Formación: La totalidad caducidad del nacionalismo burgués
Guillermo Lora, septiembre 1980- noviembre 1981
En los países de capitalismo atrasado, colonias y semicolonias, se encuentran pendientes la realización de tareas democráticas o nacionales, que la burguesía nacional no pudo ni puede realizar.
Una de estas tareas es la liberación del país de la opresión imperialista. La burguesía nacional de las semicolonias está incapacitada para materializar el cumplimiento pleno de las tareas democráticas burguesas, particularmente la liberación nacional y la estructuración del gran estado nacional soberano. Por dos razones: a) no existe tiempo para su desarrollo, nos encontramos en el período de desintegración del imperialismo; b) porque la presencia del proletariado y oprimidos obliga a los sectores burgueses más osados a desplazarse hacia posiciones imperialistas, en busca de un aliado para contener la resistencia de la clase obrera y las masas. Ya no puede esperarse que las fuerzas productivas se desarrollen bajo el impulso de la propiedad privada, que florezca la democracia formal o que se establezca el estado nacional soberano. Debemos tener presente que no todas las fracciones de la burguesía son iguales, por ejemplo, una cosa es la burguesía industrial, portadora del desarrollo del mercado interno, ausente o débil en los países atrasados, otra cosa es la burguesía comercial, y la bancaria, que juntos a los terratenientes han sido la fracción dirigente de la clase dominante. Esto se puede ver claramente en cómo el RIGI afecta a una parte y a otras beneficia.
El nacionalismo es una forma política que expresa los intereses de la burguesía nacional. No puede concebirse al margen de la lucha de clases y de los problemas que crea la opresión imperialista.
La necesidad imperiosa de librarse de la opresión imperialista, unifica a toda la Nación contra el imperialismo. Sin embargo, las variantes del nacionalismo intentan unificar a toda la Nación tras los intereses de clase y dirección de la burguesía, negando la lucha de clases. Las masas movilizadas tratarán de enfrentar al imperialismo con sus métodos, mientras el nacionalismo tratará de encausar institucionalmente cualquier movimiento de alza de la clase obrera. Los políticos nacionalistas no buscan destruir al imperialismo porque sería destruir el régimen de la propiedad privada, un suicidio para la clase dominante. Así terminan claudicando ante el amo externo. Las masas deben vivir las traiciones y frustraciones para agotar la experiencia con el nacionalismo para que se desenmascare su verdadera podredumbre incapaz de enfrentar al imperialismo y liberar a la nación oprimida. Es decir, el nacionalismo está agotado históricamente pero no políticamente, esta idea es muy importante porque una de sus expresiones, el peronismo, puede volver a ganar las elecciones, por lo tanto, no podemos darlo por muerto políticamente, pueden reciclarse.
La independencia política de la clase obrera, la enunciación de su propia estrategia (revolución y dictadura proletaria), resultado de su experiencia con relación a la caducidad de la burguesía, se convierte en la más seria amenaza para la estabilidad de ésta en el poder y para su porvenir, por esta razón abandona sus posturas izquierdizantes o democráticas, y se desplaza hacia posiciones proimperialistas. El imperialismo sabe qué clase es capaz de acabar con su opresión, de llevar adelante la liberación nacional. La clase obrera es capaz de concretar el FUA (Frente único antimperialista), unidad de la nación oprimida, con su perspectiva socialista, independizándose también de la burguesía nacional.
De la misma manera que el Estado burgués, el nacionalismo puede concretizarse tanto en expresiones fascistas o democráticas, civiles o militares
El fascismo y la democracia, si bien son diferentes, son distintas formas del Estado burgués. El imperialismo y la burguesía no tienen reparo en recurrir a regímenes democráticos, cuando éstos contribuyen a contener a las masas dentro de los marcos legales, como a regímenes dictatoriales civiles o militares, para disciplinarlas. El contenido de clase pone en evidencia su objetivo central que es la defensa de la propiedad privada, ligazón directa con el imperialismo.
La crisis del nacionalismo es consecuencia de la crisis de la clase dominante, que enraíza con el hecho de que ya no puede darse un desarrollo capitalista del país. Los frentes burgueses democratizantes se autoliquidan porque no pueden poner en pie una sociedad democrática parlamentaria porque no existen condiciones materiales, ni sociales. Por ello se ven obligados, cuando las formas democráticas están agotadas, a imponer regímenes dictatoriales, antipopulares, además de ser antinacionales, pro imperialistas y que buscan acabar con la resistencia de las masas radicalizadas.
La caducidad del nacionalismo burgués abre la posibilidad de la revolución social, la sustitución de la propiedad privada de los medios de producción por la propiedad social. Esto significa que la clase obrera se ha emancipado políticamente y está en condiciones de acaudillar a la nación oprimida. El desarrollo de la conciencia de clase, las conquistas más valiosas se concretan a través de su vanguardia, su partido político. La tarea hoy es poner en pie el frente único antimperialista y a fortalecer el partido revolucionario del proletariado. Las masas deben tomar en sus manos la resolución de los problemas nacionales. Se impone la destrucción del aparato del estado burgués y su sustitución por otro que sea proyección de los órganos de poder que surjan de la lucha. Se podrá poner en pie la dictadura del proletariado, el gobierno obrero campesino, de todos los oprimidos de la ciudad y el campo. Partido Obrero Revolucionario, Julio 2024
(Nota de MASAS n°461)