La fantasía de la dolarización
Esta ha sido una de las banderas de Milei en la campaña electoral, la receta mágica para terminar con la inflación y defender el poder adquisitivo de los salarios.
Y pudo crear la ilusión en un sector importante de los trabajadores de que esta era la solución. Son décadas de inflación insoportable que licúa todos los ingresos.
Todos los gobiernos fueron incapaces de controlar la inflación, desde Macri que decía que se resolvía en 15 minutos hasta Fernández que le “declaraba la guerra”. También la dictadura militar fracasó rotundamente: en 1976 444%, en 1977 176%, en 1978 171,4%, 1979 163%, 1980 100,8%, alcanzando en 1983 el 343,8%, sin poder echar la culpa a ningún gobierno anterior. Martinez de Hoz inauguró su gestión en Economía con un discurso que copió Milei, alertando que habría una inflación de 17.000% en su primer año y que la dictadura lo impediría.
El gobierno de Alfonsín que le siguió terminó en hiperinflación y Menem, que lo sucedió, fracasó en su intento de controlarla con Bunge&Born al frente de Economía. Por eso recurrió a la “magia” de Cavallo y el capital financiero internacional, que llevaron a la entrega del patrimonio nacional, a un endeudamiento colosal para sostener la “convertibilidad”, la ficción del 1 a 1 entre el dólar y el peso. Que tampoco pudo evitar la inflación y que terminó estallando en el 2001.
La burguesía probó todas las formas, civiles y militares, peronistas, radicales y liberales, todos fracasaron en su objetivo de derrotar a la inflación. Todos fueron incapaces frente al poder los monopolios y de los bancos. No hay nada que esperar de ningún gobierno capitalista aunque se autodenomine “anarco” y se presente como algo novedoso y original.
Hoy un sector de la burguesía rechaza el planteo de dolarizar, el FMI y EE.UU. dicen públicamente que haga lo que quiera, pero no le prestan un dólar para esa aventura. No podemos descartar que en su desesperación lo intente. Dice que si puede seguir acumulando dólares podrá levantar el cepo y preparar las condiciones para dolarizar la economía. Pero los exportadores no le creen al gobierno y retienen la cosecha esperando una nueva devaluación que impactará nuevamente sobre todos los precios. Los números no le cierran al gobierno, está pagando caro su improvisación e ignorancia.
Rechazamos cualquier forma de dolarización. Dolarizar es renunciar completamente a la soberanía nacional. Es depender de la política monetaria de EE.UU. de sus decisiones, del país que nos oprime y que además compite en exportaciones agropecuarias e hidrocarburíferas. Convertiría al país abiertamente en una colonia.
Reemplazar el peso por el dólar no resuelve ninguno de los problemas estructurales del país. Pretende dar respuesta a la idea falsa de Milei y tantos economistas neoliberales de que la inflación tiene solo un origen monetario, entonces, si ya no se puede emitir la inflación desaparecerá. Esta falacia ya fue comprobada en varias oportunidades en que se dejó de emitir, se mantuvo la base monetaria y se la redujo y la inflación no se detuvo. La emisión monetaria es el recurso de que dispone la burguesía cuando no puede puede bajar su gasto y no está dispuesta siquiera a apropiarse de la renta de los sectores más parasitarios de la economía. Una de las causas de la inflación es la gran concentración y monopolización de la economía en un puñado de grupos que definen sus precios y arrastran a todos los sectores. Los gobiernos se han mostrado impotentes frente a esos sectores.
Los esquemas de Milei se le queman, los mercados no resuelven como él creía y quería hacer creer. La realidad es que tuvo que incrementar el intervencionismo del Estado para evitar una crisis mayor. Ha debido llamar a los formadores de precios en alimentos, a los supermercados, para que moderen sus remarcaciones, tirando por la borda todo su discurso. Los precios hoy son más caros que en Europa, por productos que se producen en el país. Milei tuvo que posponer los ajustes tarifarios de marzo porque la inflación sigue siendo muy elevada. Las medidas que ya adoptó agravaron como nunca las condiciones de vida de las masas y el fracaso de esas medidas lo llevará a nuevos ajustes para forzar a que las cuentas le cierren.
Cuanto antes derrotemos este fenomenal ajuste empobrecedor contra la mayoría mucho mejor. Cuanto antes resolvamos nuestra independencia política y estructuremos un movimiento antiimperialista dirigido por la clase obrera mucho mejor, porque nos permitirá ver con más claridad la cuestión del poder, cómo vamos a poner en pie un gobierno obrero campesino como expresión de la mayoría oprimida, basado en las organizaciones de base, en las asambleas, coordinadoras, en los sindicatos recuperados para los trabajadores.
(Nota de MASAS n°453)