La táctica del frente único antiimperialista
El origen de la táctica del FUA
La táctica del FUA no es un invento nuestro, se encuentra formulada en las Tesis de Oriente del IV Congreso de la III Internacional. Nuestro partido reivindica los primeros 4 Congresos de la Internacional Comunista, que, bajo el liderazgo de Lenin y Trotsky, sintetizaron la experiencia revolucionaria del proletariado. Sus resoluciones lamentablemente son desconocidas por la mayoría de los militantes de izquierda. Son deliberadamente ocultadas por sus direcciones porque allí se encuentran definiciones precisas acerca de la política y el tipo de partido que hay que construir en la etapa imperialista del capitalismo, de ruptura con la política socialdemócrata.
Correspondió a los bolcheviques y a la III Internacional la estructuración de la política mundial del proletariado basada en la distinción de naciones opresoras y naciones oprimidas. Enmarcada en las tesis de la Revolución Permanente sentaron la concepción materialista de que es el mundo entero, la economía mundial, la que está preparada y exige la revolución y dictaduras proletarias, abandonando el viejo esquema de países “maduros y no maduros” para la revolución. Esto significa que en los países atrasados, coloniales y semicoloniales, el proletariado debe tomar en sus manos las tareas democráticas que la burguesía no realizó (fundamentalmente en torno a la cuestión agraria y la soberanía nacional). La existencia de tareas democráticas y el hecho de que el proletariado no constituye en sí la mayoría de la población, obliga a la clase revolucionaria y a su partido a formular en su programa aquellas tareas que la burguesía no pudo ni podrá realizar, como así también la necesidad de contar con una política dirigida a las clases oprimidas no proletarias para erigirse en caudillo de la revolución. Por ello se estableció la táctica del FUA para los países atrasados como el equivalente del Frente Único Proletario en los países desarrollados.
Gracias a Guillermo Lora y al Partido Obrero Revolucionario de Bolivia las formulaciones de los primeros cuatro Congresos de la III Internacional llegaron a nosotros. Guillermo Lora realizó una autocrítica sobre las Tesis de Pulacayo, señalando por qué fue incorrecta la formulación del Frente Único Proletario:
“Las circunstancias políticas imperantes y caracterizadas por el aislamiento de los mineros, tanto del grueso de la pequeña-burguesía de las ciudades -en aquel momento dentro de las redes de los Comités Tripartitos encargados de llevar a las masas al corral de la oligarquía- como de una parte de la misma clase obrera, que aún no había conseguido pasar por encima de las direcciones estalinistas; determinaron que las Tesis de Pulacayo hablaran de frente único proletario y no de frente antiimperialista, lo que hubiera sido correcto. En la práctica, se selló un pacto político entre la FSTMB, línea del frente sindicalista obrero, y el POR, vanguardia revolucionaria del proletariado. Tal pacto era estrictamente proletario, pero quedó aislado de la mayoría de la nación oprimida. Por ese camino, el movimiento minero no podía convertirse en dirección de las masas, condición para la revolución proletaria. El frente único, de clase, no tenía un futuro político en un país atrasado, en el cual la masa campesina comenzaba a marchar hacia las posiciones del proletariado. La crítica a la táctica del frente único proletario fue hecha oportuna y radicalmente por el POR, que así abrió una perspectiva correcta para la construcción del frente único antiimperialista bajo la dirección política de la clase obrera”.
La aplicación del FUA en Argentina
La táctica del FUA se desprende del programa, de la caracterización del tipo de país, de las tareas objetivas que deben ser resueltas y de las clases sociales existentes. Para transformar la realidad es preciso descubrir de qué modo singular las leyes generales del capitalismo han tomado forma en nuestro país, que tiene mucho en común con el resto de los países del continente, pero también muchas diferencias. No basta con extrapolar consignas mecánicamente, es necesario definir con precisión cuáles son las tareas y cuál es la mecánica de clases.
Nuestro partido caracteriza que la Argentina es un país atrasado y semicolonial. Esto significa, por un lado, que existen tareas democráticas (la necesidad de acabar con la oligarquía terrateniente y la independencia nacional sobre todo), y por el otro, que la clase obrera no constituye la mayoría de la población. A diferencia de otros países atrasados, donde es evidente el peso del campesinado, en nuestro país tal clase es prácticamente inexistente. En su lugar encontramos un proletariado rural. Pero esto no debe confundirnos, existen importantísimos destacamentos de las “clases medias” o pequeña burguesía urbana, como los estudiantes, docentes, profesionales, comerciantes y empleados que han tenido un rol relevante en la historia de la lucha de clases y por tanto exige que el proletariado, para ponerse a la cabeza de la nación oprimida, debe dirigirse a estas clases con su programa.
Dado el peso que tienen en los países atrasados las clases oprimidas no proletarias la III Internacional llegó a la conclusión de que la táctica del Frente Único Obrero no era correcta para estos países y por ello planteó la táctica del FUA. La clase obrera está obligada a defender las tareas y consignas democráticas, tomar en sus manos el programa que la burguesía ha abandonado y enarbolarlo bajo su propia estrategia de poder. Solo por poner un ejemplo tareas como la defensa de la Salud y la Educación, por medio de la política de fin de toda forma privada y el sistema único estatal, no son tareas socialistas, pero en la medida en que su resolución exige acabar con la educación y la salud privada, solo el proletariado puede sostener hasta el final esta perspectiva. El proletariado está obligado a prestar especial atención a la cuestión agraria y a formular la perspectiva de la independencia nacional por medio de la ruptura con el imperialismo, que no es solamente un agente externo, sino que se expresa en las multinacionales que dominan nuestra economía.
Cuando intervenimos en frentes no proletarios, señalamos que la salida pasa por la defensa del programa obrero, de la revolución y dictadura proletarias, es decir, de convertirse en auxiliares del proletariado en su lucha por el poder. Combatimos toda ilusión en que sectores de la pequeña burguesía urbana puedan ser los dirigentes de la revolución y de las transformaciones que exige la economía. El poder de la clase obrera se desprende del lugar que ocupa en la producción, es decir, en producir la riqueza colectivamente sin tener ninguna atadura a la propiedad privada.
De esta manera cuando ponemos en pie una agrupación docente o estudiantil bajo el programa de la dictadura del proletariado, estamos siguiendo los lineamientos de la táctica del frente único antiimperialista: la clase obrera se dirige a las otras clases oprimidas para dirigirlas con su programa. Ante la posibilidad de conformar frentes unitarios de lucha, defendemos la preeminencia proletaria, aunque este no constituya la mayoría. Así, por ejemplo, fue construida, bajo la política del POR boliviano, su Central Obrera, una central única, forjada al calor de la Revolución del 52’ que incluye a todos los sectores oprimidos, como estudiantes y campesinos, pero donde, más allá del peso numérico de cada sector, los obreros tienen mayoría en todos los organismos de dirección.
La gran tarea es la superación de la tutela nacionalista, peronista, del movimiento obrero. La esencia de la política del FUA consiste en reconocer que estamos interviniendo en un país atrasado y sometido al imperialismo y que por lo tanto existirá el nacionalismo burgués o pequeño burgués, es decir, la expresión política de la ilusión de que es posible superar el atraso y el sometimiento nacional sin acabar con el capitalismo.
El partido revolucionario tiene la misión de arrancar el control ideológico que el nacionalismo ejerce sobre la clase obrera y demás oprimidos. Esta es la tarea que la izquierda revisionista no puede cumplir. La ausencia de programa, de comprensión de la importancia que revisten las tareas democráticas, de una táctica para enfrentar al nacionalismo, determinaron que a lo largo de nuestra historia hayan quedado del lado de la oligarquía, como con la Unión Democrática, o más recientemente, en el 2008, frente a la 125. Cuando la izquierda revisionista interviene dividiendo las marchas o rechazando a importantes referentes del movimiento obrero por peronistas, no hace más que dejarle el terreno servido al nacionalismo. Este es el sentido de la táctica del Frente Único Revolucionario (de cuño morenista), que propone una unidad de “la izquierda” pero que en los hechos significa aislarse de los sectores nacionalistas, y por lo tanto en la situación actual, del grueso de la clase obrera.
¿Frente popular?
La principal “crítica” que se le hace (desde el morenismo) a la táctica del FUA es identificarla con el Frente Popular. La realidad es que es la política de la izquierda revisionista la que conduce al Frente Popular, en la medida en que no está dispuesta a dar la lucha frente a las bases obreras y oprimidas que controla el nacionalismo para disputarle su dirección. La realidad no se amolda a esquemas preestablecidos. En el curso y exacerbación de la lucha de clases van surgiendo formas de frente único o de tipo soviético donde el partido de la clase obrera tiene la obligación de intervenir para colocarlos bajo la estrategia proletaria. No intervenir en ellos “porque están los nacionalistas” es renunciar a la lucha por la revolución. Hoy está muy claro que todas las variantes de la izquierda revisionista que han criticado la táctica del FUA son los que en los hechos han llamado a votar por variantes patronales como Evo Morales, Massa, el Frente Popular en Francia, y un sin número de etcéteras, o apoyan abiertamente al imperialismo como en el caso de Ucrania o de Venezuela.
La clase obrera necesita romper con el nacionalismo para dirigir la revolución
Somos un partido del proletariado, porque entendemos que es la clase portadora de una nueva sociedad, que en sus manos está el poder para terminar con la opresión imperialista sobre el país y para desarrollar una sociedad sin clases. Intervenimos en el seno de otras clases oprimidas, como los docentes, porque la clase obrera necesita dirigir a todas las clases oprimidas para hacer la revolución.
El problema de la táctica del frente único antiimperialista se pone de manifiesto y adquiere toda su relevancia en la situación política actual, donde se enfrenta a la política de frente popular del nacionalismo burgués (que buscará subordinar las luchas de los oprimidos a la disputa electoral por un gobierno burgués) y a la política del frente revolucionario o de luchadores (que divide a la clase buscando una estúpida diferenciación que también puedan usar en términos electorales).
El POR no vacila: se moviliza y golpea junto a la clase, sin importar que sus direcciones sean peronistas o hayan votado a Milei. Lo hace propagandizando su programa revolucionario, buscando que se independice como clase y enarbole su propia perspectiva histórica.
(nota de MASAS n°464)