¿Qué significa ser trotskista, “Chipi” Castillo?
Con esta pregunta sencilla, clara y firme, formulada en una entrevista del periodista Alejandro Fantino, comienzan las contorsiones del “intelectual” Castillo, uno de los principales dirigentes del PTS. Responde Castillo: “Dentro de la izquierda un sector que planteamos que a lo que aspiramos no es un régimen de partido único o a un totalitarismo burocrático, a una burocracia que de arriba te diga cómo tienen que ser las cosas, sino que las trabajadoras, los trabajadores, todo el pueblo, delibera democráticamente para decidir qué se produce, cómo se produce y para qué”.
Previamente el entrevistador había incursionado sobre “¿Qué es ser de izquierda y a qué corriente adherís?” a lo que Castillo responde “ser de izquierda es luchar por una sociedad igualitaria, no todos robotitos (¿?), sino que todos tengamos las posibilidades de nuestro propio desarrollo… Cuando Milei dice ‘el comunismo es algo bárbaro, etc.’ esa es una idea de Stalin. Trotsky enfrentó eso”.
Siguiendo la extensa entrevista en la que se recorrieron distintas aristas superficiales, llegaron a un aspecto importante donde los centristas suelen retratar más fielmente sus desviaciones. Castillo responde a Fantino sobre el fenómeno Milei y la cuestión electoral en los siguientes términos: “mucha gente que por ahí nos votaría a nosotros, para que no gane el otro, votó al peronismo. Cuando eso se rompa los que adhieren con nuestras ideas se van a ver más. Los que coinciden con mis valores (¿?), mis ideas, son más de los que nos terminan votando, porque hay una parte del voto útil en la presidencial. Se ve mejor el apoyo real que tenemos en las legislativas”.
Aquí queda reflejada su concepción democratizante y la principal apuesta a futuro del centrismo. Castillo deposita sus ilusiones en poder capitalizar electoralmente el descontento, augurando repetir el fenómeno electoral de Milei a través del FIT-U. Así hace una reivindicación del atraso de las masas, y enaltece el voto legislativo que, a diferencia del voto ejecutivo, no queda supeditado al “mal menor”. Renuncia conscientemente a utilizar las campañas electorales para politizar y esclarecer el papel de farsa de la democracia burguesa. En su lugar, acomoda sus “valores” o ideas generales, al sentir de las masas.
Castillo tuvo una excelente oportunidad para desenvolver el programa marxista ante una vasta audiencia y sin límite horario. Tuvo la valiosísima oportunidad de propagandizar las ideas revolucionarias del trotskismo, como continuación del marx-leninismo. Contrariamente a lo que uno esperaría de un revolucionario, el “chipi” Castillo, desnudó su carácter democratizante, diletante y confusionista a gran escala. Como se ve, la bancarrota total del centrismo se expresa en distintos ámbitos, pero con igual hedor, no existiendo ninguna posibilidad de reformar o reencauzar esas organizaciones al programa revolucionario.
En sus intentos de simplificar el marxismo el Sr. Castillo termina deformándolo hasta lugares insospechados. Prefiere no hablar de la madurez de las condiciones materiales para la revolución en el régimen social descompuesto; o la inviabilidad de la democracia burguesa como forma de dictadura del capital; o incluso la necesidad de la herramienta histórica capaz de dirigir la lucha revolucionaria hacia la sociedad sin clases. En su carácter legalista, trata de no espantar a nadie con la reivindicación de la violencia revolucionaria, limitándose a resaltar los aspectos “democráticos” de lo que él cree defender, para contraponerse errónea y burdamente al stalinismo y la burocratización en los procesos revolucionarios (de Cuba y Rusia). Corresponderá al POR exponer estas ideas fielmente al programa revolucionario, colocando a debate estas conclusiones para no seguir malgastando una enorme y fundamental energía revolucionaria de las propias filas de estas organizaciones “trotskistas”.
(Nota de MASAS n°469)