¡Fuera las manos sucias del imperialismo en los asuntos internos de Venezuela!
(POR Bolivia – Masas No.2799)
Las elecciones en Venezuela han suscitado la atención internacional; las corrientes ultraderechistas y el imperialismo norteamericano desplegó todo su poderoso aparato propagandístico, anunciando la derrota inminente del régimen de Maduro y el triunfo de la “libertad” en las urnas.
Al margen de cualquier consideración, los revolucionarios rechazamos, la intromisión del imperialismo en los asuntos internos de Venezuela y de todo país que se ve atacado por el imperio con medidas de sanciones económicas o bélicas.
La discusión sobre si hubo fraude o no en la que están atrapadas la ultraderecha y el chavismo reformista en pugna, no modifican el hecho de que el poder sigue bajo control de Maduro y el aparato Chavista.
La oposición de derecha, abiertamente proimperialista, denuncia fraude del Consejo Nacional Electoral venezolano y los chavistas, que han sido proclamados ganadores con el 51,2% de los votos oficialmente escrutados hasta la fecha (80% según el CNE.)
La consecuencia política inmediata de las protestas y condenas, de no convertirse en un proceso insurreccional como en Bolivia el 2019 e imponerse, será debilitar las posiciones de la ultraderecha latinoamericana y mundial y profundizar la falsa contradicción entre los impostores del “socialismo del siglo XXI” y los “libertarios” de la ultraderecha, ambos partidarios de preservar las relaciones capitalistas de producción y el libre juego del mercado y que discrepan en torno a cuanta intervención del Estado debe permitirse en los asuntos de regular la economía.
La agudización de la crisis capitalista a nivel mundial, el hecho de que la economía mundial esté atravesando una etapa de estanflación, marcan la suerte de todos los gobiernos incapaces de conjurar las consecuencias de la crisis que recae sobre las masas explotadas. Los hechos evidencian que la crisis capitalista no puede ser remontada ni por las políticas neokeinesianas de los impostores del “socialismo del siglo XXI” ni por la política “ultraliberal” de los ultraderechistas profascistas. Esta situación acelera el agotamiento de la democracia formal burguesa y acelera las tendencias belicistas.
Pero, además, en el marco de la actual guerra comercial, está de por medio el alineamiento con los planes hegemónicos del imperialismo norteamericano o su alejamiento poniendo algún tipo de reparos para buscar apoyo en otros bloques económicos. El imperialismo norteamericano, quiere un gobierno totalmente dócil y servil antes que el de Maduro que se acerca a rusos y chinos y hace acuerdos con ellos. En Venezuela, riquísima en petróleo, grandes transnacionales norteamericanas, entre ellas la Chevron, tiene negocios y explotaciones, el FMI, ha vaticinado que el mayor crecimiento economico en Latinoamérica se registrará este año en Venezuela y están interesados y presionan por mejores relaciones diplomáticas.
El que la vía electoral se haya visto como inviable para la alternabilidad en el poder de las diferentes tendencias burguesas, actualiza para la oposición derechista la necesidad de avanzar por la vía de la conspiración y los métodos insurreccionales. Para golpear la puerta de los cuarteles la oposición burguesa de derecha ha tropezado con la dificultad de que Chávez habiendo sido un caudillo militar facilitó el compromiso y la intervención directa de los militares en el manejo de altos cargos públicos, donde tienen las puertas abiertas para generosos negociados, con lo que han logrado mantener la unidad del ejército tras el PSUV de los chavistas. La oposición de derecha no logra encontrar el soporte interno en las FF.AA. para sus planes conspirativos.
El malestar social contra el gobierno de Maduro, que enfrenta las sanciones económicas impuestas por el imperialismo norteamericano, a la par que preserva los privilegios de la clase dominante y la altísima corrupción de los altos jerarcas de su gobierno, no alcanza a convertirse en un movimiento revolucionario capaz de proponer una perspectiva que supere la impostura del falso socialismo chavista. La derecha ultrareaccionaria y descaradamente proyanqui es vista con gran desconfianza por amplias capas de las masas explotadas y los trabajadores venezolanos.
No hay partido obrero revolucionario en Venezuela, los trotskistas venezolanos, la mayoría alineados tras el oportunismo morenista, han ido de tumbo en tumbo, desde posiciones de apoyo crítico, llamando a votar por Chaves, sumándose a su partido a título de entrismo, hasta presentar candidatos con un programa reformista ligeramente diferente al propuesto por el chavismo. Esta izquierda centrista que a nivel continental destaca por su seguidismo frente a las tendencias nacional-reformistas que se denomina del “Socialismo del Siglo XXI” no puede levantar las banderas de la independencia de clase. No basta llamar al voto nulo, lo que toca es enarbolar el programa de la revolución proletaria, aun en las condiciones de la ilusión que en su momento despertó el chavismo y sus reformas.
La tarea es poner en pie el partido programa de estructura bolchevique celular enraizado en masas proletarias, que señale la perspectiva revolucionaria: el gobierno obrero-campesino. Este es el gran desafío.