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Primera privatización, Milei entrega IMPSA a un grupo de EE.UU.

La empresa, que fabrica turbinas y generadores para toda la región, fue estatizada en 2021 en una alianza entre el gobierno de Alberto Fernández y el de Mendoza de Rodolfo Suárez. Nación se quedó con el 64% de las acciones, mientras que la provincia de Mendoza ostentaba el 21%. Tres años después, se revierte el proceso. IMPSA no estaba incluida en la ley Bases II. No es ninguna de las ocho sociedades habilitadas por la Ley.

Industrias Metalúrgicas Pescarmona Sociedad Anónima (IMPSA) fue adquirida por la norteamericana ARC Energy, empresa de capitales norteamericanos dedicada a la producción, provisión y servicios de insumos de petróleo y gas, que canalizará la inversión a través del Fondo de Inversión Americano (IAF).

Habrá un traspaso de acciones de una empresa con mayoría estatal a un inversor privado, y probablemente el primer proceso del Régimen de Incentivo para Grandes Inversiones (RIGI) ya que la inversión deberá superar los US$500 millones (solo por el pago de deudas e inyectar unos US$ 30 millones a la caja urgente de la compañía), es posible que reclame los beneficios del RIGI que debe resolver el Gobierno. 

La compañía fue fundada por Enrique Pescarmona. En 1907 con la apertura, en Godoy Cruz, de los Talleres Metalúrgicos Pescarmona, donde se fabricaban compuertas de metal para la industria vitivinícola. En 1936 abrió Pescarmona Hermanos y Compañía. El fundador fallece en 1947 y sus hijos continúan con la compañía; y en 1965 se funda IMPSA debido a la expansión internacional de la empresa, que comenzaba a avanzar a nivel global ganando licitaciones públicas en todo el mundo. IMPSA se expande hacia Sudamérica y América Central, EE.UU., Europa y Asia, y cuenta con más de 3 mil empleados en todo el mundo. La empresa fue convertida en holding de alcance mundial (datos extraídos del diario Perfil).

En los años 70 y los 80, Impsa era “el gran orgullo industrial nacional”. Era una empresa siderúrgica pesada. Y entró en crisis.  

El 18 de enero de 2008 fue un día importante para IMPSA. Tras años de lobby, y creyendo conocer por dónde venían los vientos, Enrique Pescarmona logró firmar en Venezuela un contrato por US$520 millones para proveer turbinas al proyecto hidroeléctrico Tocoma. Sería la obra “joya” del régimen de Hugo Chávez y la coronación del cruce entre los gobiernos argentino y venezolano, en conjunto con los industriales privados del país. Se decía se trataba de la consagración de la idea de la “burguesía latinoamericana”, “con los empresarios argentinos como cabeza de bandera y el contrato por Tocoma como primer peldaño de una escalera”.

En Buenos Aires, el gobierno exhibía una carta por la cual IMPSA afirmaba que se trataba del contrato “más grande de exportación de alta tecnologíade la historia argentina. IMPSA había ganado el contrato en una licitación pública internacional iniciada en 2004, en la que también compitieron la estadounidense General Electric, la francesa Alstom, la alemana Siemens, las japonesas Marubeni, Sumitomo, Hitachi y Mitsui, la austríaca Vatech y las chinas Dong Fang y Harbin. IMPSA les había ganado a todas.

El contrato implicaba que IMPSA proveería turbinas y generadores para la central de Tocoma. “Es un orgullo para la tecnología nacional el diseño, la fabricación, el transporte y el montaje de estas grandes maquinarias hidráulicas que serán diseñadas en nuestro país”, decía Pescarmona.

La crisis. El 16 de septiembre de 2014, IMPSA se convirtió en la primera compañía privada en anunciar que no podría hacer frente a sus compromisos financieros externos, luego que el 30 de julio la Argentina ingresó en default “técnico”. Reconoció que no podría enfrentar un pago de intereses previsto por US$42 millones y US$23 millones. Inmediatamente, el gobierno confirmó que estudiaba un plan de salvataje para la Empresa.

Las explicaciones de IMPSA: La empresa no había podido hacer pie en la expansión de la obra pública dentro del país por la falta de crédito internacional y el cierre de los mercados financieros internacionales para la Argentina y, además, Venezuela no había cumplido con los pagos prometidos. Y también tuvo problemas con su filial en Brasil (WPE).

En 2018 Maduro intentó reactivar Tocoma, pero el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), prestamista de Venezuela y accionista de IMPSA había reconocido a Juan Guaidó como presidente de Venezuela, complicando las negociaciones.

Pescarmona perdió el control de la compañía, y para 2018 el grupo de acreedores, que encabezaron el Banco Interamericano de Desarrollo, el Banco Nación y un fondo de inversiones de Chile, entre otros, pusieron dos de tres directores y marcó la salida de la empresa del poderoso empresario.

En julio de 2019 el Centro de Desarrollo Tecnológico de la compañía finalizó el diseño y fabricación de la turbina número 200 de su historia y tenía en proceso la construcción del CAREM, el primer Reactor Modular Argentino para Atucha. Se trata de una nueva generación de reactores que se construye con inteligencia artificial de la cual el país es líder a nivel mundial… “en el proceso de producción de cada una de esas unidades intervienen más de 100 pymes, 150 ingenieros, 200 técnicos y 400 operarios”.

IMPSA ha sido una empresa destacada en la metalurgia aplicada a elementos electromecánicos altamente sofisticados. Diseña y fabrica componentes y turbinas para la generación de energía hidráulica, nuclear y eólica. Ha competido en esas áreas con grandes fabricantes internacionales. Es un importante mérito de sus profesionales, sus técnicos y trabajadores especializados.

IMPSA debe ser reestatizada, su especialidad es estratégica para el país, se relaciona con sectores vitales de la economía. El gobierno y la multinacional aprovechan este momento para apoderarse de esta empresa valiosa por un puñado de dólares, sin resistencia por parte de la burguesía que ha renunciado a dirigir la nación, arrodillada frente al capital financiero.

(Nota de MASAS n°469)

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