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Milei expresa la crisis política de la burguesía

Tenemos que derrotar su política que atenta brutalmente contra las condiciones de vida y de trabajo y que pretende crear las condiciones para el mayor saqueo del país

Su gobierno es producto del hartazgo de las masas con la politiquería burguesa, con sus partidos, con sus personajes, con sus instituciones. Asistimos a un agotamiento de las ilusiones en la democracia burguesa que venía creciendo en los últimos años. Supo aprovechar esa situación para llegar al gobierno con el apoyo de las grandes corporaciones, los medios de comunicación y los partidos políticos patronales. Milei representa a una pequeña minoría que es dueña de los grandes medios de producción. Su política agravó rápidamente las condiciones de vida y de trabajo, empujándonos a una catástrofe social peor que si estuviéramos en medio de una guerra.

El eje de su programa es arrancar conquistas y derechos a las masas para lograr un superávit fiscal que le permita reducir o eliminar impuestos a los capitalistas y acumular los dólares necesarios para poder pagar la extraordinaria deuda fraudulenta del país. Los sectores capitalistas más poderosos y el imperialismo se encolumnan detrás de su gobierno, son ellos los que han dictado y corregido las leyes. Apuestan a que pueda controlar y reprimir la resistencia popular a sus ajustes, que golpean a la mayoría de la población, avanzando sobre sus organizaciones sindicales y sociales, sobre sus luchas.

Su alineamiento internacional es explícito con EEUU e Israel, con sus políticas económicas y militares. De promover los negocios del capital financiero sin restricciones o controles, para que saqueen los sectores vitales de la economía. De privatizar todas las empresas estatales y malvender todos los terrenos y recursos del Estado. De cumplir con todas las exigencias del FMI. Avanzando rápidamente en transformar al país en una colonia, enterrando hasta las formas más moderadas de límite a la prepotencia del capital internacional y sus corporaciones. Ha liberado los precios y levantado toda forma de control. Ni siquiera requiere que se cumpla con el autoabastecimiento nacional antes de exportar o de garantizar la alimentación de la población. Se puede exportar sin límites y dejar los dólares en el exterior si las empresas así lo desean.

Semejante programa solo se puede imponer con represión, derrotando a las masas, ilegalizándolas. Necesita imponer un régimen de dictadura civil, pisoteando las libertades democráticas, las organizaciones sindicales, reprimiendo las luchas, utilizando el aparato de la Justicia, tratando de pasar por encima del Congreso gobernando por decreto, tratando de incorporar a las fuerzas armadas a la represión interior. Coherente con esta política reivindica la última dictadura militar y desintegra los organismos estatales vinculados a las luchas de derechos humanos. Así, el régimen de la dictadura del capital aparece al desnudo como pocas veces. Un régimen de estas características no se resuelve por decreto, por medios democráticos, conciliadores, debe ser impuesto por medio de la lucha de clases. El límite a este ataque lo han puesto las masas saliendo a la lucha desde el comienzo de su gobierno.

Estamos ante un cambio radical en la situación política. Las leyes y medidas que tomó el gobierno son una declaración de guerra contra la mayoría. La burguesía lo apoya y al mismo tiempo espera que su política sea sustentable ya que aparece muy visible su grado de inexperiencia e improvisación. Su programa, sus leyes, fueron redactadas para otro candidato y ni sus propios legisladores y funcionarios las conocían. Una parte de las medidas con las que hizo campaña electoral quedaron en el olvido. La mayoría de los que acompañaban a Milei en sus formulaciones teóricas fueron desplazados o se retiraron. Más de 50 funcionarios nombrados han sido retirados. La Ley Bases y el DNU debieron ser reformulados.  

El Gobierno ha logrado avances para el gran capital: liberando los precios, terminando con controles, reduciendo subsidios a las tarifas, recortando salarios y jubilaciones, despidiendo trabajadores estatales, disolviendo organismos, frenando totalmente la obra pública, pero necesita ir más a fondo con la entrega de las empresas y los recursos. Sin embargo su “plan” evidencia inconsistencias: se agotó la ventaja de la extraordinaria devaluación de diciembre que ya fue absorbida y superada por la inflación del período; choca con la oligarquía terrateniente y los exportadores que exigen una nueva devaluación y reducción de las retenciones y mientras tanto retienen las cosechas; el consumo sigue cayendo peor que en la pandemia, profundizándose la recesión y cayendo la recaudación impositiva en términos reales; las reservas del Banco Central siguen siendo negativas; crece exponencialmente el endeudamiento del país y el riesgo de default es fuerte, no tiene cómo pagar los vencimientos del año próximo ni posibilidad de refinanciar la deuda. Una devaluación dispararía nuevamente la inflación, que nunca se detuvo, terminando con toda credibilidad de Milei y con Milei mismo.

Milei no se cae solo. Será necesaria una larga lucha. No se trata de que cambien a Milei por otro personaje que trate de aplicar esencialmente las mismas políticas. Toda la burguesía está detrás de él, pero también preparan su reemplazo por si no se puede sostener. Alertamos sobre el peligro del parlamentarismo, sobre los acuerdos y votaciones que se van produciendo que pueden dar una idea de que hay vida en el Congreso, de que tienen alguna independencia del poder económico. Ese Congreso ha votado las peores leyes contra la Nación y contra los trabajadores y no podemos esperar nada de él. Alertamos sobre las elecciones, sobre aquellos que insisten en que hay que organizarse para derrotar electoralmente a Milei el próximo año y en 2027. Para evitar una nueva frustración los trabajadores debemos debatir y prepararnos para gobernar, para definir cuáles son las políticas centrales para sacar a nuestro país de este desastre, liberarnos de la tutela imperialista conquistando la soberanía, y poner todos los recursos y las empresas al servicio de la mayoría, para resolver las tareas que la burguesía no pudo en ninguna de sus variantes. Debemos debatir cuáles son los métodos, la organización y el programa que nos permitirán terminar con la política que encarna Milei.

El levantamiento popular del 2001, pese a todo su vigor, pudo ser desviado, controlado, institucionalizado. La burguesía pudo salir de esa crisis apelando al kirchnerismo que “vino a apagar el incendio”, recreando las ilusiones en la democracia y en el peronismo. Es necesario un balance completo de esa etapa, con el mayor crecimiento de la economía durante varios años, que no pudo resolver la pobreza, el trabajo precarizado, el drama de la vivienda y los bajos salarios y jubilaciones, no pudo dar marcha atrás con las medidas neoliberales de Menem y la dictadura, confirmando que en los marcos de la gran propiedad privada no es posible resolver los problemas de las masas. El gobierno de Fernández fracasó fundamentalmente por su sumisión al FMI, a su programa, por el reconocimiento de la deuda fraudulenta, por el sometimiento a las multinacionales. Ese balance es necesario para entender que no hay salida a la crisis con el peronismo en cualquiera de sus formas. Esa es la perspectiva política que nos ofrecen las direcciones de la CGT, CTAs, que bloquean políticamente la evolución de las luchas, de los paros y movilizaciones.

La clase obrera, la mayoría oprimida debe independizarse políticamente, luchar por su propio poder, por su propio gobierno. Ese es el camino que marcan las grandes luchas de estos meses, luchas políticas, nacionales, unitarias, que muestran la confianza en sus propios métodos de lucha, en su propia organización, retomando las asambleas en los lugares de trabajo, en los sindicatos. Con movilizaciones extraordinarias en defensa de la Universidad, en Memoria del 24 de Marzo y la Mujer Trabajadora, enfrentando las leyes de Milei. Es necesaria la unidad antiimperialista de todas estas luchas en un pliego que reúna los reclamos nacionales, democráticos y sociales. Esa es la política del frente antiimperialista. La perspectiva es la revolución social que expropie los principales medios de producción, que ordene y planifique la economía para resolver nuestras necesidades, que desconozca la deuda externa fraudulenta y los acuerdos con el FMI, que estatice el comercio exterior y la banca, que conquiste la soberanía nacional rompiendo todos los acuerdos diplomáticos y militares con el imperialismo. Con esta política estamos construyendo el POR y el CERCI. Invitamos a la vanguardia con consciencia de clase a debatir los documentos aprobados en nuestro XVI Congreso.       

31 de agosto de 2024

(nota de MASAS n°464)

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