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Venezuela: Disputa electoral entre el reformismo chavista y la derecha tradicional, ausente la política revolucionaria

(nota de Masas No.2789 – POR Bolivia)

Venezuela vive 25 años bajo el régimen chavista que aparece como la abanderada del llamado “socialismo del siglo XXI” cuyo sustento ideológico es el posmodernismo contrarrevolucionario que niega la lucha de clases, la lucha de los pueblos oprimidos por el imperialismo y postula que lo que fue el socialismo “realmente existente” no sirve ya para aglutinar una alternativa mundial, capaz de superar al capitalismo mediante un movimiento de masas. Según ellos, habría llegado el momento histórico para construir un nuevo proyecto socialista que llaman: la “democracia real participativa”; convivir en una relación armónica y recíproca con el opresor foráneo y la instauración pacífica del socialismo. En este sentido ha insistido en la necesidad de conformar bloques de países como el ALBA e impulsar, junto con otros países de igual orientación geopolítica, la UNASUR; no para desarrollar una política francamente antiimperialista sino para potenciarse y negociar en mejores condiciones con la potencia del norte. La Venezuela chavista, ha seguido siendo importante proveedora de petróleo a los EE.UU, al margen de los altisonantes discursos supuestamente antiimperialistas de sus gobernantes contra su socio comercial.

Para el imperialismo, el agresivo “nacionalismo energético” de Hugo Chávez, sus planes de desviar las exportaciones de petróleo hacia China, y establecer vínculos estratégicos más fuertes entre Asia y América Latina se le presentan como un peligro geopolítico sobre el control del petróleo venezolano y de su “patio trasero”.

Hace algo más de una década que se ha desplomado la economía venezolana en medio de la caída de su producción petrolera, recesión de su aparato productivo y una astronómica inflación con condiciones catastróficas para la población a la par de una corrupción sin precedentes de las castas gobernantes. Desde la derecha, la oposición capitaliza buena parte de apoyo de la población castigada por la crisis, y el imperialismo, a título de defensa de los “derechos humanos” por la represión contra los opositores, aplica duras sanciones económicas a Venezuela que agravan la situación económica. Casi la tercera parte de su población se ha visto obligada a migrar a los diferentes países del continente buscando mejores condiciones de vida y de trabajo, hoy los tenemos mendigando en las calles para sobrevivir.

En estas condiciones, se realizan las elecciones el próximo domingo 28 de julio. La candidatura opositora encabezada por Edmundo Gonzales e impulsada por la derechista Marina Corina Machado, que ha logrado capitalizar el malestar del pueblo venezolano. De lejos se puede percibir que el imperialismo norteamericano tiene injerencia directa en la organización y financiamiento de esta candidatura.

Según las encuestadoras, la candidatura opositora le lleva ventaja a la oficialista por muchos puntos. La prensa venezolana también señala que barrios populosos que, tradicionalmente eran el voto duro de oficialismo, se han volcado contra Maduro y anuncian que, de no mediar un monumental fraude electoral, el triunfo de González es seguro. Maduro ya ha advertido que en Venezuela correrá ríos de sangre si los resultados de las elecciones son adversos a su candidatura.

Lo lamentable es que está ausente del escenario político una nítida dirección revolucionaria que convoque al proletariado y a los oprimidos del país hacia la necesidad de la revolución social para instaurar un gobierno de obreros, campesinos y clases medias empobrecidas de las ciudades, señalar que el camino de la liberación de los explotados y oprimidos y del país de la injerencia imperialista, no pasa precisamente por la vía democratizante y electoral sino por la acción directa de las masas desencantadas del reformismo chavista.

En todos los países capitalistas atrasados de economía combinada como Venezuela, la respuesta a los grandes problemas estructurales como el atraso que se manifiesta en la sobrevivencia de formas de propiedad y de producción precapitalistas, la consolidación de un mercado interno, la real independencia nacional frente a la opresión imperialista, etc., pasa por que el proletariado se convierta en la dirección política de toda la nación oprimida para hacer realidad la revolución social.

De triunfar la ultraderecha controlada por el imperialismo, el nuevo gobierno seguirá los lineamientos impuestos por el Banco Mundial y el Fondo Monetario Internacional para salvar los intereses de la empresa privada y de las transnacionales imperialistas; el nuevo gobierno descargará sobre las espaldas de los trabajadores y de la mayoría oprimida y hambrienta del país todo el peso de la crisis económica que agobia a Venezuela.

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