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Bolivia: ¿Hacia donde marcha la crisis económica y politica que vivimos?

La crisis económica que atraviesa el país no es coyuntural, es el resultado de la incapacidad burguesa para superar el atraso y la miseria imperantes en el país.

Somos un país en el que la economía del Estado burgués depende de la renta que pueda obtener del saqueo de nuestros recursos naturales por las empresas transnacionales del imperialismo, en el que no existe una burguesía industrial; la burguesía terrateniente agropecuaria del Oriente es localista ligada a capitales extranjeros, insignificante frente a sus competidores de los países vecinos como Brasil, Argentina y hasta el Paraguay. El cooperativismo minero del oro, asociado a empresarios extranjeros, vive una situación de auge económico, pero es una fuerza social mezquina que, el igual que los agroindustriales, sólo aportan miserias a las arcas del Estado. Somos un país económicamente desarticulado por el desigual desarrollo relativo de sus regiones, un país en el que los modos de producción precapitalistas siguen vigentes en la mayoría de los sectores productivos nacionales, en el que, por falta de fuentes de trabajo, las grandes mayorías se ganan la vida por cuenta propia principalmente en el comercio informal. Los gremiales en su gran mayoría pequeños comerciantes, constituyen la mayoría nacional por encima de los campesinos minifundiarios y los proletarios.

Coyuntural fue el auge económico para el Estado por las rentas de la exportación de gas al Brasil y la Argentina que los gobiernos neoliberales se apresuraron en entregar a la voracidad de transnacionales petroleras con la famosa “capitalización” por el gobierno de Sánchez de Lozada-Carlos Mesa y que luego el MAS mantuvo con la falacia de que los buitres se habían convertido en “socios y no patrones” que. han explotado nuestras reservas de gas hasta prácticamente agotarlas sin haber desarrollado los trabajos de prospección de nuevas reservas, ante la pasividad de los gobiernos del MAS ocupados en dilapidar esos recursos sin ninguna visión de futuro.

Así hemos llegado a la situación de crisis actual: el Estado en quiebra ya no dispone de los recursos de la exportación del gas. Ya no puede sostener la subvención a los carburantes, no hay dólares para la normal actividad del comercio, los precios suben acentuando la miseria de las masas que ganan las calles exigiendo al gobierno que resuelva el problema de los dólares y el normal abastecimiento de diésel, o que se vaya.

Este un conjunto de condiciones objetivas que expresan la crisis económica y política del régimen social burgués, determinan la posibilidad de una revolución social como una necesidad ante la imposibilidad para la clase dominantes de mantener inmutable su dominio. Pero, como señalaban Lenin y Trotsky, para la revolución no basta con que “los de abajo” ya no soporten la crisis, sino que “los de arriba” tampoco puedan resolverla, pero, lo más importante, que a las condiciones objetivas se sumen las subjetivas, es decir, la capacidad de la clase revolucionaria de colocarse a la cabeza de la rebelión de las masas y la presencia del partido revolucionario experimentado, que ejerza la dirección estratégica y táctica de la lucha.

Para que esto se pueda dar tenemos que tener en cuenta las condiciones subjetivas de las tres clases sociales: la capitalista, la clase media, el proletariado. Una situación revolucionaria se desarrolla sólo cuando el proletariado comienza a buscar una salida propia independiente por el camino insurreccional contra el orden existente. Esta es la condición subjetiva más importante para que se dé una situación revolucionaria, pero además que la desconfianza de la clase media en todos los partidos tradicionales incluidos los impostores masistas, haga que vuelva sus ojos hacia el proletariado y deposite sus esperanzas en un cambio radical revolucionario de la sociedad y no actúe ciegamente dejándose arrastrar a un cambio contrarrevolucionario, o sea, fascista.

El partido revolucionario sólo puede descubrirlo a través de la lucha por el crecimiento de sus fuerzas e influencia sobre las masas, sobre los campesinos y la pequeña burguesía de las ciudades, etc.; y por el debilitamiento de la resistencia de la clase dominante.

(POR Bolivia – Masas No. 2804)

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