Triunfo electoral de la derecha en dos estados de Alemania
Las elecciones del 1 de septiembre en los Estados alemanes de Turingia y Sajonia dieron un resultado significativo para la ultraderecha alemana, con un elevado nivel de concurrencia a las urnas.
En Turingia, con casi 3 millones de habitantes, la extrema derechista Alternativa para Alemania (Alternative für Deutschland, AfD), con un programa ultraliberal resultó primera con el 33% del electorado y 32 de los 88 escaños del parlamento, sumando 10. Probablemente sus nuevos votantes provienen de la Unión Demócrata Cristiana (CDU) y de la izquierda radical (Die Linke), decepcionados por haberlos votado en 2019 ya que no tuvieron la capacidad de ejercer una oposición frontal al gobierno.
En Sajonia, con 4 millones de habitantes, la extrema derecha fue la segunda fuerza con 31% de los votos y 40 de las 120 diputaciones regionales, (sumó 2) y apenas una menos que los democratacristianos, la primera fuerza.
Este cuadro podría reforzarse más en la elección regional en Brandeburgo el 22 de septiembre. Brandeburgo, con casi 2.5 millones de habitantes, junto con Turingia y Sajonia y otros dos Estados más, constituyó la antigua República Democrática Alemana hasta la caída del Muro de Berlín y su absorción por Alemania Occidental hace más de 30 años. Esta anexión llevó a la desindustrialización del Este, la pérdida de millones de puestos de trabajo, diferenciación salarial y una emigración masiva hacia el Oeste. Las grandes empresas occidentales saquearon un notable patrimonio de conocimientos, marcas y prestigios históricos. (información extraída de las notas de Sergio Ferrari, José Fernández Vega y Marcelo Caracoche, en El Cohete a la Luna)
En ambos Estados, la Oficina Federal de Protección Constitucional caracteriza a la AfD como de extrema derecha, por sus declaraciones y actitudes claramente neonazis. Es la primera vez desde 1945 que una corriente de esta tendencia gana una elección.
El resultado indica descontento, resentimiento, rabia y hartazgo creciente y en particular en el este de Alemania que se debe a “la desigualdad histórica entre la Alemania Occidental y la Oriental. Y en tiempos de crisis, ante la falta de perspectivas, se acentúan la frustración y la protesta social”.
Los grandes perdedores de las elecciones han sido los partidos de gobierno a nivel nacional: el Partido Socialdemócrata del canciller Olaf Scholz, el premier más impopular desde la posguerra; Los Verdes y el Partido Liberal Demócrata (FDP). Las urnas golpearon aún más a un gobierno ya averiado. El tema del control migratorio impuesto en medio de la crisis ocupa el centro de las campañas, el discurso xenófobo gana más terreno día a día.
Los Verdes son los más fervorosos belicistas, ahora promueven el despliegue de misiles estadounidenses en los próximos años (habían nacido como movimiento para oponerse al emplazamiento de misiles nucleares en Alemania en los ´80). Los socialdemócratas al igual que en otros países son tan neoliberales que chocan con sus bases. Los Liberales a su vez agonizan con sus recetas ortodoxas de “cuentas sanas”.
La izquierda también crece electoralmente
Otro gran vencedor electoral es un nuevo partido y nacido de la izquierda radical, la Alianza Sahra Wagenknecht – Por la Razón y la Justicia (BSW, su sigla en alemán), que asume también como eje programático el control de la inmigración, coincidiendo en este terreno con la extrema derecha. Es el resultado de una división de Die Linke (La izquierda), que desde su fundación en 2007 ha expresado críticas a la socialdemocracia. Obtuvo 16% de los votos en Turingia y 12%, en Sajonia, es la primera fuerza en la historia alemana que a solo nueve meses de su fundación logra alcanzar resultados tan altos. Wagenknecht formó parte de la dirección de Die Linke (llegó a ser vicepresidenta) y parlamentaria europea por esa formación entre 2004 y 2009.
Wagenknecht propone programas reformistas y “subestima los temas de género y medioambiente, los cuales, según ella, desvían la atención de las prioridades sociales”. En política internacional propone distanciarse de la OTAN, frenar el apoyo a Ucrania y lograr una negociación con Rusia para alcanzar la resolución del conflicto. En tono categórico se distancia de la presencia de misiles estadounidenses de medio alcance en territorio alemán, diferenciándose de los partidos oficialistas. Condena la masacre de Netanyahu que la ultraderecha aprueba. Como tercera fuerzadejó muy por detrás a socialistas, liberales y verdes.
El crecimientode laWBS hace aún más compleja las negociaciones para formar el gobierno en Sajonia y Turingia: “Puede ser un anticipo de la dificultad para constituir una futura alianza de gobierno el año próximo a nivel nacional luego de las elecciones generales que se celebrarán en septiembre de 2025”.
La ultraderechista AfD sostiene una posición contraria a la guerra en Ucrania. Existe en el Este un clima de inseguridad y temor por la política belicista de la UE, la frontera oriental está peligrosamente cerca del frente y el apoyo incondicional del gobierno a Zelensky, con la sangría económica que significa, es cuestionado; se suma el anunciado regreso de los misiles norteamericanos que recuerdan otros tiempos, oscuros.
La tarea en Alemania es construir el partido revolucionario que plantee claramente que no es posible reformar el capitalismo, que debe ser barrido por medio de la revolución social que encarne el agotamiento de las ilusiones en la democracia burguesa y todos sus partidos y politiqueros, que encarne la defensa de los puestos de trabajo, los salarios, que proteja a los inmigrantes que son forzados a abandonar sus países por las guerras, por el hambre y por el saqueo de sus economías por las potencias, que expropie los principales medios de producción. Que expulse a la OTAN y las bases militares de EE.UU. en su territorio. Que efectivamente reunifique las Alemanias en igualdad de condiciones para sus trabajadores y de toda Europa en los Estados Unidos Socialistas de Europa.
(nota de MASAS n°465)