Es necesario centralizar todas las luchas con una nueva huelga general activa y un plan de lucha hasta derrotar la política de Milei

En las últimas semanas se confirma la voluntad de lucha de los oprimidos, de frenar y derrotar el ataque violento a las condiciones de vida y de trabajo.

Movilización multitudinaria en todo el país de las organizaciones de desocupados, con 500 cortes. Paro nacional de ferroviarios, de trabajadores de la educación, de portuarios, todos los gremios aeronáuticos pararon un día completo, colectiveros, metalúrgicos lanzó un plan de lucha y cortó la ruta en Villa Constitución. La UOCRA se declaró en “estado de alerta y asamblea permanente en las obras” frente a las decenas de miles de despedidos que denuncia. Crecen y se extienden las asambleas barriales funcionando regularmente, participando de las movilizaciones generales. La movilización por el día de la Mujer Trabajadora y del 24 de Marzo serán multitudinarias.

Es necesario centralizar todas las luchas con una nueva huelga general activa. La CGT y las CTAs tienen que poner fecha. Debemos derrotar la política de Milei que agrava cada día las condiciones de catástrofe social que vivimos. Las centrales sindicales representan a todos los trabajadores, aunque no estén registrados, estén desocupados o no estén afiliados. Y deben encabezar la rebelión de los oprimidos. No hay sector que no esté siendo violentamente atacado. No hay otro camino para derrotar este ajuste que la acción directa de masas, extendiendo y profundizando las luchas que existen.

El Gobierno débil, apoyado en el capital financiero, en las grandes corporaciones, ha dado verdaderos mazasos, el ataque no esperó ninguna Ley, ni decisión judicial. La devaluación histórica del 118% apenas asumió, sumado a la liberación de todos los precios y la eliminación de subsidios, se transformó en aumento generalizado del costo de vida insoportable, muy superior a lo que vivimos con los gobiernos anteriores. Al 31 de enero la inflación anual fue del ¡256%! El único precio que no se libera es el de la fuerza de trabajo. El gobierno quiere imponer un tope a las negociaciones paritarias para profundizar el retroceso del salario real.

La decisión de frenar drásticamente la obra pública ya dejó más de 100.000 trabajadores de la construcción en la calle y decenas de miles vinculados a la actividad. La política del gobierno es recesiva a propósito. Las automotrices suspendieron. La siderúrgica Acindar suspendió por un mes debido a la caída brusca de la demanda. La caída del consumo es general. Efectivamente, nos dejaron sin plata para consumir hasta lo más esencial, los alimentos y las medicinas. 

La respuesta del movimiento popular puede parecer insuficiente frente a la extraordinaria magnitud del ataque, pero debemos tener presente que venimos de años de pasividad, de colaboracionismo de las organizaciones sindicales con los gobiernos, de institucionalización de los movimientos para que saquen los pies del plato, de desmovilización, de aislamiento de lo que quería luchar. La respuesta inmediata con movilizaciones masivas y paros como el del 24 de enero cambiaron la situación política. Se abrió camino la acción de los oprimidos con sus propios métodos de lucha. Es en este marco de aceleración de la lucha de clases que se produce la derrota legislativa del gobierno con la Ley Ómnibus, mostrando los choques al interior de la burguesía, al interior de sus partidos, y la rebelión de los gobernadores. 

El gobierno es consciente, la burguesía es consciente, que su programa sólo puede ser aplicado por medios autoritarios, dictatoriales, por eso dictó desde el inicio el Protocolo represivo y políticas destinadas a ilegalizar al movimiento obrero, impedir sus protestas. Por otro lado, pretendió imponer sus leyes sin debate, basándose en la extorsión sobre los gobernadores y legisladores, pasando por encima de todas las formas democráticas.

El protocolo represivo fue derrotado por la intervención multitudinaria de las masas. La Ley Ómnibus debió ser retirada para impedir su fracaso total. El DNU quedó empantanado por los recursos judiciales que frenaron algunos aspectos de su aplicación y porque el Gobierno no quiere que se discuta en el Congreso ante el peligro de que pueda ser rechazado por ambas cámaras.

El ataque contra las provincias no fue solo verbal, sino que recortó arbitrariamente el envío de fondos, primero presionando para que sus legisladores voten a favor de la Ley y luego castigándolos por no haberlo hecho. Esto agravó la crisis política de la burguesía. Nada menos que un gobernador del PRO se puso a la cabeza de la rebelión amenazando al gobierno nacional con cortar el suministro de petróleo y gas, ganando el respaldo de casi todos los gobernadores y apoyado por toda la población. Sin quererlo estaba poniendo en cuestión la propiedad de los yacimientos.

En la apertura del año legislativo Milei insistió con su Ley Ómnibus y convocó a un encuentro con los gobernadores para exigirles nuevamente su apoyo y que si votaban la ley podrían discutir la coparticipación, específicamente apunta a lograr la reforma laboral y jubilatoria, volviendo al régimen de las AFJP. Esta propuesta empezó a naufragar inmediatamente, el primer encuentro programado para el 8 de marzo debió ser levantado y reemplazado por algunas reuniones parciales. El gobierno quiere mantenerse firme en su programa y no retroceder. Sus “locuras” de estos días son el producto de la inviabilidad de su política que conduce a un estallido social, como advierte también la Iglesia y el FMI.

Derrotar la política de Milei es derrotar la política del FMI, de los bancos internacionales y locales, de las grandes corporaciones, que están detrás de él. Es claro que esta derrota deberá ser en las calles, es con la huelga, con las movilizaciones, los cortes, unificando todos los reclamos de los oprimidos. No será el Congreso, ni la Justicia, ni los gobernadores, aunque puedan rechazar parcialmente sus políticas.

La burguesía, el imperialismo, han destruido el país, lo han primarizado, desmantelado parte de su industria, saqueado, endeudado. Han dejado al país de rodillas frente al FMI aplicando su programa, reconociendo una deuda fraudulenta que condiciona toda la economía.

No queremos reemplazar a Milei por otra variante que se sostenga en los mismos principios, de respeto al capital concentrado y monopólico, de pago de deuda fraudulenta, aunque trate de aplicar métodos y formas más “democráticas”.

La burguesía ya ha probado con todas sus fracciones, con todas sus variantes y nos ha conducido al desastre, ninguna ilusión en sus instituciones, en sus partidos, en sus dirigentes.   

Debemos preparar la salida propia de los oprimidos, conquistar la independencia política. La CGT/CTA debe romper con las patronales y sus partidos, debe someterse al mandato y el reclamo de las bases, debemos recuperarla para los trabajadores.

Desde las asambleas en los barrios, en las fábricas, en los lugares de trabajo y estudio, debe organizarse la resistencia para derrotar esta política y prepararnos para la lucha por el poder para la mayoría oprimida, esto es un gobierno obrero-campesino. Para que la clase obrera pueda acaudillar a la mayoría debe independizarse políticamente, poner en pie el frente único antiimperialista y construir su partido revolucionario que pueda orientar esta lucha.

(nota de MASAS n°452)

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