Por el fin de los ataques de Israel en el Líbano y Siria y la retirada inmediata de sus fuerzas militares de la Franja de Gaza
¡Fuera los Estados Unidos de Oriente Medio!
Manifiesto del CERCI
La intervención de las Fuerzas de Defensa de Israel en la Franja de Gaza y la decisión del gobierno de unidad nacional de devastarla indicaban que se trataba de una guerra de tal envergadura que podía incendiar Oriente Medio. Su objetivo es anexar por completo lo que resta del territorio de Palestina.
Estados Unidos se involucra utilizando al Estado sionista, con el consentimiento de los Estados árabes cómplices de Israel. La operación militar de Hamás del 7 de octubre de 2023 solo sirvió como pretexto para la ocupación de la Franja de Gaza y la ampliación de la anexión de Cisjordania, que ya se había preparado en el marco de la opresión nacional impuesta a los palestino-árabes hace 76 años. Las propias acciones de Hamás reflejaban su desesperación ante las condiciones económicas y sociales de los palestinos, rodeados, vigilados y reprimidos por la poderosa fuerza militar y policial del Estado sionista.
En realidad, el punto de partida de la devastadora ocupación de la Franja de Gaza no fue la muerte de 1.200 israelíes y la toma de 242 rehenes por Hamás. Desde la creación del Estado de Israel por el imperialismo, la historia de Palestina estuvo marcada por el proceso de expulsión de los palestinos y anexión territorial. La verdad es que la Franja de Gaza ya estaba sometida a un asfixiante asedio, que había hecho imposible la supervivencia de los 2,2 millones de palestinos confinados allí en forma de campo de concentración. El brazo armado de Hamás no tenía ninguna posibilidad de enfrentarse militarmente al Estado de Israel, por mucho que cavara túneles y se preparara para el combate. La verdadera importancia de su acción es que expresaba la exasperada resistencia histórica de los palestinos.
El curso de la creación del Estado de Israel revela su carácter de opresión nacional, expansión territorial y anexión. Todo ello con la garantía militar, el apoyo financiero y la diplomacia imperialista de Estados Unidos. La creación de Israel en Palestina tuvo lugar al final de la Segunda Guerra Mundial. El genocidio practicado por el régimen burgués nazi de Hitler reavivó sin duda el movimiento sionista. Pero la causa principal reside en la estrategia del imperialismo estadounidense y sus aliados para crear un enclave en Oriente Medio bajo las condiciones de un nuevo reparto del mundo, del que Palestina formaba parte. No para satisfacer la causa histórica del pueblo judío. Los recursos petrolíferos y la posición geoestratégica de Oriente Medio para el comercio mundial se convirtieron en fundamentales para que Estados Unidos estableciera su hegemonía de posguerra.
La creación del Estado de Israel formaba parte de este objetivo. Las guerras en las que el Estado sionista salió victorioso y los Estados árabes derrotados se debieron al intervencionismo estadounidense y al proceso de control imperialista de la región. El equilibrio de poder entre los Estados que componen Oriente Medio, desde el fin del Imperio Otomano con la Primera Guerra Mundial, ha sido siempre inestable e interrumpido por guerras internas y externas. En todos los casos aparecen los intereses del imperialismo británico, francés y estadounidense.
La tragedia que ha colocado a la Franja de Gaza en el centro de la crisis mundial, junto a la guerra de Ucrania, es comprensible si se toma como parte de la profunda crisis que atraviesa Oriente Medio. Las guerras y las convulsiones no han servido para establecer un periodo de pacificación. Al contrario, han alimentado los desequilibrios. Esto deja al descubierto el papel destructivo del imperialismo saqueador.
Desde la crisis económica que estalló en Estados Unidos en 2008, el capitalismo mundial se ha vuelto más convulsivo. La sobreproducción, el agigantamiento del capital financiero parasitario, el crecimiento exponencial de las deudas públicas, el aumento relativo de las desigualdades entre los países y el recrudecimiento de la miseria y el hambre entre las masas, todos estos factores potencian las guerras comerciales, las disputas por las fuentes de materias primas y, por tanto, a favor de tendencias bélicas que apuntan hacia conflagraciones más amplias. Ya podemos ver que la intervención del Estado de Israel en la Franja de Gaza ha ido más allá del minúsculo territorio palestino y está obligando a Irán a entrar en la guerra.
Los bombardeos en el Líbano y el objetivo del gobierno de Benjamín Netanyahu de liquidar a Hamás y Hezbollah forman parte de la estrategia de guerra estadounidense dirigida contra Irán. El nacionalismo iraní debe ser barrido porque choca con el dominio hegemónico de EE.UU. sobre Oriente Medio. Por eso se alza como adversario de la política expansionista del Estado de Israel. Apuntan contra la independencia nacional de Irán y de que su programa nuclear alcance la bomba atómica. En los últimos años, la animosidad del imperialismo se ha visto alimentada por las relaciones de Irán con China y Rusia. Actualmente, EE.UU. está librando una guerra en Oriente Medio a través del Estado de Israel, y en Europa contra Rusia, utilizando a Ucrania como carne de cañón.
En la Franja de Gaza han muerto más de 41.000 palestinos y miles más han quedado mutilados. En Cisjordania, más de 600 han perdido la vida. Ahora, en Líbano, en sólo unos días de bombardeos y atentados terroristas con explosiones de buscapersonas y walkie-talkies, han muerto unos 630 libaneses. De esta carnicería, un gran número son niños y mujeres. Cientos de miles migran escapando de la guerra. El rechazo de Netanyahu en la 79ª Asamblea General de la ONU a los llamamientos para detener los bombardeos y su afirmación de que primero debe cumplir el objetivo de acabar con Hezbollah se vio recompensado con el anuncio de Biden de que concederá a Israel ayuda militar adicional por valor de 8.700 millones de dólares. Quedando explícito el sentido de la guerra contra Irán.
En el mismo acto de impulso militarista, Estados Unidos recompensó a Zelenski con 5.500 millones de dólares. China y Brasil fueron execrados por levantar la bandera de una cumbre entre Ucrania y Rusia para discutir los términos de la paz. Sin embargo, la ONU, dividida y desmoralizada, acabó sirviendo de escenario para la exhibición de la voluntad del imperialismo de potenciar aún más las tendencias belicistas e intensificar las guerras en Oriente Medio y Europa.
No era de esperar que la ONU se orientara a enfriar la crisis. Al contrario, ha avanzado el genocidio del pueblo palestino y las descaradas maniobras de EE. UU. para justificar su apoyo directo a la destrucción y la matanza argumentando que se trata de legítima defensa.
Destacamos la política cómplice de los gobiernos, partidos y direcciones sindicales que bloquean y paralizan a la clase obrera y demás explotados ante la guerra en Ucrania, facilitando a EE.UU. y su alianza europea estrechar el cerco de la OTAN a Rusia, además de permitir que la guerra se prolongue y provoque la ruina de Ucrania y el sufrimiento brutal de su pueblo.
En Argentina el gobierno de Milei es cómplice de esa política del imperialismo a la que adhiere expresamente, junto con los medios de comunicación masiva que reproducen la posición de “legítima defensa” de Israel para ocultar su ofensiva militar histórica en la región, y el genocidio actual, pretendiendo confundir a la población diciendo que el rechazo y denuncia al sionismo es antisemitismo y calificando de terrorista toda solidaridad con el pueblo palestino, cuestionando hasta la presencia de banderas palestinas en las movilizaciones.
Es fundamental potenciar en todo el mundo las movilizaciones en defensa del derecho a la autodeterminación de los palestinos. Sin lucha de clases encarnada por el proletariado no se pueden enfrentar las guerras imperialistas y el militarismo. En la base de toda esta ofensiva está el objetivo de EE.UU. y sus aliados de imponer un nuevo orden mundial. Las masas del mundo son testigos del horror de la guerra y el genocidio y de la proyección de la barbarie que emerge del capitalismo en descomposición. La solución a la cuestión palestina no son los “dos estados” propuesta que ha fracasado y es más inviable que antes sino la lucha por una federación de repúblicas socialistas de Oriente Medio donde puedan convivir árabes e judíos, sobre la base de terminar con el Estado terrorista Israelí. Este es el camino de la revolución socialista.
Tal situación debe alertar a la vanguardia con conciencia de clase sobre el lugar que ocupa la crisis de dirección en las condiciones en que las fuerzas burguesas internacionales, encarnadas por el imperialismo, se preparan para una posible guerra de EE.UU. y sus aliados contra Rusia y China. Debe prestar atención a la reactivación de las armas nucleares.
Objetivamente, el proletariado se enfrenta a la necesidad de desenvolver una política antiimperialista para hacer frente a las guerras, apoyado en el programa de la revolución social como estrategia y la lucha de clases como método. En Oriente Medio debe estructurarse el frente único antiimperialista para hacer frente a la guerra y el genocidio.
En medio de una situación tan adversa para los pueblos explotados y oprimidos, es necesario construir partidos revolucionarios y reconstruir el Partido Mundial de la Revolución Socialista, la IV Internacional. Si la vanguardia con conciencia de clase no avanza en esta dirección, la barbarie ya vivida en las dos guerras mundiales se reproducirá en proporciones más asombrosas. Con este Manifiesto, el Comité de Enlace por la Reconstrucción de la IV Internacional (CERCI) y sus secciones participan en las manifestaciones contra el genocidio en la Franja de Gaza, la matanza en el Líbano y la amenaza de guerra contra Irán.