SRI LANKA: Perspectivas y tareas
El reflejo de la agudización de la crisis mundial del capitalismo adopta diferentes matices en las distintas latitudes del planeta. La democracia burguesa, como forma de dominación de la dictadura del capital, no tiene cómo escapar a este fenómeno internacional y expresa, aunque deformadamente, síntomas de esa misma agudización: en algunos casos como sucesos electorales novedosos; en otros como saltos por encima de toda forma democrática burguesa, rechazando sus propias instituciones y su propia legalidad; y también como hartazgo y descreimiento en esa propia democracia burguesa, expresando abstenciones electorales o votos nulos y blancos récord; entre otras. Lo sucedido en Sri Lanka el 21 de septiembre debe enmarcarse dentro del primer grupo.
Anura Dissanayaka, candidato del “Frente de Liberación del Pueblo – JVP” (en una de sus posibles traducciones) de 55 años, autoproclamado marxista-leninista, conquistó el 42,3% de los votos (algo más de 5.700.000) superando al actual Presidente Wickremesinghe que obtuvo el 17% y al líder de la oposición parlamentaria Sajith Premadasa (33%). Fue a través de la conformación de una coalición electoral “izquierdista” denominada “Poder Popular Nacional” que dirige el JVP. Estos resultados estuvieron acompañados de una alta participación electoral con lo que Dissanayaka logró dejar atrás el magro 3,16% de las elecciones de 2019 y la imposibilidad de acceder al Gobierno en 2022 tras la caída del entonces Presiente Rajapaksa. De esta forma, Dissanayaka logró capitalizar el descontento frente a los partidos tradicionales y ante la crisis fenomenal que atraviesa Sri Lanka.
El atraso y brutal sometimiento del país a los planes del FMI explica el panorama. Una de sus primeras respuestas fueron las enormes movilizaciones que lograron tirar abajo al Presidente en 2022, aunque incapaz de detener la crisis. El nuevo Gobierno asumió con un programa aún más austero que derivó en una fuerte carestía de alimentos y medicamentos, aumento desenfrenado del costo de la energía y combustibles, y vertiginoso ascenso de la pobreza (duplicándose en los últimos dos años).
El JVP, ganador de las elecciones, no es un desconocido, sino que tiene una extensa trayectoria en el país. En sus orígenes abogaba por la lucha armada, teniendo en su haber dos intentos de revueltas en 1971 y luego entre 1987 y 1989. Sin embargo, a partir de 1994, en un proceso similar al que hemos visto en otras organizaciones, se integraron abiertamente al régimen democrático burgués, y hasta llegaron a apoyar distintas experiencias de gobierno previas. Sin ir más lejos, el ahora electo Presidente Dissanayaka ocupó el cargo de Ministro de Agricultura y Riego entre 2004 y 2005, además de desempeñarse ininterrumpidamente como parlamentario desde el 2000.
Su programa de Gobierno gira en torno a la eficiencia del Estado. Significa una clara respuesta al malestar en torno a la corrupción y despilfarro previos; su aparente rechazo al FMI se tradujo rápidamente durante la campaña electoral en una promesa de renegociación de la deuda que le permitiera el pago a futuro; el posible temor entre los capitalistas quedó en el olvido al ofrecerse como el mejor garante de sus negocios y caracterizarlos como el “motor del crecimiento” para Sri Lanka. Toda una confesión del nuevo gobierno.
Por importante que parezca todo esto para caracterizar esta nueva etapa… no es lo fundamental. Las simpatías internacionales que despertaron los desfiles con los retratos de Marx, Engels y Lenin no deben llevarnos a la confusión. Los principales portales periodísticos del mundo utilizan y utilizarán esta experiencia -que incluso desde lo discursivo ya muestra sus límites- para buscar su completo fracaso y colgárselo a las ideas del comunismo. Y al mismo tiempo, para demostrar cuán “democrático” es su régimen que permite que un partido otrora abiertamente guerrillero, hoy sea electo en el libre juego de la democracia burguesa.
Los marxistas levantamos bien en alto la guardia con el arma de la crítica y la delimitación política. Proclamamos abiertamente que no hay vías pacíficas al socialismo, como ya trágicamente hemos visto en nuestro Continente. Que no existen los caminos institucionales o intermedios para la conquista del poder por la clase obrera, como enseñaron Marx, Engels, Lenin y Trotsky. Que únicamente acabando con la gran propiedad privada capitalista, sepultando su régimen de producción, organizando el Estado Obrero, a través de una Revolución Social, podremos comenzar a construir el camino al socialismo mundial, resolviendo los problemas más urgentes de los oprimidos.
Aunque no lo digan abiertamente, los centristas se entusiasman con estas y otras experiencias que están apareciendo. Esperan convertirse en los reflejos locales de los Sri Lanka; o de la “Alianza Sahra Wagenknecht – BSW” alemana (ver Masas 465); o como hace poco también fue el Frente de Izquierda francés (Nuevo Frente Popular, ver Masas 460 y 462); o hace un par de años fue Syriza en Grecia (ver Masas 298), en sus caminos intermedios, constitucionalistas, leguleyos, al Gobierno. El gran sueño húmedo del centrismo democratizante es poder capitalizar la agudización de la crisis del capitalismo a través de grandes votaciones. Esa vía, la vía pacífica al socialismo, en Sri Lanka como en el mundo entero, está condenada a una trágica derrota causando un gran retroceso en la conciencia de las masas. Ese es el balance que no pueden hacer los centristas y el que no aparece en sus periódicos digitales.
El CERCI, por el contrario, se erige como único capaz de clarificar esta cuestión, orientando a la estructuración de Partidos-Programas, firmemente anclados en el marxismo y con una clara comprensión de la crisis internacional y sus reflejos locales. Este es el problema fundamental, que es el problema del poder, la revolución mundial y la herramienta histórica para desarrollar esta estrategia.
(nota de MASAS n°466)