La motosierra en salud

Los brutales ataques que vienen sufriendo los sectores públicos han tenido un alza en las últimas semanas. A la ola de despidos en estatales debe sumarse el fuerte desfinanciamiento anunciado, alcanzando un estado prácticamente de inviabilidad para su ya precario funcionamiento. Los organismos y dependencias públicas sostenidos fundamentalmente por un esfuerzo gigantesco de los trabajadores están imposibilitados de cumplir las funciones mínimas debido al recorte presupuestario atroz. Y la salud, no podía ser la excepción.

Los hospitales nacionales como el Posadas y el Garrahan atraviesan una situación por demás delicada. La descomunal caída salarial de casi un 50% en lo que va del año se combina con el virtual congelamiento de los presupuestos, con una inflación del 240% anualizada para agosto. Los casi 100 despidos en el Hospital Posadas anunciado como un “golpe contra los ñoquis” en junio implicaron el cierre de servicios fundamentales. Esta última semana fueron los residentes quienes pararon y movilizaron en reclamo salarial.

El Hospital Pediátrico ha logrado recientemente un bono de $500.000 para todos sus trabajadores, que si bien no compensa la pérdida salarial durante las paritarias, es expresión de una larga y persistente lucha entre médicos de planta, residentes, enfermeros, otros profesionales y administrativos del Hospital en general. El Gobierno, a través del nuevo ministro de Salud -Mario Lugones- exigió la renuncia de todos los directivos del Hospital que acordaron el pago del bono, mostrando que no están dispuestos ni a las mínimas migajas. Los trabajadores respondieron sumándose masivamente a la Marcha Federal del 2 de octubre y anunciando un plan de lucha para la siguiente semana.

También acaba de ser noticia el Hospital Nacional de Salud Mental “Lic. Laura Bonaparte” quienes ya venían sufriendo despidos en cada renovación trimestral de los contratos. El viernes 4 de octubre llegó la noticia del inminente cierre de internación, guardias y del edificio en su conjunto. La rápida respuesta fue la convocatoria a rodear al Hospital con la mayor solidaridad y su pacífica toma, ante el temor de no poder ingresar el lunes.

Otras situaciones terminan por pintar de cuerpo entero lo que sucede en la salud. La rebaja salarial y el pago demorado mes a mes busca que los profesionales terminen renunciando a sus puestos lo que haga insostenible el mantenimiento mínimo de salas de internación o guardias, buscando justificar los cierres como el Hospital Español, dependiente del PAMI.

Este panorama contrasta con los beneficios otorgados a los privados. La liberalización de los precios de las prepagas, a pesar de las amenazas de sanciones por parte del Gobierno, llevó a un escandaloso encarecimiento. Ahora Swiss Medical, del aborrecible Belocopitt, se convirtió en la primera prepaga con posibilidad de recibir aportes directamente de los trabajadores sin necesidad de derivarlos desde las Obras Sociales, en un jugosísimo negocio largamente reclamado por la Medicina Privada.

La dicotomía está planteada con particular crudeza. Por un lado, el desfinanciamiento de lo público, la rapacidad capitalista y el avance privatista de la burguesía. Por el otro, la incipiente organización desde las bases, reconstruyendo lentamente los lazos de unidad entre los trabajadores, levantándose por sus más sentidos reclamos. Inevitablemente, este proceso no puede darse de un día para el otro, ya que cargamos con las nefastas consecuencias de largas décadas de inmovilismo, de regimentación burocrática y despolitización. A pesar de todas las taras que arrastra, ha comenzado a moverse.

La aparente impunidad del Gobierno a la hora de vetar presupuestos, recortar salarios o incluso cerrar instituciones con largas décadas de historia, comienza a recibir su indispensable respuesta. Aún en su carácter atomizado y defensivo, constituye una alerta para el Gobierno. Para derrotar esta política es precisa la más amplia unidad de los trabajadores, comprendiendo que tenemos en frente no únicamente un gobierno dispuesto a todo, sino la política más general de la burguesía. Por lo tanto, la respuesta exige un programa antagónico, el del proletariado, que debe colocarse a la cabeza de la lucha de los jubilados, estatales, científicos, desocupados y del movimiento obrero en general, como dirección política, tomando en sus manos todos los reclamos para llevarlos a la victoria. Continuemos enfrentando la motosierra en salud profundizando los métodos de acción directa y lucha de clases.

(nota de MASAS n°466)

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *