarar al nacionalismo burgués, para mostrar que sólo la política revolucionaria es consecuente en la defensa de la soberanía ante el ataque imperialista. Lo central de esta táctica es la disputa por el programa y el derecho a crítica. El frente único antiimperialista consiste en la unidad de todos los oprimidos, independiente de a quién hayan votado, de su filiación política, religión, etc. Se trata de una unidad basada en la libertad de crítica, lucha política y respeto a los acuerdos adoptados. Solamente sobre esta base podemos dar las condiciones para una respuesta unitaria que le permita a la clase obrera ponerse a la cabeza de la nación oprimida.

(Nota de Masas n°451)

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