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Bolivia: Se disparan los precios de la canasta familiar

Contrabandistas mafiosos y empresarios exportadores de alimentos lucran con el hambre del pueblo

Vivimos las consecuencias de la política proempresarial de los gobiernos que entregan los principales sectores estratégicos de la economía boliviana a los capitalistas extranjeros y nacionales. Sin lugar a dudas, Arce Catacora, como también Evo Morales en sus gobiernos, han terminado como fieles sirvientes de los dueños del capital privado.

Con la liberalización de las exportaciones acordada entre el gobierno y los agroindustriales, gran parte de la producción de alimentos (carne, soya, arroz, azúcar, aceite) y los mayores precios de estos productos en los países limítrofes, se están sacando fuera del país. Lo que provoca escasez en el mercado interno y los precios de los artículos de la canasta familiar se suben por las nubes, agravando la economía de amplios sectores populares que han ingresado a una situación de desesperación colectiva.

Arce Catacora anuncia la militarización de las fronteras de Perú, Brasil y Argentina; para controlar el “contrabando a la inversa”; para el gobierno serían los contrabandistas aprovechadores los que provocan este círculo especulativo. Pero, es evidente que además, son los grandes productores agroindustriales los que, con la facilitación a las exportaciones, están incrementando sus cupos de exportación a costa del abastecimiento del mercado interno.

Según denuncia en los medios de comunicación, el propio viceministro de Defensa del Consumidor, Jorge Silva, los contrabandistas se sitúan en las puertas de las empresas, concretamente de carne de cerdo, para ofertarles hasta en 40 bs. el kilo, y los empresarios con gusto les venden su producto obteniendo un plus en sus ganancias. Declaración en la que admite que los empresarios también especulan y que son parte de este negocio redondo, vendiendo su producción a los que más les paguen.

Lo mismo pasa con todos lo granos, empezando con el arroz, el quintal estaba por los 240 bs. y ahora está por encima de los 400 bs., también con el aceite, el azúcar, la cane de res, la carne de cerdo, fideos y muchos otros artículos de la canasta familiar. Empresas arroceras, aceiteras, cárnicas y demás, prefieren vender a comerciantes contrabandistas que sacan sus productos a países vecinos. Incluso se denuncia que en algunos casos estos estarían pagando en dólares a los empresarios.

¿Dónde queda el discurso de la “soberanía alimentaria”, de la política de “primero el mercado interno”, “primero el consumidor boliviano”, y luego lo que exceda para la exportación? Lo cierto es que esta palabrería sirvió para encubrir toda una cadena de medidas económicas, decretos supremos, resoluciones ministeriales, que liberalizan la actividad comercial para los empresarios, dándoles la posibilidad a los agroindustriales y ganaderos del país, que exporten lo que les vengan en gana. Con el cuento de que “los empresarios traerán dólares al país y nos salvarán de la crisis”, el gobierno, se abandonó en los brazos de este sector. Ni duda cabe que existe una complicidad de los empresarios y el gobierno, demostrado por la inacción de este último, sin tocar un pelo a los grandes capitalistas. El gobierno ataca sólo a los contrabandistas, pero no sanciona a los grandes empresarios que prefieren venderles a estos sus productos para tener mayores niveles de ganancia. Esta es la realidad que vive el país, siendo los empresarios quienes se benefician en plena crisis, siendo las familias bolivianas las que pagan las consecuencias de estas matufiadas. ¿Que se podía esperar de una rancia oligarquía terrateniente que lo único que le interesa es acumular fortunas? Iluso el gobierno que soñaba con que estos podrían aportar a dar soluciones para salir de la crisis actual que nos encontramos. En Bolivia no se ha estructurado una clase dominante capaz de vencer el atraso precapitalista y lograr el desarrollo económico (tareas democrática burguesas incumplidas). Lo que se ve es lo que se tiene, empresarios que viven de la explotación y el hambre de las grandes mayorías, y de las dádivas obtenidas por el aparato estatal.

(POR Bolivia – Masas No.2809)

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