Bolivia: El peligro de los golpes militares y la inviabilidad de la democracia burguesa
Los politiqueros, la prensa burguesa, los analistas políticos de la burguesía, pasado el susto que se llevaron ante el descabellado intento de golpe militar del Gral. Zúñiga (todos, alarmados, se apresuraron a pronunciarse condenando el golpe, llamando a la “defensa de la democracia burguesa”), ahora han vuelto a su pugna enfrascados en que si fue un golpe fallido o un autogolpe montado por el propio gobierno para darse un baño de popularidad, como dijo el insurrecto a tiempo de ser detenido. Hipótesis difícil imaginar: que Zuñiga y todo el Alto Mando de las FF.AA. hayan decidido inmolarse para que Arce pueda recuperar popularidad.
Pero, al margen de esta discusión entre las corrientes políticas burguesas empeñadas en destruirse mutuamente en el afán de hacerse del Poder, el acontecimiento viene a ser la confirmación de nuestro pronóstico en sentido de que no es posible que pueda florecer una robusta democracia burguesa en las condiciones de atraso, miseria generalizada e incapacidad de la burguesía nativa para resolver los problemas estructurales del país, que cierre el paso a los golpes militares.
Las FF.AA., son parte fundamental del aparato represivo del Estado para la protección del orden social burgués. Por tanto, constituyen una de las piezas maestras de la política boliviana, convertidas en árbitro de la política por la inviabilidad de la democracia como forma gubernamental del Estado burgués sometido al imperialismo. Los intentos democrático-burgueses invariablemente fracasan como caricaturas grotescas de democracia y se agotan rápidamente las ilusiones que en algún momento pudieron despertar en las masas.
Los gobiernos civiles, “democráticamente” constituidos por el voto popular obligado a escoger entre la basura política partidaria burguesa al “mal menor” o al mejor impostor disfrazado de redentor de los oprimidos, lo primero que hacen, en procura de asegurarse estabilidad, es controlar a la jerarquía castrense y nombrar un Estado Mayor fiel al gobierno. Fidelidad que no es gratuita sino asentada en el prebendalismo.
Zúñiga se insubordina e intenta hacerse del gobierno, y así le reclama al presidente, porque siente que Arce, paga su fidelidad con “desprecio” al haber decidido nombrar un nuevo Alto Mando Militar. Por eso el gorila se lanza a la aventura golpista sin lograr el apoyo del conjunto de las FF.AA. y sin el aval de la embajada norteamericana.
Democracia y fascismo son formas gubernamentales de la dictadura burguesa. Pero la adopción de una u otra forma de gobierno, no puede imponerse arbitrariamente a voluntad de los políticos o los militares, depende del desarrollo de la lucha de clases. En condiciones de agudización de los conflictos sociales que amenacen con desbordar los recursos legales democrático-burgueses poniendo en riesgo el orden social burgués, no faltará el gorila que, golpe de Estado de por medio, instaure una dictadura militar para ahogar la lucha popular e imponer la paz del garrote. Tampoco el gorilismo militar puede imponerse en cualquier circunstancia, como ha ocurrido con la intentona del Gral Zúñiga; pese a la chacota politiquera y al creciente malestar social, las masas, ausente la presencia física del proletariado con su propia respuesta revolucionaria, están entrampadas en medio de la pugna politiquera, preocupadas por procurarse el sustento diario para sus familias dentro la economía informal a falta de fuentes de trabajo.
La respuesta al peligro latente de una dictadura militar, no está en el desarrollo de una democracia sólida que, insistimos, no podrá darse en las condiciones del país capitalista atrasado que es Bolivia, sino en el poder político del programa revolucionario del proletariado que, encarnado en la lucha de los explotados y oprimidos, será capaz de ganar a la tropa y parte de la oficialidad de las FF.AA., que anule la capacidad de fuego del ejército y vuelque las armas contra los explotadores.
Así el proletariado junto a las mayorías oprimidas derrotó al ejército de la rosca en abril del 1952.
Así, el POR en la década de los 80 y 90, pudo poner en pie a la corriente revolucionaria VIVO ROJO en el seno del ejército.
La izquierda reformista negó que VIVO ROJO existiera y las masas movilizadas contra el estruendoso fracaso de la UDP, prejuiciosas de que todo uniformado es un gorila, tampoco creyó que pudieran existir militares revolucionarios.
(POR Bolivia – Masas No. 2795)
Sólo la fuerza política del programa revolucionario del proletariado podrá derrotar al gorilismo
El acontecimiento del fallido y descabellado golpe militar encabezado por el Gral Zúñiga, sobre el que ahora la politiquería ha vuelto a su pugna sobre si fue golpe o farsa, en realidad pone a prueba el problema de la posibilidad del desarrollo de una sólida democracia burguesa y la amenaza de los golpes militares.
Como señala Guillermo Lora(1), dilucida el enfrentamiento de dos posiciones políticas fundamentales:
“1) El poco desarrollo capitalista y la ausencia de una clase media rica no permiten el auge generoso de la democracia burguesa, que no puede menos que aparecer como envoltura formal del Estado nacional soberano.
“2) La papeleta electoral, libre y adecuadamente empleada, contribuiría a crear una democracia al servicio de los bolivianos, como una genuina expresión de la voluntad popular.”
La respuesta al peligro latente de una dictadura militar, no está en el desarrollo de una democracia sólida que, insistimos, no podrá darse en las condiciones del país capitalista atrasado que es Bolivia, sino en el poder político del programa revolucionario del proletariado que, encarnado en la lucha de los explotados y oprimidos, será capaz de ganar a la tropa y parte de la oficialidad de las FF.AA. que anule la capacidad de fuego del ejército y vuelque las armas contra los explotadores.
(1) G. Lora, AUTOPSIA DEL GORILISMO, 1984
(POR Bolivia – Masas No. 2795)