Se profundiza la crisis económica en Alemania
Cierra Volkswagen dos fábricas en Alemania por primera vez en 87 años de historia. Todo un símbolo nacional. Sus ventas cayeron 20% por debajo de los niveles prepandemia. El valor de su acción cayó de USD$150 a menos de 100 en tres años. Cayeron también las ventas a China, cayendo su participación en ese mercado.
Otras empresas automotrices tienen similares problemas y la automotriz es la industria más importante de Alemania. Es una muestra de que la recesión se profundizará. La Alemania que fue potencia exportadora y locomotora de la economía europea va quedando atrás.
La agresiva política proteccionista de EE.UU. combinado con el encarecimiento de la energía lleva a algunas empresas decidirse a marchar a EE.UU. para conservar el mercado que conquistaron. La economía de Alemania como otros países de Europa dependía del gas barato ruso. Las sanciones a Rusia, el corte de suministro de gas, la voladura del NordStream 2, fueron fatales para su economía. Uno de los objetivos de EE.UU. al alentar la guerra en Ucrania era cortar el abastecimiento desde Rusia y obligar a sus aliados en la OTAN a comprar el gas a EE.UU., mucho más caro. El gobierno alemán apoya con entusiasmo la guerra contra Rusia que la población rechaza especialmente por su memoria de las guerras pasadas.
En EE.UU. Volkswagen se asocia con Rivian en áreas clave para la electrificación, desde baterías hasta plataformas de vehículos eléctricos y software para poder competir con Tesla. Sus inversiones saldrán de los “ahorros” que obtendrán en sus plantas alemanas.
Los autos eléctricos chinos ganan espacio en el mercado europeo desplazando a las marcas locales por precio y calidad. La suba de aranceles no impide la caída de la industria local que, además, no supo o no pudo adecuarse a los avances tecnológicos.
El golpe que recibió la industria europea también se debe a trabas de la legislación europea con normas que orientan la producción hacia la eliminación de los motores de combustión sin haber tenido un buen plan para la producción del auto eléctrico y sus baterías. Las fallas de las baterías provocaron un daño importante en la reputación de las marcas.
Amenaza de perdida masiva de puestos de trabajo. VW que emplea a casi 300.000 personas en Alemania, ha defendido sus planes de cierre de plantas, diciendo que la caída en las ventas de automóviles le ha dejado con dos fábricas de más. La Empresa había prometido a los sindicatos que no recortaría puestos de trabajo hasta 2029. Ahora amenaza sobre los convenios, sobre salarios y los programas de seguridad laboral, eliminó las protecciones laborales que los trabajadores han mantenido durante tres décadas. Los sindicatos se preparan para resistir este ataque.
Los recortes en la empresa de Wolfsburg en Baja Sajonia, donde está el establecimiento histórico de Volkswagen le serán más difíciles de imponer que en otros lugares. La mitad de los puestos de su consejo de supervisión están ocupados por representantes de los trabajadores y el estado alemán de Baja Sajonia, que posee una participación del 20%.
Desde 1994, la empresa y trabajadores operaron en régimen de cogestión, pero ese modelo de conciliación de clases se agotó. La descomposición capitalista no deja más espacio para esas experiencias. Los capitalistas buscarán retomar la rentabilidad de la empresa, satisfacer los reclamos de sus accionistas, elevando la cotización de sus acciones y orientar su producción a otros países y asociarse con otras empresas.
Así, la dirección anuncia un plan de restructuración que, como todos, se basa en bajar los costos, “racionalizar para enfrentar el desafío del auto eléctrico”; esto significa cesantías de trabajadores y no solo en Wolfsburg, también en los establecimientos de Hannover, Kassel, Braunschweig, Emden y Salzgitter. Se habla de un ahorro de 10.000 millones de euros.
Wolfsburg es la ciudad-motor como fue Detroit en Estados Unidos, una ciudad dormitorio construida sobre el río Aller. En la otra orilla se alza la fábrica Volkswagen, más imponente y extendida que la ciudad misma. El pabellón 11 de la fábrica es la sede habitual para los encuentros de sindicato, trabajadores y consejo de fábrica, las reuniones habituales congregan 5.000/6.000 trabajadores. El 4 de septiembre se encontraron allí más de 20.000 trabajadores donde los representantes laborales anunciaron que se opondrán a los despidos y la restructuración.
El 20% de las acciones de Volkswagen lo posee el Estado que desde 2013 gobierna el SPD, el partido de Scholz. El gobernador regional, Stephan Weil, ha anunciado que en su rol de accionista pondrá el veto a las decisiones de la dirección, el gobierno nacional se ha expresado en el mismo sentido. Estamos frente a una crisis económica y política que se sigue potenciando.
Deutsche Bahn, la empresa estatal de ferrocarriles, anunció un plan de 30.000 despidos en cinco años. En vez de servicio público la DB tiene que dar beneficios, dicen que la búsqueda de capitales es imperativa poniendo en venta una de sus filiales, la empresa logística Schenker por 15.000 millones de euros, la única fuente segura de ingreso que posee. El año pasado hemos mostrado las grandes luchas de los trabajadores en diversos sectores del transporte, protagonizando huelgas históricas.
La decadencia de la economía alemana se manifiesta también en la urgente necesidad de grandes inversiones en infraestructura que son consideradas indispensables y que no son encaradas porque la constitución impide superar un nivel de déficit.
Son todas señales del agotamiento del régimen capitalista que lleva a descargar sus crisis sobre los trabajadores. No hay salida posible bajo el régimen de la propiedad privada que amenaza con terminar con todos los derechos y conquistas de las últimas décadas.
(nota de MASAS n°465)